Los limpiaparabrisas son fundamentales para conseguir una buena visibilidad y aumentar la seguridad durante la conducción, así que enseñamos como mantenerlos.
Cuatro síntomas de que tus limpiaparabrisas han dicho basta y toca cambiarlos
Mantener los limpiaparabrisas en buen estado es de vital importancia de cara a la seguridad, pues su correcto funcionamiento garantizan la visión óptima, especialmente cuando llegan las lluvias.
A menudo olvidados, y casi siempre maltratados, los limpiaparabrisas son un elemento clave para una conducción segura. Su correcto funcionamiento permite contar con una visibilidad óptima, en especial cuando se trata de conducir con mal tiempo. Y como durante muchos meses no los utilizamos, o lo hacemos de forma incorrecta (por ejemplo para eliminar impactos de mosquitos en el parabrisas), las escobillas del limpiaparabrisas se deterioran y no cumplen bien su función.
Michelin, que por si no lo sabías, también comercializa con su marca escobillas de limpiaparabrisas, ha promovido la creación de un Día Internacional de Revisión de los Limpiaparabrisas, que se celebra en Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia el 16 de noviembre. Como curiosidad, existe también el Día Anual dedicado a este elemento de seguridad, que en este caso se celebra el 16 de mayo en América Latina, coincidiendo con el inicio allí de la temporada de lluvias.
La reconocida marca de neumáticos tiene en marcha una campaña con la que, además de dar a conocer su gama de escobillas limpiaparabrisas, que puedes comprar aquí, pretende concienciar a los conductores de la importancia de mantener los limpiaparabrisas en buen estado, y saber identificar cuándo es el momento de cambiarlos.
¿Cuándo tengo que cambiar los limpiaparabrisas?
Y es que, aunque no te lo creas, unas escobillas que has puesto nuevas pueden perder eficacia en muy poco tiempo; basta con utilizar el limpiaparabrisas para eliminar los mosquitos en verano sin utilizar líquido, o con «darle caña» a los limpia para eliminar el hielo en invierno, sin hacerlo antes con un rascador. Por ello, lo ideal, como recuerda Michelin, es proceder a la sustitución de las escobillas del limpiaparabrisas, en cuanto aparecen algunos de estos síntomas:
- Rayas: Síntoma claro de que las gomas de las escobillas se han endurecido o agrietado, dejando bandas de agua sin barrer. Esto suele ser debido a la exposición a la intemperie o a la suciedad, y depende mucho de la calidad de las escobillas.
- Rastros de agua: Debido al paso del tiempo, o a daños físicos que a veces no son perceptibles (pueden estar en la goma, o en el propio soporte de la escobilla), los limpiaparabrisas dejan rastros de agua al barrer, limitando la visibilidad.
- Vibraciones: Se producen cuando la goma de las escobillas ha perdido elasticidad, o presentan una curvatura permanente. Por lo general es debido a la exposición a temperaturas extremas (calor y frío), y la escobilla vibra o barre “a saltos», provocando un efecto muy molesto en la conducción y perjudicando la visibilidad.
- Chirridos: También es una causa muy frecuente provocada por el envejecimiento de la goma, por un desgaste prematuro o por unas escobillas de muy baja calidad. Se producen porque la goma no desliza de forma silenciosa por el parabrisas.
Cuando aparecen estos síntomas, lo mejor es directamente cambiar las escobillas. Es algo que puedes hacer tú mismo, y no son un elemento caro: entre 20 y 50 euros un juego de escobillas para el parabrisas delantero, en función del tamaño y del tipo. En cualquier caso, conviene cambiar las escobillas una vez al año, y revisarlas cada dos o tres meses (en función del uso), comprobando que todo el perfil de la goma es uniforme y no presenta grietas ni roturas, que no existe corrosión en los brazos o anclajes, limpiar la goma con un paño húmedo y retirar siempre de la base del parabrisas cualquier suciedad acumulada, como por ejemplo hojas.
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