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VW Golf Sportsvan 2.0 TDI, prueba (motor, prestaciones, comportamiento y consumo)
Esta semana te ofrecemos la prueba del Golf Sportsvan, que en combinación con un motor 2.0 TDI de 150 CV ofrece unas prestaciones más que suficientes con un comportamiento que lo sitúa a la cabeza dentro del segmento de los monovolúmenes compactos, rivalizando con el BMW Serie 2 Active Tourer.
Estos días en Highmotor hemos compartido tiempo con uno de los coches más conocidos a nivel mundial. Hablamos del Volkswagen Golf, pero no de un Golf «tradicional».
Nuestro compañero ha sido un Golf Sportsvan, la variante con enfoque familiar, que en esta séptima generación del Golf sustituye a los anteriores Golf Plus.
Motor
Nuestra unidad de pruebas está equipada con un propulsor 2.0 TDI en cuya última evolución ofrece 150 CV. Es, de hecho, la alternativa más potente de momento en el mercado español. Es posible que más adelante se añadan opciones más prestacionales, aunque te adelanto que al Sportsvan no le hace ninguna falta.
Sobrealimentado mediante un turbo de geometría variable, el 2.0 TDI ofrece 150 CV y 340 NM. Se asocia de serie con una transmisión manual de 6 velocidades, aunque opcionalmente existe la opción de acoplar una DSG también de 6 relaciones. En general, este 2.0 TDI se presenta como un propulsor moderno, con un nivel de ruido y vibraciones que dista mucho de aquellos rudos TDI de antaño. De hecho, es prácticamente imposible detectar algún tipo de vibración con el motor en marcha, a no ser que acabemos de arrancar en frío.
Prestaciones
El 2.0 TDI es uno de los motores más populares del Grupo VW, se monta en multitud de modelos y marcas, desde Seat hasta Audi, pasando por Skoda y, por supuesto, Volkswagen. Así, nos encontramos con que un A4 monta el mismo motor que un Seat León, ofreciendo siempre un gran resultado. El Sportsvan ofrece unas prestaciones más que suficientes con este motor, acelerando de 0 a 100 km/h en 9.2 segundos, mientras que su velocidad máxima se ha cifrado en 212 km/h.
El motor tiene fuerza desde 1.800 rpm, momento en el que despierta y empuja con fuerza. No es comparable a la famosa «patada TDI» de aquellos bomba inyector, pero este common rail aún guarda algo de ese carácter tan personal…para lo bueno y para lo malo. Y es que por debajo de ese umbral de 1.800 rpm, el motor no tiene la fuerza suficiente, y si nos despistamos con el cambio de marchas nos podemos encontrar con un vacío de potencia muy desagradable.
En esas circunstancias, el motor se limita a temblar y quejarse, pidiendo que «bajemos un hierro». En el lado opuesto, los motores diésel cada vez estiran más, y este no iba a ser menos. Ofrece la potencia máxima entre las 3.500 y las 4.000 rpm, aunque a partir de las 4.500 rpm el motor muere y no da más de sí, resultando más rentable subir una marcha.
Las recuperaciones una vez lanzado no suponen ningún problema para el Sportsvan, ofreciendo un gran margen de seguridad y empuje para realizar adelantamientos con completa suficiencia. Además, es capaz de mantener cruceros elevados sin sufrir, gracias a unas relaciones de cambio muy bien escogidas.
Comportamiento
El Sportsvan que nos ha acompañado estos días monta el acabado Sport, el más caro, y también el de enfoque más deportivo. Construido sobre la nueva plataforma modular MQB, el Sportsvan se postula como uno de los mejores monovolúmenes compactos del momento en cuanto a comportamiento, rivalizando directamente con el BMW Serie 2 Active Tourer, la otra referencia del segmento.
Es realmente sorprendente la respuesta del coche cuando tenemos que afrontar curvas. La suspensión (McPherson en el eje delantero y multibrazo en el trasero) contiene estupendamente los balanceos sin resultar especialmente dura y los frenos, más que suficientes, detienen al coche con celeridad. No nos gusta tanto el tacto de la dirección, demasiado asistida y que no ofrece toda la información que nos gustaría cuando queremos darnos alguna «alegría» al volante.
Sin embargo, como he comentado, el Sportsvan ofrece una respuesta más que sorprendente cuando se trata de circular por un tramo de curvas. Está claro que el Golf Sportsvan no es un Golf GTI, algo que tampoco pretende, pero sí que se le puede calificar como «el Golf GTI dentro de los monovolúmenes compactos».
Nuestra unidad monta la opción de los perfiles de conducción, «Driving Mode Selection», que nos permite variar diferentes ajustes del vehículo como la asistencia de la dirección o la respuesta del acelerador, y en el caso de montar el sistema de amortiguación pilotada DCC, también la dureza de la misma. En modo ECO, el Sportsvan se convierte en un auténtico rutero, capaz de afrontar kilometradas de espanto con total facilidad.
Existe también el modo normal y el Sport, indicado para los momentos más «alegres». Ofrece también un modo personalizable denominado «Individual».
Consumo
El Golf Sportsvan 2.0 TDI con cambio manual homologa unas cifras de consumo realmente bajas, de 5.1 litros en ciudad, 4.0 en ciclo extraurbano y 4.4 litros de consumo medio. Pese a que no ha sido alcanzar estas cifras, el consumo final de la prueba, 6.1 litros, me parece suficientemente bueno. En terreno urbano el consumo se mueve en los 6.5 litros, ayudado por el Start&Stop, de serie en toda la gama, mientras que en carretera, a 120 km/h, el consumo ronda los 5.5 litros cada 100 km.
Lo que ha empeorado respecto a su antecesor es la autonomía, por la sencilla razón de que la capacidad del depósito se ha reducido para quedarse en 50 litros exactos, incluida la reserva.
Fotografía | Daniel Valdivielso
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