508 Peugeot Análisis Berlinas Pruebas
Prueba Peugeot 508 1.6 BlueHDi Allure, rodador incansable
El año llega a su fin, las Navidades están haciendo de las suyas, y con ellas una de las grandes «tradiciones», los viajes. Son muchas las familias que se reúnen en Navidad tras realizar largas kilometradas por carretera, y por eso en Highmotor os traemos la prueba de una de las berlinas ruteras por excelencia, el Peugeot 508, en su versión 1.6 HDi Allure.
Es hora de ponerse a los mandos de esta señorial berlina de origen francés. La unidad que nos ha cedido la marca monta el propulsor de acceso de la gama diésel, un motor 1.6 HDi de cuatro cilindros y sobrealimentación mediante turbo e intercooler. Está colocado en posición delantero-transversal, ofrece 120 CV y 300 NM.
Se trata de una «re-evolución» del archiconocido 1.6 HDi del grupo PSA tan popular, que se ha montado -y se monta- en multitud de modelos tanto de Citroën como de Peugeot. No es el motor más moderno del mundo (culata de 8 válvulas, un sólo árbol de levas) pero el resultado es más que bueno gracias a los nuevos ajustes que el fabricante le ha aplicado para poder pertenecer a la nueva familia BlueHDi.
Está asociado a una caja de cambios manual de 6 velocidades, aunque en opción puede montar una transmisión automática por convertidor de par, también con 6 relaciones.

Arrancar el motor supone sentir alguna que otra vibración, sobre todo en elementos como palanca y pedales. No es algo extraordinariamente molesto, pero sí llama la atención en determinadas situaciones. La sonoridad por contra es reducida a excepción de una situación de máxima exigencia de la mecánica, ya que a altas revoluciones muestra algo de aspereza.
Este Peugeot pesa 1485 kg, y cuenta con unos desarrollos del cambio largos. El resultado es evidente si hablamos de prestaciones: no son brillantes. Con una aceleración de 0 a 100 km/h en 11 segundos, su velocidad máxima es de 202 km/h. Parte de este defecto se maquilla gracias a la encomiable elasticidad del propulsor, capaz de empujar con decisión desde poco más de 1400 vueltas, aunque el par máximo se da a 1750 revoluciones.
Una vez en movimiento, el 508 responde bien a las exigencias del acelerador. Llevarlo en el régimen adecuado de revoluciones es clave para moverse con agilidad en el tráfico. En ciudad muestra su faceta menos favorable debido a unos desarrollos demasiado largos, una caja de tacto farragoso (típico de PSA) y un radio de giro demasiado grande, obligándonos a efectuar alguna maniobra adicional respecto a otros modelos de la competencia. El consumo en terreno urbano oscila entre los 6 y los 7 litros dependiendo de la congestión.

Por contra, el 508 se encuentra muy cómodo en vías rápidas y despejadas, donde es capaz de mantener cruceros de 120-130 km/h sin esfuerzo, con una rumorosidad muy contenida y unos consumos que a poco que nos lo propongamos, serán brillantes. Si tenemos que efectuar adelantamientos (por ejemplo en carreteras nacionales), será conveniente reducir al menos una marcha. En carreteras nacionales, el consumo ronda los 4.2-4.4 litros, mientras que en vías rápidas se mantendrá rozando los 5 litros a poco que conduzcamos con normalidad.
El tacto del 508 cuando queremos realizar una conducción dinámica está bastante logrado. Los técnicos de Peugeot han sabido ajustar la berlina para que ofrezca un dinamismo muy agradable para tratarse de una berlina de corte tranquilo y viajero. El esquema de suspensión, con eje McPherson delante y paralelogramo deformable trasero, cuenta con amortiguadores convencionales, sin ningún tipo de asistencia electrónica. Ofrecen un buen nivel de confort, manteniendo a raya los movimientos de la carrocería. La dirección, de asistencia electrohidráulica, se muestra más dura a baja velocidad que la de otros rivales, pero por contra su tacto a alta velocidad es mejor. Los frenos tienen una buena eficacia, sin ser sobresalientes.

La visibilidad es buena tanto para delante como para atrás, gracias sobre todo a unos retrovisores exteriores de generoso tamaño. La luna trasera, por su grado de inclinación, no ofrece demasiada amplitud visual. Por la noche, los faros Full LED ofrecen una buena iluminación, sobre todo con la luz larga activada, que en este modelo es de accionamiento automático, comandado por una cámara situada tras el retrovisor interior. Cambia con rapidez entre cruce y larga, aunque de vez en cuando no detecta algún conductor, lo que hace que nos llevemos una ráfaga de advertencia. Llama la atención el ancho borde de color violáceo que dejan las luces, haciendo que, por ejemplo, las señales lejanas resplandezcan en todos azules y morados.
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