Coches ordinarios que equiparon motores dignos de admirar (Pt. 2)
Hoy os traemos la segunda parte de esa lista de vehículos más bien ordinarios pero que equiparon propulsores poco comunes en sus segmentos y dignos de admirar
Visto el éxito acontecido tras la primera parte de esta posible saga de artículos, nos hemos visto en la obligación de proseguir saciando vuestras ansias de saber. No obstante y antes de entrar en materia, queremos aprovechar para aclarar una vez más el objetivo de este artículo -y de la primera parte- que hoy nos ocupa: pretendemos recopilar una serie de vehículos normales y corrientes pero que, en algún momento de su vida comercial, equiparon motores con una configuración poco usual o simplemente un motor más propio de exclusivos deportivos y no de coches aptos para todos los públicos y pertenecientes a segmentos ordinarios; de ahí la falta de Ferrari, Lamborghini y una larga retahíla de grandes vehículos.
Así que una vez aclaradas nuestras intenciones con este artículo, vamos a proceder a enumerar y hablar de las características técnicas de ciertos vehículos que contaban en su lista de opciones con motores poco ortodoxos a los ojos de un Gobierno que tiene como objetivo reducir a toda costa las emisiones de CO2 entre otros menesteres.
Renault Avantime V6
Renault quiso revolucionar el sector automovilístico con un coche incomprendido y adelantado a su tiempo, el Avantime. Se trataba de un modelo que quiso modificar el concepto de monovolumen a su antojo al contar con tan solo dos puertas y con una estética más propia de un prototipo que de un coche de producción.
No obstante, el llamativo y peculiar diseño del Renault Avantime no era lo único que llamaba la atención, sino también su apartado mecánico. Y es que el escalafón más alto de su gama de motores se encontraba protagonizado por un portentoso V6 de 3.0 litros atmosférico capaz de producir 210 CV y 285 Nm de par. Sin lugar a dudas una mecánica poco habitual en el segmento de los monovolúmenes.
Mercedes-AMG R 63
Siguiendo en el mundo de los monovolúmenes no debemos olvidarnos del Mercedes-Benz Clase R, modelo que nació tras la idea de desarrollar un vehículo capaz de combinar lujo y exclusividad con la capacidad de llevar a siete pasajeros. Pese a que el concepto no resultó malo, es cierto que su bajo número de ventas obligó a la casa de la estrella a retirar al Clase R del mercado mucho antes de lo previsto.
Sin embargo, los ingenieros de Mercedes tuvieron tiempo suficiente para unir fuerzas con AMG para desarrollar lo que nadie habría imaginado: un R 63. Dicha variante se posicionó en lo más alto de la cadena alimenticia de los monovolúmenes con un exultante V8 de 6.2 litros capaz de erogar 510 CV y 630 Nm de par.
Volkswagen Passat W8
Hubo una época en las que las marcas no le temían al downsizing y podían permitirse el lujo de sacar al mercado motores intrépidos y sin miedo a las leyes. Qué tiempos aquellos en los que Volkswagen tuvo la genial y estrambótica idea de equipar al Passat B5 con un W8. Sí, has leído bien, un Passat equipado con uno de los motores más carismáticos creados por el Grupo Volkswagen.
Dicha variante se diferenciaba principalmente por una estética más picante en la que cobraba protagonismo una cuádruple salida de escape. No obstante, el verdadero centro de atención era ese W8 de 4.0 litros que se encontraba en la tesitura de desarrollar 275 CV y 370 Nm de par.
Lotus Omega
Durante muchos años, el buque insignia de Opel fue el espectacular Omega, modelo que intentó poner contra las cuerdas a los BMW Serie 7, Audi A8 y Mercedes-Benz Clase S de la época. No obstante, Lotus se metió por medio para dar vida a un Omega que jamás habríamos imaginado.
Fue en el año 1989 cuando la firma del rayo decidido colaborar con Lotus para desarrollar una variante deportiva de su berlina más lujosa. Dejando atrás la característica ornamentación de un vehículo del calibre del Omega, la marca inglesa aprovechó para introducir elementos como una defensa más exuberante o un alerón de generosas proporciones.
Pero fue el apartado mecánico el que se encargó de marcar la diferencia. Y es que tanto los ingenieros de Opel como los ingenieros de Lotus apostaron por un seis cilindros en línea de 3.6 litros biturbo capaz de producir 377 CV y 569 Nm de par. Dichas cifras catapultaban a la berlina germano-inglesa hasta los 100 km/h en 5,4 segundos y permitían que su velocidad máxima fuese de 280 km/h.
BMW M5 E60
BMW siempre se ha caracterizado por contar con una remesa de vehículos deportivos digna de admirar, pero si debemos destacar a uno de ellos es al BMW M5 E60. Dicha variante de la berlina bávara contó con uno de los motores más espectaculares en lo que a sonoridad y prestaciones se refiere.
En las entrañas del M5 E60 se escondía un V10 derivado de la Fórmula 1 con la línea roja del tacómetro en 8.250 rpm. Dicho propulsor desarrollaba la friolera de 507 CV y 520 Nm de par, prestaciones que le permitían acelerar de 0 a 100 km/h en 4,6 segundos y alcanzar los 317 km/h de velocidad máxima sin limitador.
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