Cómo recuperar el brillo original de los faros delanteros
A medida que va pasando el tiempo, hay elementos del coche que van perdiendo su calidad original y se estropean poco a poco. Algunos hay que cambiarlos pasados unos miles de kilómetros, pero otros pueden ser recuperados y devueltos al aspecto que tenían cuando se estrenó el coche siguiendo unos pequeños consejos. Los faros son […]
A medida que va pasando el tiempo, hay elementos del coche que van perdiendo su calidad original y se estropean poco a poco. Algunos hay que cambiarlos pasados unos miles de kilómetros, pero otros pueden ser recuperados y devueltos al aspecto que tenían cuando se estrenó el coche siguiendo unos pequeños consejos.
Los faros son uno de esos elementos que van perdiendo su brillo y que necesitan algo de mantenimiento pasados unos años. En ocasiones, los propietarios de coches con los faros opacados se sienten en la necesidad de cambiarlos unos nuevos, pero con una sencilla y práctica operación de mantenimiento pueden recuperar su transparencia y seguir siendo útiles durante años.
Aunque parece que son muy resistentes y que no hay nada en el ambiente que pueda estropearlos, los faros están expuestos a miles de pequeñas partículas de polvo y otros elementos que pueden hacer que la superficie de los faros se raye y se vuelva opaca con el tiempo. El brillo de los faros se reduce considerablemente y pierden efectividad, pudiendo ser fuente de problemas a la hora de conducir de noche.
Para poder solucionar esto y dejarlos como nuevos se han de pulir, mediante una técnica que los dejará como si fueran nuevos. Normalmente para hacer esto se utiliza una pulidora eléctrica, que se encarga de realizar el trabajo de manera más rápida y eficiente, pero también se puede hacer a mano, con varias hojas de lija, líquido anti arañazos y cera de pulir.
Las hojas de lija han de ser del número 2.500 y 3.000, mientras que la cera de pulir ha de ser de color blanco. El número de la hoja de la lija representa el tamaño de sus granos y su dureza. Cuanto más alto es el número, más fino es el grano y más ligero el lijado. Primero se utiliza la lija de 2.500 para realizar un lijado al agua.
Con esta se retira la capa opaca del faro y se eliminan las rayas más profundas, dejando más diáfano el paso de la luz. Una vez eliminada esa capa, quedarán algunas rayas causadas por el efecto de la lija, así que es el momento de utilizar la segunda hoja, más fina, para dar un acabado más liso al faro.
Este proceso puede durar alrededor de 30 minutos por cada faro, pero los deja lisos y dispuestos para recibir la segunda fase del proceso. Es el momento de pasar un paño mojado con la pasta de pulir, que cubrirá las microrayas que puedan haber quedado tras el proceso de lijado y dejará el faro liso y sin ningún tipo de señales que puedan impidir el paso de la luz.
Este paño se ha de pasar con movimientos circulares regulares, de manera que vaya cubriendo toda la superficie del faro. Esta operación acabará cuando la superficie del faro esté totalmente lisa y su tacto no presente irregularidades.
Con la ayuda de otro paño, se han de eliminar los restos de las anteriores operaciones y una vez todo bien limpio, es el momento de aplicar la cera abrillantadora y dejarlo tan brillante y transparente como el día en que lo cogimos por primera vez.
Con este proceso, que puede realizarse en casa y sin demasiado problema, tendremos los faros opacos del coche recuperados y listos para afrontar unos cuantos años más de la luminosidad de los faros, sin necesidad de tener que cambiarlos.
Fuente | Producción propia
Deja un comentario