Coches con historia: Pegaso
En Coches con historia, te contamos acerca de la curiosa historia de Pegaso como fabricante de coches deportivos, un capítulo apasionante en la historia del automóvil en España. Pegaso no fue solo para camiones y tractores, sino que también generaron entusiasmo en las carreras con los Z-102 y Z-103 entre los pocos afortunados que pudieron comprarlos.
En nuestra sección de Coches con historia, hoy no les contaremos sobre un modelo en específico de la historia del automóvil en España y el mundo, sino que hablaremos de una marca: nada menos que de Pegaso, una marca mítica dentro de la industria de camiones y vehículos industriales. Pegaso también destacó por fabricar varios modelos de coches deportivos que alcanzaron fama mundial, en medio de una España que todavía sufría las consecuencias de la guerra civil y del aislamiento.
La idea de que Pegaso fabricase turismos, nació en 1945. Parecía una locura en los tiempos que corrían, pero los turismos darían más prestigio y publicidad a la recientemente fundada ENASA (Empresa Nacional de Autocamiones), de la cual era consejero delegado el ingeniero Wilfredo Ricart, un barcelonés que trabajó en el diseño y fabricación de sus míticos automóviles deportivos Pegaso, desde 1951 hasta 1957, y que había trabajado en Alfa Romeo, alcanzado el puesto de Jefe de productos especiales.
La utilización del caballo alado como símbolo de la marca, fue idea del propio Ricart. Aunque sin alas (existía un logo de «otro Pegaso» registrado en la época por Mobil Oil), los deportivos Pegaso deberían ser un símbolo de la reconstrucción industrial de España, coches que fueran muy superiores a cualquiera producido por una fábrica corriente de producción masiva. El problema era que pocos podían permitirse gastar los 15.000 dólares que llegó a costar un Pegaso.
Pero no nos adelantemos a los acontecimientos. Vayamos a 1951, cuando al fin el Z-102, el primer deportivo Pegaso, se presentaba en el Salón de París. Básicamente contaba con un brutal motor V8 de 2.5 litros y cuatro árboles en cabeza (dos por bancada), siendo un éxito instantáneo, comparable a los coches de época de Bugatti o Ferrari.
El Pegaso era todo un sueño para el que pudiera comprarlo, ya que la lista de opciones era interminable, inversamente proporcional a lo abultado de la billetera o del cheque que estuviera dispuesto a entregar el comprador. Así, podía ser alimentado opcionalmente por 1, 2 o 4 carburadores Webber, varias relaciones de compresión opcionales y, lo que es más llamativo, con cuatro carroceros distintos que intervinieron directa o indirectamente en su fabricación, a lo largo de su vida comercial y multitud de versiones especiales existentes spyders, turismo y berlinetta, como el Pegaso Cupula, uno de los más buscados y más valiosos.
Como si lo anterior fuera poco, completaba el cuadro del Z-102 la suspensión independiente, caja ZF de 5 marchas no sincronizadas (que se accionaban al contrario de lo que conocemos hoy, con las marchas altas del lado izquierdo), diferencial autoblocante y unas potencias que partieron de los 160 caballos hasta llegar a los 200 caballos, con una velocidad máxima de unos 240 km/h. La transmisión era todo un lujo para la época; con embrague convencional monodisco, las marchas estaban siempre engranadas, procedimiento que permitía llevar la palanca del cambio de una marcha a la siguiente lo más rápido posible sin usar el embrague.
En 1955 Pegaso actualizaba sus deportivos y presentaba el Z-103. El Pegaso ahora equipaba motores más grandes, de 4 a 4,5 litros y también frenos de disco experimentales, ya que uno de los puntos débiles del modelo anterior eran sus débiles discos a tambor.
Los Pegaso también se atrevieron a dar el paso siguiente, a las pistas de carreras. En 1952 debutaba en el GP de Mónaco, en 1953 en Le Mans (aunque el equipo fue retirado por un accidente en entrenamientos) y en 1954 en la Carrera panamericana de México. A la par que Pegaso competía y lograba premios, galardones y menciones, también se batían varios récords de velocidad en la vertiginosa autovía belga de Jabbekke: kilómetro salida parada, milla salida parada, kilómetro lanzado y milla lanzada… En el kilómetro lanzado se lograban 243 km/h, batiendo al Jaguar XK20 que poseía el récord anterior.
Pero no todo era color de rosa para Pegaso. Los coches eran demasiado caros (unas 600.000 pesetas, 8 veces más de lo que costaba un 600) a pesar de ser adelantados a su época; existían muchos problemas técnicos que no veían fácil solución, además de que la división de coches de Pegaso comenzaba a sufrir problemas económicos. En 1957 cesaba la producción, habiéndose fabricado solamente 86 coches y 125 carrocerías. Los que estaban en la fábrica al momento del cierre fueron vendidos como chatarra o subastados sin motor al mejor postor, siendo motorizados con otro tipo de motores por sus nuevos propietarios.
Vía | Wikipedia, Piel de toro, Fine sport cars, Classics
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