Los combustibles sintéticos podrían ser el plan b de los motores de combustión
Los combustibles sintéticos podrían ser una solución para los motores de combustión gracias al reciclaje del C02 para generar más combustible.
Por todos es sabido que el mundo del automóvil está viviendo tiempos oscuros, en los que el Gobierno quiere velar por el bienestar del planeta y de la sociedad y para ello debe reducir drásticamente las emisiones de CO2. Con el paso de los años, diferentes fabricantes han desarrollado una serie de tecnologías capaces de dosificar la polución generada por los vehículos de combustión, pero no fue suficiente. Más tarde, comenzaron a llegar los primeros vehículos híbridos y eléctricos, dos alternativas que están sirviendo como solución pese a las limitaciones de estos últimos.
No en balde, aún son muchos los clientes que no se sienten preparador para realizar la transición de la combustión a la electrificación, ya sea por motivos económicos o por puro escepticismo. Pero comienza a estar en boca de todos algo denominado como combustible sintético, una alternativa que ya está siendo desarrollada por marcas como Audi y que podría ser la solución para el vehículo tradicional.
No es un proceso sencillo ni barato, pero diferentes empresas procedentes de Suiza están comenzando a «capturar» CO2 y trabajarlo con agua para obtener un hidrocarburo. En otras palabras: lo que pretenden las marcas es reutilizar el CO2 que ya hay en la atmósfera, unirlo con otro componente no nocivo y crear combustible. De esta forma, el CO2 reciclado no volvería al exterior, sino que se emplearía íntegramente para crear un sustento de vida para el automóvil.
Tres modos para obtener combustible sintético
En la actualidad existen tres formas de generar combustible sintético, por lo tanto ya podemos considerar viable la aplicación de esta fuente de energía en un futuro no muy lejano. La licuefacción directa del carbón, la síntesis Fischer-Tropsch y la producción de gas de síntesis seguida de síntesis de metanol son los principales métodos aunque, como ya hemos dicho, no es sencillo e implica un alto coste.
La licuefacción directa del carbón también se conoce como proceso Pott-Broche, y consiste en un proceso químico capaz de transformar el carbón directamente en una mezcla de hidrocarburos líquidos denominada «crudo sintético». Por otra parta, el gas de síntesis es un combustible gaseoso obtenido a partir de sustancias ricas en carbono y sometido a un proceso químico a alta temperatura.
Primero se hace uso de la electricidad para obtener hidrógeno de agua y aplicar carbono seguidamente. Finalmente se combina CO2 y H2 para producir gasolina sintética, diésel, gas o queroseno. Otra importante ventaja es que su fabricación se lleva a cabo a partir de energías renovables, como la solar o la eólica.
En el mejor de los casos, se captura el CO2 necesario para producir el combustible como ya hemos mencionado. Con esta premisa, se consigue convertir un gas de efecto invernadero en un recurso. Gracias a este reciclaje, los vehículos de combustión podrían pasar a ser catalogados como neutros a nivel cilmático, puesto que el CO2 emitido a partir de combustible sintético se volvería a utilizar una y otra vez.
Por último pero no por ello menos importante, los expertos confían en que el precio del combustible sintético esté comprendido entre 1 euro y 1.40 el litro, una cifra que podría bajar considerablemente con el paso del tiempo. Sin lugar a dudar, podríamos estar ante la salvación de los motores de combustión y el comienzo de una pacífica convivencia entre todos los sustentos existentes.
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