Así van a cambiar nuestras ciudades: ¿estás preparado para la movilidad del futuro?
Digitales, sostenibles e inteligentes. Así se está transformando la movilidad en las ciudades, con el objetivo de ser más humanas. Estos son los cambios que nos esperan y para los que conviene que estar preparados.
La movilidad en las grandes ciudades es todo un desafío. Bueno, en realidad no solo lo es la movilidad, sino la gestión de todo lo relacionado con el día a día en las grandes urbes para conseguir una mejor calidad de vida para los ciudadanos: gestión de la energía, el agua o los residuos, reducción de las emisiones de CO2, nuevas formas de movilidad…
Hay que tener en cuenta que, en la actualidad, más del 55% de la población mundial se concentra en las grandes ciudades. Y se estima que la cifra siga aumentando, para superar el 60% ya en 2030, llegando casi al 70% en 2050. En España, por ejemplo, más del 70% de los habitantes se concentran en apenas un 1% de la superficie, y ciudades como Madrid y Barcelona acogen prácticamente la cuarta parte de la población.
Todos los expertos auguran un cambio drástico en las grandes ciudades para los próximos años, debido a la alta contaminación, la evolución demográfica, la presión inmobiliaria o los costes del transporte, entre otros muchos factores. Sin olvidarnos de la pandemia de la covid-19, que nos ha traído nuevos retos y ha provocado un efecto catalizador a la hora de repensar el entorno urbano y la forma en la que hacemos uso de él.
Sin duda, uno de los mayores cambios en las ciudades del futuro en la transformación hacia las ciudad inteligente o “smart city” se va a producir en la movilidad, siempre entendiendo la movilidad del futuro como una solución. Esta transformación ya se ha iniciado. Pero las ciudades inteligentes nos plantean nuevos retos y nos traen tecnologías para las que conviene estar preparados.
Vamos a repasar las más importantes.
Electrificación: híbridos enchufables y coches eléctricos
Por mucho que soluciones como el carsharing puedan resultar ideales, el coche particular seguirá desempeñando un papel clave entre las distintas ofertas de movilidad urbana del futuro. Esto es algo que ya estamos viviendo. Y para que un coche resulte atractivo desde el punto de vista tecnológico en la ciudad del mañana, tendrá que cumplir unos requisitos que pasan, en primer lugar, por la electrificación; y en segundo lugar, por su capacidad de conexión en red.
De hecho, en la actualidad ya existe un sistema de etiquetado ecológico para los vehículos que los clasifica, curiosamente, no en base a sus emisiones reales, sino en función del tipo de tecnología que utilizan. Aunque el sistema de etiquetas va a experimentar cambios, hay algo que va a seguir siendo igual: si quieres un coche con el que poder acceder al centro de las grandes ciudades, y disfrutar de ventajas adicionales (reducciones de la tarifa de aparcamiento, utilización del BUS-VAO, etc), tienes que plantearte un coche con etiqueta ECO o etiqueta CERO de la DGT.
Hay coches como los de gas, ya sean de GLP o GNC, que permiten acceder a la etiqueta ECO. Pero la tendencia es a la electrificación. Los híbridos auto-recargables son ya un estándar, y los híbridos enchufables son la mejor alternativa para hacer de puente entre estos últimos y el coche de propulsión 100% eléctrica. Ya hay coches eléctricos de todos los precios y en todas las categorías del mercado, y aunque va poco a poco, parece que las administraciones se están “poniendo las pilas” para acelerar la implantación de una infraestructura de recarga acorde con las necesidades.
Lo que quiero decir es que, antes o después, tendrás que ir pensando en que para moverte por la ciudad en un coche particular, tendrás que “enchufarte”. Y si no, una de las soluciones como alternativa al transporte público siempre puede ser el coche compartido.
Carsharing: la opción del coche compartido gana fuerza
Emov, Zity, Share Now, Wible… Si eres de los que sabes de lo que hablamos y ya has utilizado alguna vez sus servicios, prepárate para ir añadiendo nuevos contendientes, porque llegarán más. Si no, convendría que vayas conociendo los servicios de carsharing.
Básicamente son compañías que ofrecen servicios de alquiler de coches que difieren del alquiler tradicional en que puedes disfrutar del vehículo incluso por minutos, aunque existen bonos o packs para hacerlo también por horas, días, semanas… Funcionan a través de una app en la que hay que darte de alta y registrarte para acceder al vehículo a través de la propia aplicación, sin utilizar tarjeta o llave. La propia app te permite localizar dónde hay un coche aparcado en la ciudad cerca de tu ubicación actual, y tras su utilización, simplemente podrás dejarlo aparcado donde quieras, siempre dentro del perímetro regulado por cada compañía.
Normalmente los coches de carsharing son pequeños, eléctricos o de bajas emisiones, y te permiten moverte por la ciudad sin restricciones si no tienes coche propio o no puedes utilizar el tuyo. Suelen tener tarifas asequibles (en torno a 20 céntimos el minuto), y puedes aparcar gratis en zonas de aparcamiento restringido.
Micromovilidad: ¿el futuro de la movilidad urbana?
Según los expertos, integrar la micromovilidad urbana en las ciudades será una de las claves del éxito del transporte urbano de futuro. Pero… ¿qué es eso de la micromovilidad?
Pues se engloban con este nombre a todas aquellas formas de transporte mediante vehículos ligeros que permiten recorrer distancias cortas. Aquí entrarían tanto las bicicletas (convencionales o eléctricas), los cada vez más populares patinetes y scooters… Podemos decir que se incluyen en el término micromovilidad aquellos sistemas de transporte ligeros que no necesitan motores de combustión, y permiten recorrer distancias de unos 10-15 km sin emisiones.
Y de nuevo aquí entra el concepto de la movilidad como servicio. ¿Te imaginas poder salir de casa y subirte a una bicicleta eléctrica que has reservado desde una app para llegar a la estación de metro y, una vez que abandonas el transporte público, utilizar un patinete hasta el mismo punto final de tu destino? China o Estados Unidos ya van por delante en la micromovilidad como servicio. Las posibilidades son enormes, siempre a través de la digitalización: pases especiales que permitan acceso combinado a transporte público y utilización de patinetes o bicis eléctricas, smart cards o tarjetas inteligentes de movilidad integrada…
Coches conectados entre sí… y con la infraestructura
La nube y el 5G. Seguro que también has oído hablar de estos conceptos. Más aún: raro será que no tengas algún archivo o dato almacenado en la nube, a poco que utilices un ordenador o un dispositivo móvil. Y el 5G… pues acabará llegando a todos, como ya lo hizo el 3G, y luego el 4G. La conectividad entre los vehículos, las personas y la infraestructura es lo que permitirá optimizar la utilización del espacio, la gestión de los edificios o el tráfico.
Piensa en el potencia que ofrecen los servicios ultraconectados, que permiten acceder en tiempo real a la información. El coche se comunica con la infraestructura, fusionando la realidad y la virtualidad. De esta forma, el propio vehículo se convertirá en un medio de interacción social, y un interfaz con la ciudad digital. Sirviéndose de sus múltiples cámaras y sensores podría, por ejemplo, incluso avisar de forma automática de la aparición de un bache en la calzada, o de un árbol que hay que podar porque tapa una señal de tráfico. Aquí ya analizábamos cómo va a revolucionar al conducción la tecnología 5G.
Pero vayamos paso a paso. De momento, esto es lo primero que veremos:
Control del flujo del tráfico
Una ciudad inteligente debe ser flexible a la hora de gestionar el tráfico. Ahora se está prohibiendo el acceso total a algunas ciudades, pero un sistema de control del flujo del tráfico podría permitir gestionar los distintos usuarios que pueden acceder a la ciudad en función de la hora, del tipo de coche, de la gestión que se vaya a realizar y el tiempo que cada usuario tenga que pasar en la ciudad… Hasta podría establecerse un sistema de incentivos que permitiese a los usuarios ganar y acumular puntos si cambian de sistema de transporte.
Semáforos inteligentes
Uno de los ejemplos más claros de gestión de los flujos del tráfico son los semáforos inteligentes. Audi ya ofrece en algunas ciudades europeas un sistema de información de semáforos que permite a los conductores de sus coches aprovecharse de lo que denominan la “ola verde”, con indicaciones en la instrumentación que permiten adaptar la velocidad para desplazarse intentando aprovechar los semáforos cuando están en luz verde.
Esto cobra especial importancia en el caso de los coches eléctricos o híbridos enchufables: ¿para qué acelerar y gastar energía y contaminar si voy a llegar a un semáforo para estar parado? Mejor dejar trabajar al sistema de recuperación de energía y acumular carga en la batería. Otras aplicaciones serían, por ejemplo, la adecuación automática de la secuencia de los semáforos según el tráfico, o incluso según necesidades puntuales del mismo, como por ejemplo, favorecer la circulación para el paso de un vehículo de emergencias, como una ambulancia.
Aparcamiento pilotado y automatizado.
No, aquí no te voy a hablar de coches con sensores que detectan un hueco de aparcamiento y maniobran solos cuando pulsas un botón. Incluso desde fuera del vehículo, controlando la maniobra con el teléfono móvil, algo que es posible desde hace tiempo.
También es posible ya que coches de una misma marca, conectados entre sí y por medio de la nube, intercambien datos para informar al resto de usuarios cuando uno de ellos deja una plaza de aparcamiento libre.
El siguiente paso es el aparcamiento totalmente pilotado y automatizado, en zonas diseñadas a tal efecto en colaboración con promotores inmobiliarios. El usuario llegará a una zona de aparcamiento en la que bastará con dejar el coche y que éste aparque solo, desplazándose de forma autónoma por el interior del garaje, que ofrecerá un mejor aprovechamiento al no necesitar de espacio entre coches para que los conductores entren y salgan del vehículo.
En estos edificios de aparcamiento asistido desaparecerán las escaleras, los ascensores, los pasillos para los peatones… El conductor sólo tendrá que dejar el coche a la entrada, y “reclamarlo” a la vuelta a través de una app en su dispositivo móvil, para pasar a utilizar algún otro sistema de micromovilidad urbana hasta que vuelva a necesitar el coche. Aplicar esta fórmula a edificios como hoteles, grandes aparcamientos públicos o centros comerciales liberará espacio subterráneo y en superficie, con el beneficio que supone para los ciudadanos.
El coche autónomo… ¿para cuándo?
Aunque últimamente parece que la fiebre por el coche autónomo ha bajado un poco, esta tecnología sigue avanzando, y desempeñará un papel fundamental en la ciudad inteligente del futuro. Sobre todo en flotas de vehículos que realizarán trayectos determinados, reservados para este tipo de vehículos, que no necesitarán conductor.
Por ejemplo, de la ciudad al aeropuerto, o a una estación de tren. O en ejes principales desde la periferia al centro de las ciudades. Todavía tardaremos un poco en ver desplegarse esta tecnología con todo su potencial. Los fabricantes ya han demostrado de lo que es capaz, pero falta una regulación y una normativa al respecto que regule la conducción autónoma o pilotada. Sobre todo a efectos de quién es el culpable final en caso de que se produzca un fallo o un accidente.
Coches voladores: no tan lejos…
No, no están a la vuelta de la esquina. Pero tampoco quedan tan lejos. No pienses que en el futuro vas a poder elegir pulsar un botón cuando llegues a un atasco y que tu coche despliegue sus alas o sus rotores para cambiar el asfalto por el aire conduciendo tu propio coche volador. Al menos a medio plazo.
Sin embargo, son muchas ya las marcas que tienen en marcha proyectos de coches voladores. Aunque más bien habría que llamarlos vehículos de movilidad aérea, o aerotaxis, que podrían ser autónomos, recorriendo ciertas rutas previamente definidas.
Los centros de movilidad del futuro serán muy importantes en este sentido, puesto que podrían conectar medios de transporte como las lanzaderas sin conductor o los aerotaxis con otros medios de transporte urbanos.
El bigdata, la inteligencia artificial y la tecnología blockchain
Esto te sonará, como lo de los coches voladores, un poco a película de ciencia ficción, pero está todo relacionado. Ten en cuenta que una smart city o ciudad inteligente no deja de ser un sistema dinámico que, debido a la necesaria conectividad entre los vehículos, las personas y la infraestructura, requiere de captación de datos, de su procesamiento en la nube y, por supuesto, de la comunicación inalámbrica.
En la medida en que se invierta y se desarrollen estas tecnologías, será posible progresar hacia las ciudades inteligentes. Las tecnologías del denominado Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) nos proporcionan la plataforma para que los distintos dispositivos se conecten e intercambien información. Y esto no es aplicable sólo a los coches: piensa en la transformación de servicios como la recogida de basuras, el alumbrado, el riego…
Pero ahora viene la segunda parte: el IoT genera tal volumen de datos que se hacen necesarias tecnologías como la Inteligencia Artificial y el big data. Sólo de esta forma se pueden almacenar y procesar los datos para su posterior análisis, de forma que se pueda extraer la información relevante que permita seguir avanzando, por ejemplo, generando modelos de predicción.
Ya lo hemos hablado antes: aplicaciones que informan de plazas libres de aparcamiento, por ejemplo. Otro más: marcas como Ford recurren al Big Data para desarrollar soluciones inteligentes que ayuden a identificar dónde se producen las incidencias de tráfico, lo que permite a las autoridades tomar medidas preventivas. También se puede analizar, por ejemplo, cómo funciona la programación de los viajes de los vehículos de reparto en la ciudad, enviando los datos a la nube para cambiar horarios y mejorar el tráfico.
Por último, está la tecnología blockchain. Es la que permitirá aumentar la confianza en todos esos datos, favoreciendo el mejor uso posible de la infraestructura y de los recursos que nos ofrezcan las ciudades.
Los desafíos de la ciudad inteligente
La aplicación de todas estas tecnologías tiene desventajas. Algunos expertos apuntan a la posible limitación entre contactos humanos, pero la que realmente preocupa es la de la confidencialidad y seguridad de los datos.
Por otro lado, para la implementación de forma exitosa de muchas de las tecnologías de las que hemos hablado en una ciudad inteligente también será necesario una colaboración máxima entre los sectores público y privado, así como entre las organizaciones gubernamentales y los ciudadanos.
Porque lo que está claro es que la tecnología en sí para el desarrollo de la ciudad inteligente ya existe. Lo demás es solo cuestión de voluntad, entendimiento… y tiempo.
Si quieres saber más sobre la movilidad y las ciudades del futuro, te animamos a que visites del 24 al 26 de septiembre MOGY, la primera feria de sostenibilidad global de España.
Deja un comentario