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Bugatti Chiron Sin categorizar
El W16 de Bugatti: un repaso a la historia de un motor único en el mundo
Repasamos la evolución de uno de los motores más impresionantes del mundo, el W16 que ha impulsado a los superdeportivos de Bugatti durante dos décadas.
Hoy en día, en plena era de la electrificación, necesitas mucho más que los dedos de las dos manos para contar los deportivos que superan fácilmente los 1.000 CV de potencia. Pero en 2005, cuando se Bugatti desveló los datos de su Veyron 16.4, todo sonaba de otra manera. Nada menos que 16 cilindros en una configuración inédita, ocho litros de cilindrada, cuatro turbocompresores, una potencia de 1.001 CV… El compacto W16 permitía al Veyron 16.4 acelerar de 0 a 100 km/h en 2,5 segundos, y superar los 400 km/h de velocidad máxima.
Algo más de diez años más tarde, en marzo de 2016, la marca italiana presentaba el sucesor del Veyron, el Bugatti Chiron. Bajo el capó, la evolución del W16 aumentaba el rendimiento nada menos que hasta los 1.500 CV y un par máximo de 1.600 Nm. Esta es la historia del W16, un motor único en el mundo, y al que se le puede atribuir el ser el que inauguró la categoría de los verdaderos “supercoches”.
Los orígenes: 18 cilindros que se quedaron en 16
No más grande que un V12, con un peso de unos 400 kg… y con 1.000 CV de potencia. En aquel momento, ni los propios ingenieros de Bugatti creyeron que fuera posible materializar la idea que Ferdinand Ferdinand Karl Piëch, por aquel entonces responsable de Volkswagen AG, presentó a Karl-Heinz Neumann, jefe de desarrollo de motores.
La idea inicial de Piech de un motor de 18 cilindros rápidamente pasó a segundo plano para centrarse en el W16, resultado de colocar dos bloques V8 formando entre ellos un ángulo de 90 grados. Hay que tener en cuenta que los primeros bocetos datan de finales de la década de los 90. Ni había coches de producción con motores de más de 12 cilindros… ni capaces de superar los 350 km/h.
Ya en las primeras pruebas, que se realizaron en 2001, el W16, que constaba de más de 3.500 piezas y se ensamblaba totalmente a mano, alcanzó los 1.001 CV en banco de pruebas. Pero el objetivo distaba mucho de estar conseguido. Quedaban por resolver todos los retos asociados a montar este motor en un coche destinado a circular por la calle: refrigeración, ventilación, canalización de los gases de escape…
Una parte de la solución fue un sistema de escape realizado completamente en titanio. Pero lo auténticamente innovador era su sistema de refrigeración, con dos circuitos por los que circulaban hasta 40 litros de refrigerante que necesitaba tres intercambiadores de calor en la parte delantera del vehículo para mantener el motor en su temperatura óptima. Un circuito independiente reducía hasta 130 grados centígrados la temperatura del aire de sobrealimentación procedente de los cuatro turbocompresores gracias a dos intercoolers adicionales en el interior del motor.
Récord de velocidad: los 431,072 km/h del Bugatti Super Sport
El W16 tenía mucho potencial para seguir evolucionando, aunque solo fuera “a golpe de turbo”. Con turbocompresores más grandes, entre otras modificaciones, a partir de 2010 ya entregaba 1.200 CV en el Veyron 16.4 Super Sport, que entró ese mismo año en el Libro Guinness de los Récords al establecer una velocidad máxima de 431,072 km/h, récord para un coche de producción.
Al Bugatti Veyron 16.4 Super Sport le siguieron las versiones Grand Sport y Grand Sport Vitesse, que tenían dueño incluso antes de anunciarse, y en la actualidad se consideran auténticas piezas de coleccionista. Hasta que llegó el sucesor del Veyron: el Bugatti Chiron. Y Bugatti tenía claro una cosa: el motor tenía que seguir siendo un W16.
Bugatti Chiron: la magia de la sobrealimentación
Más potente, más eficiente, igual de compacto, … La fórmula W16 seguía siendo válida, aunque el motor prácticamente se desarrolló de nuevo, pero manteniéndose fiel a la sobrealimentación. El resultado fue un aumento del 50% de la potencia respecto al W16 original, alcanzando los 1.500 CV… y 100 CV más, para llegar a los 1.600 CV, en los Chiron Super Sport y Chiron Centodieci. De nuevo algo nunca visto hasta el momento.
¿El secreto? La nueva sobrealimentación secuencial, con dos turbocompresores por cada bancada de ocho cilindros funcionando en dos etapas, y casi un 70% más grandes que los del Veyron. Claro que no era la única modificación importante. Por ejemplo, cada cilindro contaba ahora con dos inyectores (32 en total).
Con este nuevo motor, y gracias en gran parte a un sistema de aerodinámica activa, el Chiron Super Sport 300+ se convirtió en 2019 en el primer coche de producción en batir un récord impensable pocos años antes: superar las 300 mph, registrando una punta de 490,484 km/h, equivalente a 304,773 mph.
Cada uno de los motores que equipan las 500 unidades que se van a fabricar finalmente del Chiron se fabrica en la factoría de motores de Volkswagen en Salzgitter, donde dos técnicos expertos ensamblan a mano durante seis días las 3.712 piezas que, según Bugatti, integra esta pieza de ingeniería única.
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