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Qué no hacer con un Ferrari F40
Quizás el título de esta entrada sea algo fuerte pero nadie me podrá quitar la razón. Seguramente siempre hayas soñado en tener la suerte de poseer un vehículo tan exclusivo como un Ferrari F40 para tu uso y disfrute personal, uno de los Ferrari más bonitos jamás construido por la firma italiana. Pues bien, una […]
Quizás el título de esta entrada sea algo fuerte pero nadie me podrá quitar la razón. Seguramente siempre hayas soñado en tener la suerte de poseer un vehículo tan exclusivo como un Ferrari F40 para tu uso y disfrute personal, uno de los Ferrari más bonitos jamás construido por la firma italiana.
Pues bien, una de las cosas que no deberías hacer con tu superdeportivo es sacarlos de paseo si por un percance cualquiera lamentablemente se te rompe uno de los faros del mismo. Verdaderamente no quiero imaginarme qué se puede sentir ante esto, si te diré que con mi coche personal prácticamente me entran ganas de “matar a alguien” cada vez que encuentro un arañazo así que imagina.
Como dato, siempre es bueno conocer este tipo de curiosidades, el Ferrari F40 es un superdeportivo de motor central y tracción trasera fabricado por la marca italiana entre 1987 y 1992, un deportivo con mayúsculas creado con la intención de sustituir en el mercado al también mítico Ferrari 288 GTO, algo que creó suficiente expectativa para que, tras conseguir el título mundial a vehículo más rápido de producción del mundo desde 1987 hasta 1989 supiese a poco.
Vía | gtspirit
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si os fijais, parece que hay algo de sangre alrededor del cristal roto del foco, seguramente habrá sido algún desafortunado «gorrion» que se ha encontrado por el camino