7 malos hábitos que debes evitar si no quieres que tu coche acabe en el taller
Los automovilistas tenemos toda malos hábitos que, a la larga, pueden hacer que nuestro coche acabe teniendo que visitar el taller y vea reducida su vida útil
Las malas costumbres terminan por ser fuente de graves y serios problemas. Y de igual modo que si no cuidamos nuestra mente y nuestro cuerpo, a la larga acabaremos padeciendo una serie de enfermedades y achaques, con nuestro coche sucede lo mismo. Los vicios que adquirimos a la hora de conducir y el tipo de mantenimiento al que sometemos a nuestro vehículo son vitales a la hora de alargar la vida en condiciones de uso gratificante de nuestro coche.
Aquí te contamos algunos de los hábitos en los que debes evitar caer si no quieres verte obligado a pagar importantes reparaciones en tu automóvil o a tener que cambiar de marca y modelo de vehículo por cambiar de coche anticipadamente, mucho antes de la fecha en la que considerabas que lo harías.
Alargar los plazos de las operaciones de mantenimiento
El plan de mantenimiento que los fabricantes establecen para sus vehículos no hay que tomárselo a broma. Y no sólo lo decimos porque saltarse una de las revisiones programadas signifique perder de inmediato las garantías que el fabricante nos ofrece al comprar el coche, sino también porque considerar ahorros el alargamiento de los plazos de revisión del vehículo es una de las peores acciones que puedes hacer en tu vida.
Lejos de suponer un ahorro, saltarse revisiones tiene importantes consecuencias. El mantenimiento regular de los filtros y los cambios de aceite son la vida para el motor de tu coche, especialmente para todo aquello que no ves cuando levantas la tapa del capó, sus partes interiores. Circular con el aceite limpio y con el nivel adecuado es una de las principales medidas que contribuyen a obtener unos reducidos consumos y unas bajas emisiones. Así, al ahorro en combustible le añadiremos reducciones en los costes de mantenimiento tanto del filtro de partículas como del resto del resto del sistema de escape del coche.
Arrancar bruscamente el coche
En semanas tan frías como la presente, al igual que en cualquier otro momento del año, muchos automovilistas calientan el motor realizando bruscos acelerones. Una mala idea que no aporta ningún bien ni acelera los procesos, solo los altera. Los distintos componentes del motor y los fluidos que permiten deslizarse a las piezas móviles del mismo sin griparse debido a la fricción precisan alcanzar una temperatura adecuada para su óptimo funcionamiento. Al realizar esos acelerones estás provocando que el motor trabaje a fuerte rendimiento sin haber alcanzado dicha temperatura. Eso acelera el desgaste de las piezas y acelera la pérdida de eficiencia de la mecánica, incrementando los consumos de combustible, elevando las emisiones del motor, provocando averías y reduciendo el rendimiento.
Mover la dirección con el coche parado
Si quieres que tanto los neumáticos como los distintos componentes de la suspensión delantera y de la dirección del coche te duren y se mantengan en perfecto estado, procura no mover la dirección cuando el coche está parado. Mover la dirección con el coche estacionado o parado, provoca importantes desgastes en los neumáticos de las ruedas directrices del coche. Lo mejor que puedes hacer es arrancar el coche. Al activarse la dirección asistida, será mucho más sencillo mover el coche y evitarás que se deterioren tanto los elementos elásticos de dirección y suspensión delantera, como los neumáticos directrices del coche.
Conducir lentamente y con demasiada tranquilidad
Los excesos se pagan. Tan malo es pecar por exceso como hacerlo por defecto. Conducir a baja velocidad nos permitirá ahorrar combustible, pero si lo hacemos en marchas demasiado largas podemos terminar por afectar al buen funcionamiento de la transmisión del coche, dado que la mecánica trabajará sin alcanzar su nivel de rendimiento óptimo, lo que provocará incrementos no deseados en el consumo de combustible. Conducir en marchas largas también afecta a la cifra de par disponible. Si circulamos a bajos regímenes del motor no generará vueltas suficientes como para que la mecánica nos permita disponer del par máximo necesario para optimizar el rendimiento y, en ocasiones, la seguridad tanto del vehículo como de sus ocupantes se puede ver seriamente comprometida al no disponer el motor de reserva suficiente de par y potencia como para solventar los posibles riesgos.
Conducir de manera agresiva o hacerlo demasiado bruscamente
Las brusquedades también tienen importantes consecuencias de cara a prolongar la vida de nuestro vehículo. De entrada consumiremos una notablemente mayor cantidad de combustible y, por ello, generaremos aún mayor cantidad de emisiones. Los neumáticos se desgastarán con mayor frecuencia, es decir, habrá que gastar más dinero en su reposición, y eso puede afectar también a nuestra seguridad y a la del resto de pasajeros del coche.
El motor se calienta en exceso de forma innecesaria, lo que a la larga provocará desgastes tanto en sus piezas móviles como en la caja de cambios y en el sistema de frenado del coche con la consiguiente reducción de su vida útil, y el encarecimiento de las labores de mantenimiento y conservación del vehículo.
Apoyarse en el pomo de la palanca del cambio y usar el embrague en exceso
Ambas costumbres también pueden reportar graves consecuencias a nuestro coche (multas y sanciones). Bastante desgaste ya tiene el embrague por su uso normal en el vehículo como para que encimas le añadamos aún mayor desgaste sin necesidad. El embrague es un elemento de desgaste que se va deteriorando en cada uso que hacemos del mismo. Por tanto cuantas más veces lo usemos innecesariamente, más estaremos contribuyendo a anticipar el mismo.
De igual modo, conducir con una mano permanentemente sobre la palanca del cambio no solo es un hábito peligroso que pone en peligro tu seguridad, también pueden provocar importantes averías en la transmisión, dado que con esos movimientos se genera innecesariamente una presión sobre los distintos mecanismos internos del cambio. Con ello provocaremos desgastes anómalos, holguras en los rodamientos, y toda una serie de futuras imprecisiones en los cambios que se traducirán en vibraciones a bordo del coche.
Apurar el depósito hasta la última gota
Aunque la reserva ofrece hasta 100 km. de autonomía por regla general, no es una ciencia exacta y es fácil que puedas quedarte tirado. Pero más allá de tener que esperar tirado en la carretera, el problema añadido puede venir derivado por la bomba de combustible, dado que al apurar el depósito hasta la última gota se obliga a trabajar en exceso a la bomba un elemento cuya reposición no es precisamente barata.
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