Comparativa Honda Civic 1.5 VTEC Turbo Sedán vs Civic 1.6 i-DTEC cinco puertas: la disyuntiva del momento, ¿diésel o gasolina?

Vivimos en una época en la que el sector automovilístico está experimentado una serie de cambios que, hasta hace poco, considerábamos viables en un futuro bastante más alejado. Dichos avances se ven reflejados en la masiva llegada de vehículos híbridos y eléctricos, dos tipos de mecánicas que están haciéndole frente a los motores tradicionales de combustión y a sus emisiones de CO2. Sin embargo, estos corazones tienen por delante una dura guerra que librar, y las mejoras tecnológicas han conseguido que su nivel de contaminación se reduzca con contundencia, motivo por el que tanto los propulsores diésel como gasolina siguen siendo una opción muy a tener en cuenta para numerosos clientes pero, ¿cuál debemos escoger?

Para obtener una respuesta clara y concisa a esa cuestión que tantos quebraderos de cabeza está generando junto al panorama político actual y la estricta normativa anticontaminación, nos hemos puesto al volante de dos Honda Civic. Sí, has leído bien estimado lector, dos, puesto que una de las unidades se encontraba equipada con el propulsor 1.5 VTEC Turbo de 182 CV junto a la carrocería sedán y la otra estaba animada por el motor 1.6 i-DTEC de 120 CV diésel y envuelta por la carrocería de cinco puertas, ¿las diferencias? Vamos a analizarlas.

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Un diseño semejante pero con importantes diferencias

Bien, es cierto que el quid de este artículo es analizar cuál de los dos combustibles es el más apropiado, pero teniendo en cuenta que las unidades de pruebas presentaban dos carrocerías distintas, me siento en la obligación de tratar tanto las semejanzas y diferencias como los beneficios y desventajas de ambas.

En un primer momento nos encontramos con el Honda Civic Sedán con acabado Executive, el cual se centra en realzar ese lado más elegante que está latente en el compacto nipón. Lo primero que llama nuestra atención es un frontal muy imponente y agresivo, características que se transmiten a través de una lámina cromada que nace en los faros y se encuentra gobernada por el logo de la marca. Al mismo tiempo, un sutil splitter y unas abrumadoras tomas de aire, donde también se integran los antiniebla, culminan la zona delantera del Civic.

En el lateral seguimos pudiendo vislumbrar esas líneas tan musculosas y marcadas propias del diseño japonés, pero las cuales se suavizan por la caída del pilar C, provocada para dar lugar a la condición de sedán que puede adoptar el Honda Civic. La zaga se encuentra custodiada por dos pilotos de grandes dimensiones y forma de «C» que abrazan al portón del maletero. Al mismo tiempo, nos podemos percatar de que no se ha recurrido a embellecedores para simular la salida de escape, simplemente la han mantenido escondida, aunque eso sí, podemos apreciar dos salidas de aire falsas.

En lo que respecta a la variante de cinco puertas, nos encontramos también con el acabado Executive, pero aún así debo mencionar ciertas diferencias respecto al diseño. En primer lugar, el conjunto que ofrece la carrocería compacta es más picante y deportivo, dos rasgos que se aprecian en los cuatro costados del Honda Civic. El frontal es ahora más anguloso y aún más agresivo, un efecto que consigue gracias a las mayores dimensiones de las tomas de aire y a las inserciones en negro que sustituyen al más apaciguado cromado del sedán.

El lateral recupera la envergadura de compacto, y el pilar C se vuelve a erguir para dar lugar a una quinta puerta que sigue trasmitiendo ese carácter más pillo del que os acabo de hablar. Es cierto que dicha zona pierde algo de tensión y músculo, pero ambos rasgos se recuperan en la parte posterior, donde un pequeño spoiler nos dará la bienvenida. Los pilotos en forma de «C» vuelven a hacer acto de presencia pero adaptándose a las dimensiones del Civic compacto; sin embargo, es ahora la defensa la que muestra unas salidas de aire -también falsas- mucho más prominentes junto a unas aletas laterales que terminan de afianzar esa estética más deportiva.

Un habitáculo con buenas soluciones y dosis de personalidad

Es hora de tratar uno de los aspectos más gratificantes -en mi opinión- del Honda Civic, su habitáculo. Es cierto que sí que podemos apreciar importantes diferencias en las plazas traseras, pero el salpicadero y sus correspondientes elementos se mantienen intactos en ambas variantes, por lo que comenzaré analizando dicha zona.

Primero nos recibirá un volante completamente esférico y con una botonera en ambos extremos para controlar el cuadro de mandos y el sistema multimedia. Algunos de los botones presentes, como el del volumen de la radio, son táctiles, un aspecto moderno y agradable al tacto que nos permitirá regular sus funciones con rapidez y eficacia.

Una vez superado el timón, nos percataremos de la presencia de un muy amplio salpicadero, el cual provocará que el piloto y el copiloto estén bastante alejados. Capitaneándolo nos encontramos con una pantalla táctil de 7 pulgadas en una posición bastante acertada, aunque he echado en falta un mando físico tipo ruleta para poder bajar y subir el volumen, ya que dicha función se gestiona también a partir de un botón táctil.

Esta se encarga de albergar el sistema de infoentretenimiento, que si bien presenta un comportamiento ágil y fluido, no es demasiado intuitivo y nos costará habituarnos a sus menús. Dicha situación se repite en el cuadro de manos digital, que es cierto que ha sido obsequiado con unos gráficos muy atractivos, pero navegar a través de sus opciones y descubrir dónde se encuentran las diferentes funciones se antoja algo tedioso.

Un aspecto muy positivo son los generosos huecos para depositar objetos que ofrece el Honda Civic en cualquiera de sus carrocerías. Tanto las guanteras de las puertas como las de la consola central aderezan el conjunto con imponentes espacios, pero el presente justo debajo de esta última genera cierta controversia, puesto que su acceso se dificulta por su lejanía respecto al puesto del conductor y por los dos grandes pilares horizontales que dan vida a la propia consola.

En general podemos percibir unos ajustes más que correctos en el habitáculo del compacto japonés, pero es cierto que es habitual toparnos con varios plásticos duros aunque siempre con un buen anclaje. Sin embargo, es en las plazas posteriores donde realmente debemos centrarnos, puesto que el Civic acompañado por la carrocería sedán nos ofrecerá una generosa anchura -al igual que el cinco puertas- y la cual nos brindará una plaza central sorprendentemente cómoda y un generoso espacio para las piernas, pero su prominente caída del techo provocará que pasajeros con una estatura superior al 1.80 puedan rozar con la cabeza. Esta situación no es tan acusada en el caso del cinco puertas, puesto que el portón está conferido a partir de una caída más seca y vertical que nace en la zona final del techo.

Otra diferencia muy importante radica en el maletero de ambas carrocerías. En el caso del Civic Sedán nos encontramos con una capacidad de almacenamiento de 519 litros, pero la boca de carga algo angosta nos dificultará sacar y depositar objetos. En el caso del Civic compacto, su maletero cubica 478 litros, una capacidad menor pero que se ve compensada por un acceso mucho más cómodo y apropiado para manipular en su interior.

Al volante del Honda Civic Sedán 1.5 VTEC Turbo: precisión de bisturí

Empezando por la variante de gasolina y sedán coprotagonista de nuestra prueba, debemos destacar algunos aspectos. Esta unidad se encontraba animada por el innovador propulsor de cuatro cilindros y 1.5 litros turbo VTEC e inyección directa capaz de desarrollar 182 CV de potencia y 240 Nm de par, unas cifras más que suficientes para mover con soltura al Honda Civic.

El aclamado propulsor VTEC deja atrás su condición de atmosférico para dar lugar al turbo, un componente que no altera a su principal carácter. Los 182 CV se entregan a 5.500 rpm y, mientras tanto, los 240 Nm de par nos empujarán con contundencia y sin desfallecer desde las 1.900 vueltas hasta las 5.000, ofreciendo así un comportamiento muy lleno y lineal.

El Civic equipado con este motor se presenta como un vehículo muy polivalente, capaz de ofrecer un carácter muy apaciguado y tranquilo pero también otro más deportivo y divertido, que sale a relucir entre curva y curva o cuando realizamos incorporaciones o adelantamientos, tareas que se llevan a cabo con extremada sencillez. Su forma de entregar la potencia nos animará a llevarlo alto de vueltas, momento en el que los 182 CV aparecen con contundencia y diligencia con el objetivo de ofrecer un empuje final que nos arrebatará más de una sonrisa.

Para acentuar dicha sensación, contamos con una posición de conducción inmejorable, en la que los pedales presentan una distribución muy apropiada para realizar el punta-tacón y nos resultará muy sencillo sentirnos cómodos a los mandos del Honda Civic gracias a los innumerables reglajes del asiento y del volante. Al mismo tiempo, la caja de cambios se encuentra muy próxima al conductor, y su tacto duro junto a unos recorridos cortos y precisos nos invitarán a jugar con las marchas más de lo necesario, convirtiéndose así en una verdadera adicción.

Su dirección es precisa y muy rápida -tiene poco más de dos vueltas de tope a tope-, lo que me permite perdonarle cierta falta de peso y alabarla por presentar ese feedback que escasea en el sector automovilístico actual. Los frenos tienen una potencia sorprendente, y la cual provocará que necesitemos de cierto periodo de adaptación para aprender a dosificarlos, ya que experimentaremos alguna que otra frenada brusca hasta que nos habituemos. Sin embargo y pese a que la suspensión presenta un tarado firme, se puede apreciar algún ínfimo balanceo de la carrocería en curvas muy cerradas, un efecto causado por el mayor volumen del Civic Sedán frente al cinco puertas.

Pero no quiero que me malinterpretéis con esta descripción. Por supuesto que el nipón tiene ese lado deportivo capaz de hacernos disfrutar a sus mandos, pero también se comporta como una auténtica berlina en carretera abierta, donde estira las piernas y se predispone a devorar kilómetros ofreciendo una comodidad pasmosa. También debo elogiar sus consumos, puesto que el Civic acompañado de dicho propulsor es capaz de reflejar en el cuadro de mandos 5,9 litros a los 100 cuando circulamos por autopista, cifra que coquetea con los 8 litros cuando la urbe se convierte en el terreno a batir. Aunque debemos tener en cuenta que su envergadura más cercana a la de una berlina que a la de un compacto nos dificultará la tarea de desplazarnos por la ciudad, y la cual también se presentará como un inconveniente cuando intentemos estacionar en plazas algo angostas.

En conclusión nos encontramos con un vehículo muy preciso y confortable, con un paso por curva rápido y ágil, una sensación que también se experimenta en los cambios de apoyo, pero podremos percibir ciertos balanceos cuando abusamos de su puesta a punto. Su motor se estira con ímpetu pero, al mismo tiempo, podremos disfrutar de esa cara más sosegada que nos acompañará en largas travesías, siendo esa una de las principales funciones del Honda Civic Sedán, cubrir cientos de kilómetros sin rechistar.

Al volante del Honda Civic 1.6 i-DTEC: eficiente y ahorrador pero, ¿lo suficiente frente al gasolina?

Como segundo aspirante al título de Honda Civic más apropiado nos encontramos con el cinco puertas equipado con el motor diésel 1.6 i-DTEC. Dicho propulsor sobrealimentado por turbo, presenta un esquema de cuatro cilindros capaz de desarrollar 120 CV de potencia y 300 Nm de par, unas cifras que también nos permitirán desplazarnos con el compacto nipón a un ritmo más que correcto.

Como buen motor diésel que es, el par se entrega con inmediatez -a tan solo 2.000 rpm- provocando un empuje muy contundente en los primeros compases del cuentavueltas. Sin embargo, los 120 CV hacen acto de presencia a 4.000 rpm, por lo que fallecerá pronto y es importante mantenerlo en un rango de revoluciones medio si queremos jugar con la entrega de par y la de la potencia, punto en el que el Civic equipado con dicho propulsor nos hará disfrutar más de lo que uno puede imaginar en una primera instancia.

Debemos tener en cuenta que, al escoger esta variante diésel, seguiremos contando con esa precisión y firmeza que hacen que el Civic destaque por encima de sus rivales, pero como contrapunto perderemos esos frenos exageradamente potentes que presenta su homólogo gasolina. La dirección sigue transmitiendo esa viveza que ha conseguido encandilarme y lo mismo sucede con su transmisión, que sigue siendo una caja manual de seis velocidades, aunque en opción podremos optar por una automática CVT.

Nuestra unidad de pruebas diésel contaba con suspensión adaptativa, la cual se puede gestionar a través de un botón situado en la propia consola central. Dicho reglaje se encarga de aumentar o reducir la dureza de la misma mediante la extensión y comprensión de los propios amortiguadores, provocando así que el compacto japonés ofrezca un comportamiento más dinámico, pero en ningún momento sentiremos una dureza excesiva que desmantele su confort de marcha.

A los mandos del Civic de cinco puertas he podido experimentar como esos pequeños balanceos de la carrocería presentes en la variante Sedán desaparecían. Esto puede ser debido a la presencia de un tren trasero que en este caso se hace cargo de desplazar a un portón menos voluminoso y por lo tanto se reducen las inercias; o también puede ser causa de la suspensión adaptativa, que augura una firmeza sobre el asfalto más contundente.

En lo que respecta a los consumos, el Honda Civic animado por el propulsor de 1.6 litros i-DTEC declara 5,5 litros a los 100 circulando por autopista. En caso de que nuestro recorrido esté más centrado en el mundo urbano, las cifras podrán ascender hasta rozar los 7 litros aproximadamente, pero podrá variar en función de la fluidez del tráfico y de la orografía de la propia ciudad.

El veredicto final

Sin duda alguna, es difícil escoger entre estos dos Honda Civic que han pasado por nuestra sección de pruebas. Sin embargo y después de haber convivido con ambos una semana, he llegado a la conclusión de que la alternativa ideal sería la del Civic Sedán con el motor 1.5 VTEC Turbo, aunque a nivel personal combinaría el propulsor gasolina con la carrocería de cinco puertas para obtener un conjunto aún más equilibrado y ahora os explico las razones que me llevan a decantarme por dicho maridaje.

Es cierto que con la piel de sedán, el compacto nipón adquiere una estética más elegante y formal, pero la boca de carga del maletero, la prominente caída del techo y sus dimensiones más voluminosas provocan que vea a la carrocería de cinco puertas como una opción más práctica. Sin embargo, con este envoltorio el Civic sigue ofreciendo un más que correcto espacio para las piernas -el principal problema radica en la altura al techo- por lo que será un coche que cubrirá perfectamente nuestras necesidades diarias siempre y cuando podamos obviar esos pequeños detalles.

El motor VTEC Turbo es suave y progresivo a partes iguales, lo que nos permitirá experimentar un confort de marcha que no se verá alterado ni por vibraciones ni por una respuesta aletargada por culpa del lag del turbo. Al mismo tiempo, dicho propulsor cuenta con la capacidad de satisfacer a aquellos conductores que quieran disfrutar en una carretera revirada de curvas, entorno en el que también cobra protagonismo la gran puesta a punto de su chasis.

Es cierto que el motor 1.6 i-DTEC también es fino pese a su condición de diésel, pero su rumorosidad y su menor elasticidad provocan que pierda encanto frente al gasolina. También debemos tener en cuenta los consumos, que si bien el Honda Civic junto al motor VTEC ofrece cifras algo más elevadas -sobre todo en el entorno urbano-, tampoco son tan dispares respecto al i-DTEC como para rechazarlo radicalmente. A favor del diésel debo decir que también nos permite desplazarnos con un alto nivel de confort, y su rápida y enérgica respuesta a bajas vueltas nos proporcionará ese empujón extra para salir airosos de situaciones peliagudas.

Por último pero no por ello menos importante debemos tener en cuenta también los precios que ofrece la firma nipona por las dos alternativas que cobran protagonismo en este artículo. En caso de que nos decantemos por el Honda Civic cinco puertas con el motor 1.6 i-DTEC y acabado Executive tendremos que desembolsar un total de 27.350 euros, cifra que asciende hasta los 29.500 euros si el Civic asociado al motor 1.5 VTEC Turbo, también acabado Executive y carrocería Sedán es el elegido.

En conclusión podemos decir que nos enfrentamos a una decisión difícil, en la que nos encontramos con un motor gasolina realmente suave y con unos consumos irrisorios teniendo en cuenta el rango de potencia con el que es capaz de obsequiarnos. Al mismo tiempo, la diferencia de precios entre ambas variantes no es tan alto, y si combinamos el motor VTEC con la carrocería de cinco puertas y acabado Sport -el primero con el que se nos permite escoger dicho propulsor- el desembolso que tendremos que afrontar será de 26.350 euros. Por otra parte, la carrocería sedán del Honda Civic ofrece una estética más elegante y refinada, pero la mayor practicidad del cinco puertas y sus dimensiones más compactas se presentan como dos rasgos que podrán encandilarnos con relativa facilidad.