La presión de los fabricantes europeos han propiciado un acuerdo con la Comisión Europea para retrasar la fecha de la aplicación de la normativa al año 2027.
El fin de los motores de combustión se podría retrasar más allá del 2035
Aunque la fecha de 2035 está presente desde hace tiempo para marcar el fin de los motores de combustión en coches nuevos, esta medida podría restrasarse.
Hace unos años, la Unión Europea planteó el fin de la comercialización de los coches con motor de combustión a partir de 2035. Esa fecha marcaba un antes y un después en el mundo de la automoción. Aunque se podría seguir circulando con vehículos con este tipo de motores, ya no iba a ser posible matricular coches de este tipo, aunque se planteaban excepciones. Pero esa cifra parece que no está tan clara como se prometía y estamos ante un posible retraso de aplicación de esta medida.
No es nada nuevo ni pilla por sorpresa a nadie. Desde hace años, hay voces en contra de estas medidas, por considerarlas irreales y fuera del alcance de la industria. Tanto fabricantes como países se muestran contrarios a estas medidas y esto podría retrasar la desaparición de los motores ICE en los coches nuevos.
En el año 2022 se añadió una acotación a la norma, que permitía la comercialización de vehículos con motor de combustión si este utilizaba combustibles sintéticos y biocombustibles con emisiones neutrales, que consiguen reducir el impacto medioambiental. En el año 2023 la Unión Europea redujo las condiciones de la norma Euro 7, que no va a ser tan restrictiva como se planteó en un principio. La presión de los fabricantes, que no pueden acatar unas normas tan duras en tan poco tiempo, fue fundamental para ello.
Todo ello, sumado a las próximas elecciones europeas, que pueden cambiar toda la planificación de los próximos años, hace que muchos esperen cambios en este aspecto. Incluso se puede cancelar esa prohibición en 2035 o al menos, que esta no se produzca en los términos en los que se ha planificado hasta ahora.
La falta de infraestructuras para cubrir la previsible demanda de puntos de carga y la especialización de los talleres mecánicos hace que ese plazo, de apenas 11 años a partir de ahora, sea insuficiente para que toda Europa y detrás de ella, el resto del mundo, se adapte a unas soluciones y obligaciones que todavía quedan muy lejos.
Pero esto no quiere decir que la transición hacia la movilidad eléctrica no se producirá. Las grandes empresas están invirtiendo muchos millones de euros en nuevos coches eléctricos, diseñando nuevas baterías y apoyando a las instituciones para que se instalen puntos de carga al alcance de todos.
Así que, aunque se produzca un retraso en la aplicación de la prohibición de vender coches nuevos con motor de combustión, se seguirá trabajando para que los coches eléctricos estén cada vez más presentes en todos los mercados.
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