911 Porsche Deportivos Pruebas
Porsche 911 Carrera 4S a prueba: un coche 10
El Porsche 911 Carrera 4S ha demostrado ser la máquina perfecta, una mezcla con el equilibrio perfecto entre deportividad, confort, eficacia, dinamismo y lujo.
El Porsche 911 en cada una de sus generaciones merece un lugar en la historia de la automoción, pero con esta octava generación, «la máquina atemporal» reclama su puesto entre los más grandes.
Empezando por su interior, al adentrarse en su habitáculo, lo primero que te transmite el habitáculo es que estás en el lugar indicado. La regulación del asiento al conductor y a la posición deseada es absoluta y se conjunta con la del volante. Una rueda de tamaño reducido, de tacto sensual, con un grosor que invita a darle cariño y a aferrarte a él cuando su corazón empieza a latir por encima del régimen de la tranquilidad.
Pero, volviendo al interior del Carrera 4S de esta toma de contacto, el espacio que ofrece es ideal para dos adultos, la plaza del conductor, para un tipo de mi talla (1,79 y medidas intermedias a la talla L y M de camisa) es sensacional. Hay aire, capacidad de movimientos, ajuste óptimo y altura y visibilidad frontal correcta, siendo la más comprometida la visión por el retrovisor central que salva con creces la cámara de visión trasera y que, se suma a la mezcla entre resignación y emoción máxima que aparece al mirar por los espejos laterales exteriores al ver como unos montículos, protuberancias, montañas, músculos, pasos de rueda traseros flanquean una trasera «culona» con altísimas cotas de erotismo.
El nuevo panel de instrumentación cuenta con cinco esferas, la central analógica y las otras cuatro digitales, dos de ellas, las más distanciadas entre sí que se tornan casi invisibles ya que, la propia circunferencia del volante tapa independientemente de la posición del conductor y del propio volante, por ende, quedan sacrificadas las informaciones referentes a temperatura exterior, fecha, autonomía y volumen de combustible en el depósito y temperatura del agua. Solo un leve movimiento lateral del tronco o la cabeza permite echar un vistazo a estas. Por su parte, el cuadro tras el volante muestra diferentes visualizaciones donde la del navegador es excelente y evita recurrir a la pantalla central del salpicadero.
Un salpicadero cuyo display digital sirve también para ajustar los modos del coches como el manettino, perdón, en qué estaría pensando… ruleta, entre el brazo derecho y el inferior del volante que cuenta con un botón central que aportan 20 segundos de emociones desbordantes gracias al efecto «boost» del que goza el Porsche 911 Carrera 4S.
Como indicaba, el salpicadero y el puente central es ejemplo de que el lujo y la calidad no necesita de la rimbombancia para ser sublime. Una botonera de cinco interruptores permite cambiar la visualización y la pantalla de la gran pantalla, las luces de emergencia, el control de estabilidad y el sistema de suspensión PASM.
La posición de copiloto pierde la emoción de manejar el timón de un coche así. Ya que, gracias a la capacidad de ajuste pleno de los asientos delanteros, cuya pega es que, al abatirlos hacia delante, siguen siendo resultando inútiles para dar acceso a las traseras, permite disfrutar de un movimiento y colocación de las piernas, incluyendo rodillas y pies, con total comodidad.
Detrás, las plazas traseras de este Porsche 911, son testimoniales. En caso de invitar a más de dos adultos a viajar en un «nueve once» o bien solo resultan aceptables para una persona de no más de 1,50 de alto o bien, para instalar una silla infantil y montar detrás a los peques de la casa a que vivan el placer de vivir la conducción de un Porsche 911 4s.
Por último, tras los respaldos traseros, aparece un espacio donde se puede depositar un maletín o una mochila de volumen reducido, mientras que en el maletero, se pueden alojar bultos como una maleta de cabina o una bolsa de deporte con lo que, es posible utilizarlo en viajes cuyo equipaje sea reducido.
Pero vayamos a lo importante ¿cómo es conducir un Porsche 911 Carrera 4S?
Empecemos por la configuración del coche: con un motor bóxer de 3 litros y dos turbocompresores, la potencia de este coche se sitúa en 450 CV para repartir directamente a las cuatro ruedas y gestionar este trabajo mediante una caja de cambios de doble embrague PDK de 8 velocidades con cambio mediante levas tras el volante.
Esto se traduce en que, al girar la rueda de contacto del coche, uno de los elementos más rudimentarios y menos glamurosos del coche, la fiesta empieza.
La bestia despierta, abre sus ojos (enciende las luces), pestañea (calibra la excelente iluminación) y el corazón empieza a latir (el motor se enciende y su sonido recuerda al movimiento desde abajo hasta arriba de un director de orquesta que pide a sus músicos subir la intensidad y el volumen).
Entonces llega el momento de desconectar el botón de aparcamiento y el freno de mano, insertar la primera marcha seleccionando la D y rodar los primeros metros con un estruendo que solo se reduce cuando el motor ha tomado temperatura.
Iniciar la marcha con un «nueve once» es alucinante. Me lo vas a permitir, sentirte en un icono, aunque se hayan fabricado millones durante sus más de 5 décadas de vida, no resta un ápice de emoción y elitismo al asunto.
Entonces notas como el motor que se sitúa tras de ti empuja, mueve las cuatro ruedas y eres tú quien le dice adónde ir con el movimiento de las manos sobre el volante. El dócil Porsche 911 Carrera 4S en modo Normal responde como un fiel amigo.
Te escucha, le escuchas, le hablas, te habla, le acaricias, te mueve y te catapulta en cuanto rozas el acelerador, una suave presión sobre el pedal derecho te mostrará en cualquier circunstancia que su poderío esta ahí cuando lo quieras, solo tienes que decirle cuán rápido quieres que sea demostrándolo según el modo Sport o Sport Plus, en el cual es recomendable no descuidar la forma física del cuello y estar siempre alerta ante una aceleración o relajación del pie derecho sobre el pedal ya que, los latigazos hacia delante o hacia detrás son similares a los de un coche con problemas de arranque, ese vaivén de la cabeza que ve incapaz de quedar en la vertical del cuello al pisar el acelerador es adictivo.
Como su sonido. Un escape que puede ser más estruendoso o menos gracias a la apertura manual de las válvulas que abren la caja de truenos, pero es curioso porque, con un Porsche 911 las tormentas llegan en sitios cubiertos como puentes, túneles, parkings…
Y si un coche acelera, es obligatorio que frene con la misma eficacia o más. El equipo de frenos de la unidad conducida es sencillamente perfecta. Capaz de decelerar mínimente para aminorar moderadamente la velocidad o de detener el coche ante una situación abrupta.
Acelera, frena y se desliza
Es maravilloso enlazar una curva tras otra, y tras otra y tras otra… por el estado de los neumáticos, no nos permitió florituras pero es cierto que el aplomo de este coche es sensacional gracias a una suspensión cuyo tarado se vuelve más enérgico con los modos Sport o Sport Plus o cuando se activa la propia configuración PASM con mayor dureza. Las cuatro ruedas pueden pasar sobre una superficie cualesquiera que la suspensión responderá de la forma más efectiva y cómoda posible, tanto es así que, habituado a circular con otros coches por donde conduje este Carrera 4S el Porsche 911 me demostró ser mucho más cómodo que algunas berlinas generalistas y mucho más eficaz que deportivos cuyo ajuste más espirituoso permiten. Equilibrio y eficacia en el mismo conjunto.
Entonces, la sincronización entre motor, frenos, suspensión y dirección ponen de manifiesto que este coche es un deportivo para disfrutar allá donde quiera que circule porque, es un coche cómodo para el día a día, sí, para diario, y excepcional para los momentos de distensión, máxime si se circula por carreteras donde las rectas se presenten en un porcentaje minoritario.
Entonces ¿cuál es el punto flaco del Porsche 911 Carrera 4s? Ninguno. Ni siquiera por los 147.065 euros de la que parte esta variante. No es un coche familiar, ni siquiera es un coche para transportar más viajeros que el que se desee, en singular, una persona que quiera disfrutar de un trayecto en un coche excepcional, capaz de mostrarse como un purasangre (puristas, a mí) de poderío por explotar en cualquier momento y docilidad máxima (cuando los neumáticos están en plenas condiciones, todo sea dicho de paso).
Un deportivo de calidad, con lujos contenidos pero emociones desbordantes, emociones y sentimientos relacionados con la felicidad, la alegría, la pasión, la incredulidad, el disfrute, el placer… de conducir, de estar, de vivir la vida en un Porsche-novecientos-once Carrera 4S.
Un coche con el que quisiera vivir cada día de mi vida. Sin más.
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