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Salón del Automóvil de Vigo: Opel Agila
El Opel Agila es otro de los recién llegados al mercado y que compartirá su estancia en este con un hermano gemelo de nombre japonés, el Suzuki Splash. Es de ese tipo de coches que hasta hace unos pocos años no tendrían definición, se enmarcan dentro de los polivalentes pero su diseño y función es […]
El Opel Agila es otro de los recién llegados al mercado y que compartirá su estancia en este con un hermano gemelo de nombre japonés, el Suzuki Splash.
Es de ese tipo de coches que hasta hace unos pocos años no tendrían definición, se enmarcan dentro de los polivalentes pero su diseño y función es bastante distinta. Está claramente enfocado para un uso práctico y en ciudad: ir a trabajar + hacer la compra + recoger a los niños… de hecho es de esos coches que tienen un gran número de compradoras (si, en femenino).
Empecemos por el diseño, juvenil le vendría bien como calificativo, digamos que no es un coche que quiera destacar pero tampoco es feo. La clave de su concepción es la ergonomía y el tamaño, pequeño por fuera para hacerlo ágil y fácil de estacionar, grande por dentro otorgándole a los ocupantes una decente habitabilidad que difícilmente pueden lograr otros competidores. Especialmente dentro de esto último hay que destacar el puesto de conducción, este se sitúa alto proporcionando una gran visibilidad y dando seguridad en la conducción. De hecho, este último factor es un gran condicionante sobre sus ventas según me comentó el comercial.
Mecánicamente no será potente ni se le podrá dar mucho ritmo, pero nadie busca eso en un modelo así, como tampoco se pretende que tenga un espacio de carga más allá de lo que exijan las tareas cotidianas; vamos, que el maletero es pequeño.
Pero sin duda, lo que me llena de satisfacción tras haberlo visto al detalle es el interior. Nunca he sido gran amigo de los Opel, sencillamente es una marca que me dice muy poco en muchos aspectos y el interior ha sido siempre para mi su mayor lastre. En el Agila cambia, formas redondeadas en el salpicadero, los materiales respiran una frescura con la que soñarían muchos fabricantes y los colores elegidos (grises, plateados y azul celeste a juego con la carrocería) son una elección inmejorable al menos para la versión que me tocó.
La distribución de los mandos e indicadores es otro argumento a su favor, y en cuanto a los últimos son muy simples; prueba de ello es la separación del velocímetro y el cuentarevoluciones en dos semiesferas tras el volante.
También me gustaría destacar la cantidad de espacios en el interior para depositar pequeños objetos, por ejemplo el hueco sobre la guantera del asiento del acompañante que sin necesidad de abrirse permite depositar cosas, algo similar a lo que también tiene el Mazda 2.
En computo total, un modelo muy acertado para aquella gente que sólo busca funcionalidad, simpleza y agilidad en una ciudad sin renunciar a la facilidad de conducción. Por cierto, el de las fotos es un Agila Enjoy 1.2i 16 V de 86 caballos con el Style Pack (elementos estéticos) y pintura metalizada como extras; su precio se situaba en 13.050 euros, pero sin esos dos elementos sería de 12.750 euros, bastante asequible.
Fotos | Eduardo Mariz
Agradecimientos al concesionario Autoviasa.
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