Audi Q5 Q5 Sportback Pruebas SUV
He probado el nuevo Audi Q5 y te cuento cómo va, por qué me parece el mejor Audi y qué versión me compraría

La tercera generación del Audi Q5 llega al mercado español con dos variantes de carrocería, motores gasolina y diésel con hibridación ligera y etiqueta ECO, más calidad y tecnología que nunca… y la misma versatilidad que siempre.
Cuando se lanzó al mercado la primera generación del Q5, allá por 2008, ya me pareció uno de los mejores Audi de la gama. Cierto que eran otros tiempos. Para empezar, no había llegado la electrificación, la fiebre SUV todavía no estaba en su punto más álgido y la familia «Q» de Audi solo contaba hasta ese momento con el Q7, presentado tres años antes. Ahora, quince años después del primer Q5, Audi tiene siete modelos SUV -casi todos con su correspondiente versión Sportback-, tres de ellos totalmente eléctricos. Y acaba de renovar sus gamas A5 y A6, con los que el nuevo Audi Q5 comparte la denominada Plataforma Premium de Combustión, que permite lanzar al mercado coches muy distintos cambiando apenas el envoltorio.
Por cierto, algunos detalles que me parece curioso recordar. Hace quince años el Q5 ya tenía una versión a la que hoy en día le correspondería la etiqueta ECO, el Q5 Hybrid con tecnología full-hybrid auto-recargable, por la que Audi no llegó a apostar decididamente en los años siguientes. Y aquel Q5 estaba disponible en el año 2009 desde menos de 36.000 euros, 25.000 euros menos que el precio de partida del Q5 de acceso a la gama actual. Eran otros tiempos.
Pero volvamos al tajo. A falta del recién anunciado A6 Avant -muy pronto también debutará la carrocería Sedan-, en los últimos meses he podido probar todos los recientes lanzamientos de Audi, desde el A3, pasando por el Q6 e-tron, el A4 ahora reconvertido en A5, y últimamente el nuevo A6 e-tron. Y ahora que acabo de bajarme del nuevo Audi Q5 la sensación vuelve a ser la de hace quince años: creo que el Q5 es el mejor Audi de la gama. O al menos la mejor opción para lo que la mayoría de los usuarios siguen demandando en la actualidad, sin restarle mérito a la nueva generación de eléctricos, pues el Q6 e-tron y el A6 e-tron me parecen unos cochazos.
Y es que el Audi Q5 lo tiene todo: un diseño con carácter, la versatilidad de un SUV incluso en la variante con carrocería Sportback, posibilidad de elegir motores gasolina y diésel muy buen afinados y que, gracias a la hibridación MHEV plus, permiten lucir la etiqueta ECO de la DGT -muy pronto también se ofrecerán las versiones e-hybrid con tecnología híbrida enchufable- , y un tacto de conducción muy parecido al de una berlina. Creo que si tuviera que elegir un Audi ahora mismo como coche para todo sería un Q5… o me lo jugaría a la pajita más larga con un A5 Avant.
Familiar o deportivo: dos carrocerías a elegir, SUV y Sportback
Esta tercera generación del Q5 ya se diseño pensando en las dos variantes de carrocería, SUV y Sportback. Y se nota. El anterior Q5 Sportback, del que solo ha habido dos generaciones, se añadió a la gama a posteriori y estéticamente no era un diseño muy logrado. Las dos versiones comparten dimensiones, con 4,72 metros de longitud, 1,90 de anchura y una distancia entre ejes de 2,82 metros. La línea descendente del techo hace que visualmente, en comparación con el SUV, el Sportback parezca mucho más bajo de lo que realmente es, cuando en realidad la diferencia es de apenas medio centímetro.
Como en el caso del Q3, la elección obedecerá más a una cuestión de gustos que a criterios objetivos como pueden ser el precio o la habitabilidad. Porque los 2.300 euros que cuesta de más la carrocería Sportback son como para darse el capricho si, como a mí, te llama más la atención esta carrocería. Y de puertas hacia dentro tampoco tendrás que renunciar a nada. Es cierto que el Sportback tiene unos centímetros menos de altura en las plazas traseras, pero sobra espacio para pasajeros de cualquier talla. Y salvo que vayas a aprovechar el maletero hasta el techo sin utilizar la cortinilla oculta equipaje, la diferencia también es mínima: 515 litros de capacidad para el Sportback frente a los 520 del SUV, una buena cifra. Además, Audi mantiene la posibilidad de desplazar la banqueta trasera longitudinalmente, lo que da mucho juego.
Por lo demás, ponerte a los mandos del nuevo Q5 es prácticamente igual que hacerlo al volante del Q6 e-tron. O que en el nuevo A5 o el A6 e-tron, solo que en estos vas sentado más bajo. Seguramente a quien se compre un Q5 le importe poco que desde que Audi estrenara su nueva filosofía de diseño de interiores en el Q6 e-tron, todos parezcan prácticamente iguales. Es lo que tiene compartir el denominado Digital Stage, que prácticamente convierte todo el salpicadero en una pantalla, y no deja mucho lugar a la interpretación de los diseñadores. No le pongo pegas, al contrario. El MMI panoramic display, con sus dos pantallas OLED, una de 11,9 pulgadas para la instrumentación y otra de 14,5 pulgadas para el sistema multimedia basado en Android Automotive OS, resulta espectacular y funciona de maravilla. Pero creo que no es bueno que tantos coches de una misma marca tengan un interior tan parecido.
Audi Q5 | Galería de imágenes
Me gusta la ergonomía, la sensación de altísima calidad, la atención por el detalle, lo bien que parece funcionar el asistente de voz asistido por IA, el punto de sofisticación que aporta el nuevo Head-up display o elementos como la luz interior de interacción, más ornamental que otra cosa, pero tienen su aquel. También me parece buena idea el panel de mandos que hay en la puerta del conductor, que agrupa funciones como el cierre centralizado, los retrovisores o la memoria de los asientos. Pero su integración en el diseño de la puerta del Q5 tiene un problema que no recuerdo haber notado en otros Audi que lo llevan, y es que resulta demasiado ancho y hace incómodo asir la puerta para cerrarla cuando está abierta. Tampoco me gusta cómo queda el salpicadero de estos nuevos Audi que cuando no se instala la tercera pantalla en el lado del pasajero; creo que podría haberse resuelto mejor sencillamente eliminando el elemento que se coloca en sustitución de la pantalla, y dejando a la vista esa parte del salpicadero. En cualquier caso, pequeños detalles que no empañan una sensación general sobresaliente.
Gasolina y diésel: como tiene que ser
La gama de lanzamiento cuenta con los mismos TDI y TFSI de 2 litros, 4 cilindros y 204 CV que el Audi A5, aunque en el Q5 ambos con hibridación MHEV plus -en el A5 sólo para el TDI-, más el V6 TFSI con 367 CV del SQ5. En el futuro habrá versiones más potentes de los cuatro cilindros y también llegarán los e-hybrid con tecnología híbrida enchufable ya anunciados en el Q5. De momento no está previsto que se vaya a ofrecer una versión de acceso con menos potencia, como podría ser el 2.0 TFSI de 150 CV del A5. El 2.0 TFSI se ofrece con tracción delantera o -por 2.300 euros más- con tracción quattro, mientras que el TDI y el SQ5 son siempre con tracción total. En todos los casos el cambio es un S tronic de 7 marchas.
Elegir no es complicado: el 2.0 TFSI 4×2 es una magnífica versión de acceso, pero si te vas a comprar un Q5, hazme caso, que sea con tracción quattro. Y la decisión entre gasolina o diésel también es fácil si no lo tienes claro: tira una moneda al aire y no te equivocas, salga lo que salga. El 2.0 TFSI es una maravilla, pero en esta nueva evolución y con la ayuda del sistema MHEV plus el TDI va tan suave que, aunque suene a manido, no parece un diésel. Es de los motores TDI de cuatro cilindros de Audi más «finos» que recuerdo. Las prestaciones son prácticamente equivalentes -los dos aceleran de 0 a 100 km/h en torno a 7,5 segundos–, pero en consumos dos milagros serían demasiado: el TFSI gasta muy poco para lo bien que anda, pero el TDI es imbatible, y flirtea con los 1.000 km de autonomía con un solo depósito. Yo soy más de gasolina, pero en el caso del Q5 mi elección sería el 2.0 TDI, aunque me duela decirlo.
Todos los Q5 que pude conducir en la presentación nacional a la prensa, que tuvo lugar en carreteras valencianas, contaban con la suspensión neumática opcional, que ajusta la altura de la carrocería en función del modo de conducción elegido, reduciéndola hasta en 15 mm para circular por autopista o elevándola 30 mm respecto al nivel base en los programas off-road. No creo la suspensión neumática, que se puede combinar con la amortiguación pilotada, sea una opción imprescindible. Me atrevo a aventurar que con la suspensión de serie con muelles de acero y los nuevos amortiguadores de frecuencia selectiva el Q5 irá de maravilla -sobre todo con el tren de rodaje deportivo opcional-, más aún ahora que Audi instala también la dirección progresiva de serie. Pero si me ciño a lo que he probado tengo que reconocer que al menos con la suspensión neumática, el Q5 me ha sorprendido casi más por su agilidad que por el confort de marcha, quizás porque esto último lo daba ya por hecho.
Por cierto, si te lo estás preguntando, la respuesta es afirmativa: con el MHEV plus, el Q5 se mueve en modo completamente eléctrico en maniobras de aparcamiento o al circular a muy baja velocidad -por ejemplo en ciudad-, aunque sea durante pocos metros y solo si acaricias el pedal del acelerador si prácticamente acaricias el pedal del acelerador.
Audi SQ5: no es la compra lógica, pero si puedes… ¡no lo dudes!
Lo del SQ5, como sucede con todas las versiones «S» de Audi, son palabras mayores. Una combinación perfecta de deportividad bien entendida en un coche capaz de sacarte una sonrisa y hacer que te brillen los ojos cuando llegan las curvas y activas el «dynamic», sin tener que renunciar a la versatilidad o al confort para el uso en el día a día. Claro que aquí hablamos ya de un precio de partida de 94.690 euros, casi 20.000 euros más que el 2.0 TFSI quattro de 204 CV con el acabado superior Black Line.
A cambio, bajo el capó tenemos un enérgico V6 de gasolina de 3 litros que rinde 367 CV y un par máximo de 550 Nm que es una auténtica maravilla por su finura de funcionamiento, por el sonido que emite por el escape y por sus prestaciones. Es capaz de catapultar al SQ5 hasta los 100 km/h desde parado en apenas 4,5 segundos, una cifra muy seria. Pero no son solo las prestaciones. Es que, a pesar de sus más de 2,1 toneladas, el comportamiento dinámico del SQ5 es magnífico, con una carrocería que apenas balancea, una dirección rápida y muy precisa y unos frenos que no desfallecen. A falta de probarlo más a fondo me atrevo a poner al SQ5 está a la altura de las sensaciones que transmite un Porsche Macan cuando se trata de disfrutar de verdad al volante, algo de lo que no pueden presumir muchos SUV.
Además, el SQ5 añade mucho equipamiento de serie, como las llantas de 21 pulgadas de Audi Sport, los faros Matrix LED, la pantalla MMI para el pasajero delantero… Lo dicho, no es la compra más lógica dentro de la gama Q5. Pero si puedes permitirte lo que cuesta, no te importa perder 45 litros de capacidad de maletero y admites que el consumo medio en uso real conduciendo tranquilo difícilmente bajará de los 9 l/100 km, el SQ5 es «el coche».
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