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Salón del Automóvil de Vigo: Fiat 500
Pese a llevar un tiempo ya en el mercado, el Fiat 500 se mantiene como eterna novedad, centro de miradas y objeto de capricho. Es la reencarnación de un mito con el estilo retro italiano y también su modernidad, es urbanita, es muchas cosas… pero sobretodo atractivo. Al contrario que el Mini, el Fiat 500 […]
Pese a llevar un tiempo ya en el mercado, el Fiat 500 se mantiene como eterna novedad, centro de miradas y objeto de capricho. Es la reencarnación de un mito con el estilo retro italiano y también su modernidad, es urbanita, es muchas cosas… pero sobretodo atractivo.
Al contrario que el Mini, el Fiat 500 nace para apropiarse de un único terreno: la ciudad. Fuera de ella es poca cosa (valga la redundancia) y mecánicamente no se muestra tan ágil, al menos hasta que Abarth ponga sus manos y sello y se comercialice esa versión.
No obstante, y pese a su extensa historia, el 500 aún no ha llegado a introducirse en el mercado Español a diferencia de su gran competidor. En torno a él hay opiniones de lo más diversas y muchas de ellas no precisamente favorables a su diseño.
Personalmente, y tras haberme subido, observarlo y fotografiarlo al detalle… no me cabe la menor duda de que estamos ante un futuro éxito también España -ya que en otros países ya lo es-. Pequeño en tamaño, grande por dentro; me ha parecido mucho más espacioso de lo que creía y cierto es que las plazas traseras quedan reservadas para niños y contorsionistas, pero las delanteras y el puesto de conducción son cómodas, espaciosas y en particular con una gran visibilidad debido a su alta situación.
En cuanto a los acabados, aquellos que no pueda ver coches italianos y menos fabricados en países del este (véase el caso) están equivocados. El 500 ofrece unos gratos materiales y no muestra síntomas aparentes de mala elección en ellos, todo es agradable al tacto y transmite sensación de durabilidad.
Aunque vale, también es cierto que esto último pueda deberse a que nuestro sentido de la vista se ve desbordado ante tanta belleza. El color blanco que lucía esta unidad es para mi la mejor elección y hasta el momento la más vista también, brilla se mira por donde se mire, y su escasa longitud no se corresponde con la separación entre ejes, alargada lo máximo posible. Unido a esto, un chasis ancho le da un gran aplomo que se traduce en una facilidad y disfrute de conducción únicos, aunque claro… todo queda reducido a la urbe de momento.
Pero el 500 es de esos coches que no se pueden ver objetivamente, nadie es capaz, el cliente lo ama y el 500 ama el cliente. Crea toda una comunidad en torno a él y da un significado a su usuario que no le daría ningún otro coche, además, le permite decorarlo a su gusto con una infinita lista de extras.
En concreto para el que estabamos hablando, las pegatinas de ajedrez negro del techo y la del cinco del capot son extras al igual que lo es el climatizador que incorporaba. El resto del equipamiento es el que trae la versión Sport, que unido a la motorización que este portaba, el 1.4 de 100 caballos, se sitúa en 15.686 euros.
Hay que tener en cuenta que esta es la versión más cara y con la motorización más potente, pero aún así -y siendo un coche exclusivo inclusive- el Fiat 500 no es un coche caro. De hecho, parte de los 10.790 euros, lo que le hará ganarse a compradores que busque un buen precio paralelamente a aquellos que lo quieran por lo que es.
Me declaro amante incondicional de él, y puede que esta valoración tenga más tintes pasionales que racionales… pero permitidme afirmar que el 500 es uno de los mejores coches que he visto en años. ¿Te gusta? ¿piensas en comprar uno? no lo dudes, ¡hazlo!.
Fotos | Eduardo Mariz
Agradecimientos al concesionario Recalvi Autos, S.A..
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