Porque la conducción eficiente y la conducción segura van de la mano
En este artículo queremos demostrarte como realizando una conducción eficiente también estamos circulando de una forma más segura. Todo se basa en dos pilares y, además de ahorrar unas décimas de combustible y viajar más seguros, conseguiremos alargar la vida de múltiples elementos de desgaste de nuestros vehículos.
En estos últimos años la crisis nos ha llevado, a la mayoría, a mirar prácticamente cada céntimo que gastamos y en qué lo gastamos. A la hora de conducir, hace 10 ó 15 años no nos preocupábamos demasiado por ir del punto A al punto B gastando medio litro más o medio litro menos de combustible, porque el combustible era bastante más barato y porque teníamos un mayor poder adquisitivo. Pero todo ha cambiado.
Ahora, la mayoría de nosotros evitamos abusar del pedal derecho e intentamos acelerar suavemente, sin revolucionar el motor en exceso siempre que se pueda. Además buscamos anticiparnos a las situaciones evitando zonas y momentos donde las retenciones suelen ser habituales, como también evitar los bruscos cambios de ritmo.
Comprobamos como realizando una conducción eficiente, también vamos más segurosReconócelo, si tu coche ofrece registros de consumo de combustible, de vez en cuando le echas un vistazo para ver cómo va. También es probable que te fijes en los kilómetros que haces cada vez que vas a repostar y piensas que a ver si en el siguiente repostaje logras hacer algunos kilómetros más con los mismos litros.
Normalmente, realizar una conducción eficiente es sinónimo de conducir de una manera más tranquila y relajada, por lo tanto, también vamos más seguros. Y es que la seguridad y la eficiencia en la conducción tienen dos pilares principales en común: anticipación y suavidad.
3 ejemplos habituales de anticipación
¿De qué nos sirve anticiparnos? Anticiparnos supone estar pendientes de todo lo que nos rodea y prever los movimientos del resto de usuarios, así como de las condiciones de la vía. Un ejemplo muy sencillo es que, al ver de lejos un semáforo en rojo, podemos dejar de acelerar y que el coche continúe desplazándose por la inercia, dejando la marcha engranada, sin que consuma ni una sola gota de combustible. Igual antes de llegar al semáforo, éste ha cambiado a color verde, por lo que también nos ahorramos el arranque desde parado.
Otro ejemplo puede ser el de aproximarnos a una incorporación en una autovía, circulando nosotros ya por la vía rápida y con otro vehículo que desea acceder a ella. Cuanto antes nos percatemos de la situación, antes podremos calcular si para facilitar la maniobra al otro usuario de la vía nos podremos cambiar al carril izquierdo sin variar nuestra velocidad o si bien tendremos que reducir levemente la velocidad o aumentarla. Si esperamos unos segundos hasta mirar por nuestro retrovisor y disminuir o aumentar la velocidad, más probable será que si el otro conductor se incorpora a una velocidad lenta, tengamos que pegar un frenazo o bien un “acelerón” variando el ritmo bruscamente con lo que ello supone.
Un tercer ejemplo puede ser los adelantamientos, especialmente en vías secundarias. Si nos encontramos a una distancia generosa respecto al vehículo que nos precede, cuando veamos que nos cruzaremos en pocos segundos con el coche que viene en sentido contrario podemos empezar a ganar velocidad suavemente. De esta forma, cuando llegue a nuestra altura ya iremos a una velocidad superior a la del vehículo que tenemos delante y podremos rebasarlo sin forzar nuestra mecánica y sin requerir una alta demanda de potencia. Por tanto, nos habremos ahorrado unas cuantas (y preciadas) gotas de combustible, en comparación con si hubiéramos esperado “pegados al culo” del coche de delante y una vez nos hubiéramos cruzado con el coche que venía en sentido contrario hubiéramos acelerado de golpe y a fondo, ¿no crees?
¿No te parece que esas tres medidas contribuyen también a la seguridad?
Volvemos al primer ejemplo, el del semáforo, una situación que se da en vías urbanas y algunas travesías. Al dejar de acelerar pronto vamos perdiendo velocidad poco, por lo que vamos más despacio en un sitio en el que la velocidad no debe ser elevada. Ir más lento supone poder detener el coche en menos tiempo y en menos metros, pudiendo evitar cualquier imprevisto como un conductor que abre la puerta del coche que está estacionado o un niño que sale corriendo detrás de una pelota de entre los coches.
En el segundo ejemplo hablábamos de un vehículo que se quiere incorporar a la vía por la que circulamos. Si te das cuenta, hemos hablado que si no nos anticipábamos tendríamos que realizar un brusco cambio de ritmo con una fuerte aceleración o frenazo. Como puedes imaginar, pegar un frenazo en una autovía no resulta muy eficiente pero además es bastante peligroso. Además, si facilitamos de forma anticipada la entrada a la vía del otro vehículo, nuestra seguridad, la del otro vehículo y sus ocupantes y la del resto de usuarios mejorará.
El tercer caso del que hablábamos antes, corresponde a un adelantamiento por una vía de doble sentido. Decíamos que realizando una aceleración suave desde lejos ahorraríamos combustible pero es que, además de ahorrar, el tiempo que durará la maniobra será bastante menor, por lo que se realizará con mucha seguridad.
Suavidad
Conducir de una forma suave significa ahorrar, pero no ya solo combustible. Realizar aceleraciones y frenadas suaves, cambiar de marcha, entrar y salir de las curvas, acelerar a la salida de las mismas, etc, nos ayudará a ahorrar en muchas de las piezas de desgaste de los vehículos, como pueden ser frenos, ruedas, embragues, suspensiones y, además, mejora nuestra seguridad.
Conducir de forma suave, además de ser más seguro y eficiente, alarga la vida del vehículoImagínate los dos polos opuestos en una especie de tramo de curvas. Salir desde un semáforo, leve curva a derechas que da inmediatamente a una curva cerrada a izquierdas, una breve recta y dos curvas enlazadas, la primera a izquierdas y la siguiente a derechas con un empalme en el asfalto justo antes de la última curva de derechas.
El conductor agresivo saldrá fuerte desde el semáforo meterá segunda, apurará la marcha, insertará la tercera se inscribirá la curva a derechas acelerando y cuando esté muy cerca de la curva a izquierdas frenará. En este pequeño tramo que pueden ser 300 metros ha consumido bastante combustible por apurar las marchas, ha maltratado el embrague al salir demasiado rápido, las ruedas tanto en la aceleración como en la frenada y, como no, los frenos; pudiendo incluso perder el control del coche al frenar relativamente fuerte con el coche en apoyo (girando).
Seguimos. Reducirá una marcha tomará la curva a izquierdas con el motor bastante revolucionado y cuando salga de la misma acelerará a fondo para después poner tercera nuevamente. Abusará parcialmente de los frenos para entrar en la curva a izquierdas y una vez salga de la misma girará el volante fuertemente para tomar la curva a derechas. Vuelve a maltratar el embrague en la reducción y el motor al cambiar de marcha de forma muy brusca y con elevando su régimen. También genera un importante estrés en los neumáticos al tomar la curva deprisa y acelerar antes de tener el coche completamente recto. Al estrés de las aceleraciones laterales y frenar en apoyo hay que sumar el empalme en el asfalto, que posiblemente desestabilice el coche, pudiendo perder completamente su control.
Por su parte, el conductor tranquilo acelerará suavemente a la salida del semáforo sin forzar el embrague, cambiará de marchas hasta llegar a tercera y cuando se aproxime a la curva a izquierdas una vez sobrepasada la suave de derechas (que llegará a una velocidad más moderada), dejará de acelerar y tal vez no sea necesario ni que utilice los frenos. Tampoco fatigará los neumáticos porque su velocidad en el paso por curva es más lento, teniendo un mayor control del vehículo. Acelerará suavemente durante unos segundos en la recta y volverá a dejar correr el vehículo unos metros y posteriormente utilizará brevemente los frenos antes de inscribirse en el viraje a izquierdas, trazando y enlazando las dos curvas suavemente y sin que el cambio de asfalto le haga perder la trayectoria.
Seguro que has entendido como la anticipación y la suavidad contribuyen a un menor coste del uso del vehículo. No ahorraremos una gran cantidad de litros cada 100 kilómetros, pero todo ahorro es bueno y si utilizamos el coche muy habitualmente se acaba notando. La mejor parte de conducir de forma eficiente es que realizamos todo con suavidad, frenar con suavidad, tomar curvas con suavidad, acelerar con suavidad…, por lo que todo resulta mucho más tranquilo, seguro y «sano» para nuestro vehículo. Además de la anticipación que habíamos comentado. Esto son solo unos ejemplos y con ambas ideas fundamentales queremos hacerte ver como conduciendo de esta manera relajada y anticipada ahorramos combustible, alargamos la vida de multitud de elementos de nuestro coche y, lo más importante de todo, mejoramos nuestra seguridad.
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