Prueba Ford Focus ST-Line X 1.0 mild-hybrid 155 CV: picante y comprometido con el medioambiente
Hoy ponemos a prueba al Ford Focus equipado con el acabado ST-Line X y el motor 1.0 mild-hybrid de 155 CV asociado a una caja manual de 6 relaciones.
La movilidad está cambiando a paso de gigantes pero es una transición que las marcas saben que se debe de hacer con calma. Claro ejemplo de ello es Ford, firma que ofrece una gama de productos sostenible y variada, siendo los Mustang Mach-E, el Kuga PHEV y el Ford Focus Mild-Hybrid representantes de este cambio que ya se está llevando a cabo. Pero hemos querido comprobar de primera mano si estas diferentes opciones de movilidad sostenible son compatibles entre sí y si realmente benefician no solo al medioambiente, sino también a nuestro bolsillo.
Para ello, hemos estado conviviendo durante una semana con el Ford Focus ST-Line X 1.0 Mild-Hybrid de 155 CV. Esta variante del compacto alemán vende el equilibrio perfecto entre prestaciones, confort y eficiencia pero ¿realmente es así o es una mera estrategia para reducir las emisiones globales? Vamos a descubrirlo.
Un diseño capaz de hacerle sombra al mismísimo Ford Focus ST
Pero antes de enfrascarnos en la tarea de deshacer todos los entresijos de la mecánica de este Focus, permitidme que os hable sobre su apartado estético. La unidad que me acompañó durante una semana se encontraba equipada con el acabado ST-Line X. ¿Esto en qué se traduce? En un equipamiento muy generoso y en una estética con extra de picante.
En el frontal destaca una imponente parrilla tipo panel de abeja, la cual se complementa con una defensa ancha y más afilada. El lateral, por su parte, hace gala de unas llantas de de 18 pulgadas opcionales y de una fina y esbelta silueta que da pie a la zaga.
Es aquí donde el Ford Focus con el acabado ST-Line X muestra ese lado picante gracias a un acusado alerón y a un difusor que acoge a una doble salida de escape lateral de verdad de la buena. ¿El problema? Que no hay demasiadas diferencias estéticas entre este acabado y un Ford Focus ST al uso, por lo que tal vez no sea plato de buen gusto para los propietarios de este último.
Un interior agradable y funcional
Pero el Ford Focus de cuarta generación no solo presenta una estética más estilizada y moderna, sino también un habitáculo a la altura de las corrientes tecnológicas actuales. Con esta premisa, el compacto americano cuenta con un interior fresco, agradable y, sobre todo, funcional, algo de agradecer teniendo en cuenta algunas modas que abundan en el sector automovilístico.
La firma del óvalo sometió hace no mucho al Focus a un leve pero acertado restyling con el que, además de nuevas mecánicas, se introdujo un elemento clave: el cuadro de mandos digital. Ahora, el salpicadero del Ford Focus se encuentra protagonizado por una instrumentación completamente digital representada por medio de una pantalla de 12,3 pulgadas. Sus gráficos son agradables, sencillos de leer y muestra una fluidez más que correcta; pero su punto negativo es que no tiene tanta personalización como la de algunos de sus rivales europeos.
Al mismo tiempo, Ford sigue ofreciendo una pantalla central de 8 pulgadas para albergar el sistema de infoentretenimiento por medio del sistema SYNC 3. Esta muestra un comportamiento fluido, ágil y rápido, aunque su posición es demasiado adelantada para poder vislumbrar toda la información sin hacer ademanes de giro con la cabeza.
Pero sus virtudes continúan por tener conexión tanto con Apple CarPlay como con Android Auto y, sobre todo, por contar con mandos físicos, algo que parece mentira que se esté perdiendo. La climatización también cuenta con este tipo de mandos y, en general, nos encontramos con una zona del salpicadero blanda y agradable al tacto.
No obstante, la consola central escasea en lo que a materiales blandos se refiere, dejando, junto al resto del habitáculo, que el plástico duro sea el principal protagonista; aunque eso sí, con buenos ajustes. Pero un tirón de orejas se lleva Ford por las plazas posteriores, donde las puertas presentan más plásticos duros y no hay ni salida de aire ni tomas USB para los ocupantes, algo con lo que sí cuentan la mayoría de sus rivales.
En lo que a habitabilidad se refiere, nos topamos con unas plazas traseras laterales anchas, cómodas y con espacio suficiente tanto para la cabeza como para las piernas, aunque ojo si somos altos, puesto que la pronunciada caída del pilar C provocará que tengamos que agachar algo la cabeza para poder acceder a estas. La plaza central no es especialmente ancha ni su respaldo es demasiado blando, pero contamos con un túnel de transmisión muy poco acusado, por lo que podremos llevar los pies cómodamente.
El maletero en esta versión mild-hybrid no se encuentra perjudicado, puesto que la batería se aloja debajo del asiento del copiloto. Con esta premisa, nos encontramos con 341 litros de capacidad, cifra que se posiciona más o menos en la media del segmento y que se encuentra arropada por una boca de carga plana y por unas formas muy regulares.
Preciso como pocos
Sabemos que los motores tricilíndricos están suscitando muchas dudas e inquietudes -incluso miedos- entre el público actual, pero Ford ha querido cambiar la fama de este tipo de configuración. Para ello, han decidido con esta renovación del Focus incluir un propulsor de tres cilindros turbo y 1.0 litros que, arropado por un sistema de micro-hibridación, desarrolla 155 CV y 235 Nm de par.
Los 155 CV hacen acto de presencia casi al final de la vida útil del tacómetro, a 6.000 vueltas, mientras que los 235 Nm de par llegan en los primeros compases, a 2.000 rpm. De esta forma, nos encontramos con un motor tricilíndrico enérgico, que no titubea en ningún momento y capacitado para ofrecernos un contundente empuje superadas las 2.000 vueltas y, sobre todo, bien entradas las 3.000.
Y es que es uno de los aspectos más agradables y ventajosos de este motor, su fuerza. Estira con ganas y con gracia, nublando casi por completo su condición de tres cilindros y dejándonos una muy buena sensación. Para gestionarlo, Ford nos ofrece una caja manual de seis relaciones con recorridos cortos, tacto agradable e inserciones con cierto regusto a mecánico.
En autopista el conjunto es ejemplar, permitiéndonos disfrutar de una buena patada en prácticamente cualquier rango de revoluciones e incluso en marchas altas. Como contrapunto, nos encontramos con unos modos de conducción muy radicales entre sí, logrando que el modo ECO «cape» demasiado al motor y un modo Sport muy enérgico tras regular la respuesta del motor y del acelerador. El resto de elementos se mantienen inalterados cuando escogemos este modo.
Esto se traduce en cierto letargo a la hora de realizar adelantamientos si circulamos con el modo ECO, por ejemplo. En lo que a comodidad se refiere nos encontramos con un coche bien aislado tanto acústica como aerodinámicamente, aunque su suspensión -que presenta un buen tarado- se siente algo seca, provocando que notemos con más diligencia que en algunos de sus competidores los rotos del asfalto y resaltos del mundo urbano. Con todo esto, durante la prueba en autopista se conisguió registrar un consumo de 6,5 litros a los 100, que no está mal pero que se antoja algo elevado si lo comparamos con el de sus rivales de misma condición y un cilindro más.
Si decidimos abordar la ciudad nos toparemos con un Ford Focus práctico. Sus medidas de compacto nos invitan a callejear sin demasiados inconvenientes, y sus muchas ayudas a la conducción también participarán en hacernos el día a día más fácil. Su motor sigue mostrando el mismo carácter -muy agresivo en el modo Sport, muy aletargado en el modo ECO y no tan equilibrado como me hubiera gustado en el modo Normal- y los únicos puntos negativos que podemos encontrar en ciudad es, una vez más, una suspensión algo seca y una rumorosidad y vibración algo elevadas cuando el motor está al ralentí.
Aquí sí que gozaremos de unos consumos más contenidos de lo esperado gracias a la intervención más reiterada del sistema mild-hybrid. Su funcionalidad se encuentra representada en el cuadro de mandos por medio de una rueda dentada cuando está ofreciendo energía y por medio de una batería cuando se recarga. Es cierto que en ningún momento actúa por cuenta propia, pero ofrece ayuda tanto en las aceleraciones como en las deceleraciones, consiguiendo que el consumo medio en el entorno urbano sea de 7,8 litros a los 100.
Pero el Ford Focus brilla, sobre todo, en carretera. Y es que en dicho entorno nos encontramos con un coche con una puesta a punto deliciosa. Su chasis nos permite disfrutar de un paso por curva preciso y afilado, sensación en la que también participan su suspensión y su dirección rápida, precisa aunque poco comunicativa. Tampoco debemos olvidarnos de su motor de tres cilindros, que vuelve a obsequiarnos con ese carácter tan explosivo.
Conclusión
Como decía al principio de esta prueba, la movilidad está cambiando. Claro ejemplo de ello es el Ford Focus con esta motorización, que demuestra que los cambios no son siempre a peor y que, pese a ellos, podemos seguir disfrutando de coches equilibrados y con gracia pese a su condición de motor tricilíndrico que ante mis ojos está demonizada injustamente.
Como puntos negativos nos encontramos con un coche que cuenta con unos materiales mejorables sobre todo en las plazas posteriores, con cuadro de mandos poco configurable y con una suspensión algo seca si priorizamos sobre todo el confort. En contraparte, el compacto americano destaca por un motor enérgico, un chasis con una muy buena puesta a punto y un conjunto muy equilibrado en todos los aspectos.
Al mismo tiempo, debemos de tener en cuenta un precio de 33.000 euros teniendo en cuenta todos los extras con los que contaba la unidad de pruebas. Es cierto que se antoja como un precio elevado, pero también debemos de tener en cuenta configuraciones más modestas pero equipadas con el mismo motor, el cual no deja de ser la joya de la corona de este Ford Focus 1.0 mild-hybrid.
Deja un comentario