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Rolls-Royce Black Badge Wraith Black Arrow, el homenaje de despida de la marca a su V12
Rolls-Royce dejará de usar su legendario bloque V12 en el Wraith pero antes lo homenajeará con la espectacular edición limitada Black Badge Wraith Black Arrow
Como todas las marcas Rolls-Royce también está sucumbiendo a la era de motorizaciones eléctricas, lo que significa que motores como su emblemático V12 ya no tienen cabida en su catálogo y, consecuentemente, modelos como el espectacular Wraith. Es por ello que antes de su desaparición definitiva la marca inglesa quiere realizar un homenaje a la altura, lo que se traduce en exclusividad al alcance de muy pocos.
Hace más de ochenta años Rolls-Royce desarrolló el Thunderbolt, un prototipo de siete toneladas con tres ejes y ocho ruedas preparado para competir en el Salar de Bonneville, lugar donde se han presenciado numerosos récords de velocidad. Allí en 1938, con George Eyston a sus mandos, el Thunderbolt registró el récord de velocidad para un automóvil con motor V12 de 357,457 mph que además sirvió para sentar las bases que luego darían vida al Spitfire.
Precisamente el Thunderbolt vuelve a servir como punto de partida para rendir homenaje a esta edición limitada denominada como Black Badge Wraith Black Arrow que, además, también demuestra nuevamente la capacidad de personalización por parte de Rolls-Royce. El Thunderbolt contaba con una carrocería de aluminio pulido cuyo reflejo en el Salar de Bonneville hacía difícil a los comisarios detectar cuando cruzaba la línea de meta, por lo que George Eyston tuvo la idea de pintar en la carrocería una línea negra junto con un círculo amarillo para facilitar su visión.
Este color amarillo se hace presente en el Rolls-Royce Black Badge Wraith Black Arrow en determinados elementos del exterior, como son el parachoques o la línea de detalles en las llantas. Sin duda este color combina a la perfección con los colores Celebration Silver y Black Diamond que se han elegido para su carrocería, a los que se le ha aplicado una capa superficial de pintura «Crystal» con infusión de vidrio. Con ello se consigue crear un efecto de desenfoque y sensación de velocidad, añadiendo además una textura parecida a una costra, algo que se sucede de manera más abrupta al rodar en Bonneville.
En el interior vemos como el color amarillo combina también a la perfección con tapicería en color negro, haciendo acto de presencia en zonas como el salpicadero, en ciertas costuras, el volante, en mayor medida en los asientos delanteros y como detalle en los traseros o en los paneles de las puertas. Pero sin duda el interior del Rolls-Royce Black Badge Wraith Black Arrow llamará la atención por otros dos detalles exclusivos, siendo el primero de ellos el despiece de un motor V12 grabado en el salpicadero y, junto éste, la esfera del reloj con la velocidad lograda por George Eyston en Bonneville.
Para el segundo de los detalles exclusivos que porta el Rolls-Royce Black Badge Wraith Black Arrow tendremos que levantar la cabeza y mirar al siempre impactante techo Starlight de Rolls-Royce. Para esta ocasión se han incorporado totalmente a mano 2.117 «estrellas» de fibra óptica, nunca antes un techo de Rolls-Royce había tenido tal número, que representa la Vía Láctea y las constelaciones que se podían ver el 16 de septiembre de 1938 desde el Salar de Bonneville, fecha exacta del récord de George Eyston.
A nivel mecánico, como es de esperar, no se producen novedades y bajo el capó Rolls-Royce Black Badge Wraith Black Arrow encontraremos por última vez el bloque V12 biturbo de 6.600 CC que entrega una potencia de 563 CV, lo que le permite al Wraith alcanzar los 100 km/h en 4,9 segundos a pesar de contar con elevado peso para, posteriormente, poder alcanzar una velocidad máxima limitada de 250 km/h.
Del Rolls-Royce Black Badge Wraith Black Arrow solamente se fabricarán 12 unidades para todo el mundo a un precio que la marca no ha desvelado aunque la verdad ya no importa, incluso aunque nos lo pudiéramos permitir, y es que la marca ya tiene asignadas el total de las unidades a sus futuros propietarios.
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