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Clásicos Alfa en acción
Alfa romeo Giulia GTAm, GTA, GTA1300 Junior y 1750GTV, todos ellos piezas de colección y firmes candidatos a ganar algún rally, carrera o campeonato de clásicos. Hoy en día estos coches están altamente cotizados en el mercado -últimamente, más de moda que nunca- de los clásicos, tanto los originales como las abundantes réplicas que artesanos […]
Alfa romeo Giulia GTAm, GTA, GTA1300 Junior y 1750GTV, todos ellos piezas de colección y firmes candidatos a ganar algún rally, carrera o campeonato de clásicos.
Hoy en día estos coches están altamente cotizados en el mercado -últimamente, más de moda que nunca- de los clásicos, tanto los originales como las abundantes réplicas que artesanos carroceros producen. Normalmente estás últimas (las que no montan/conservan ninguna o pocas partes originales; a veces puede que el motor o la plataforma) suelen rendir más, ya que solo tienen que combatir contra el crono y no contra la fiabilidad y el desgaste del vehículo. Aunque suelen tener problemas a la hora de cumplir los reglamentos y normativas para competir como clásico.
En la época de producción de estos modelos (1965-1972) Alfa Romeo se situaba como una de las marcas pioneras en usar materiales más livianos para fabricar los componentes de sus motores, como el magnesio o el aluminio; algo que suponía toda una revolución técnica por aquellos tiempos.
También cabría destacar la conducción noble y eficaz que ofrecían; entrando por el sitio, sin acusar las bruscas frenadas o un mal firme y saliendo traccionando cual dragster, gracias a un gran chasis y ayudado en gran parte por el tipo de tracción la potencia, peso y el reparto del mismo. Amén de un paso por curva excepcional.
Aunque si tu estilo era mas cruzado, no había problema alguno, ya que al GTA podías pedirle a cualquier régimen y te iba a marcar en todo momento el limite al sobrevirar.
Algo que también me llamaba mucho la atención de estos rossos, era el pequeño tamaño del volante, para la época. Debido a la mínima necesidad de palanca, por la menor desmultiplicación de la dirección, con lo que se volvía más directa y precisa -pero también dura- y con la que apenas hacia falta sectorizar en el aro. De todas formas, no dejaba de ser curioso ver a un GTA de rallys con un volante de circuito y a uno de circuito con uno de monoplaza.
Por otra parte, la genialidad técnica de los ingenieros italianos se veía ensombrecida por la falta de fiabilidad de estos modelos, problema reseñable para la época, y más teniendo en cuenta la dureza y eficacia del resto de coches europeos de entonces (menos BMW). Cumpliéndose la máxima del mundo del motor, de que la maquinaria italiana esta hecha para correr y no para durar. Aunque -como ahora- eran muy dados a emplear la siempre recurrida escusa de «somos los pioneros en esto y lo estamos desarrollando solos» Aunque otros, por entonces, también estaban a la vanguardia de la técnica, y sus modelos iban como relojes. A costa de, como no, un menor «encanto».
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