Los camiones de segunda mano y la huella ecológica
La contaminación atmosférica se ha ido reduciendo desde el 1 octubre 1990 que se puso en marcha la primera normativa, hasta un 98% en NOx y un 89% en CO.
La huella ecológica es considerada como uno de los principales indicadores de sostenibilidad a nivel internacional. En los últimos meses, el automóvil y sus niveles de contaminación a la atmósfera ha estado en el punto de mira del Gobierno de España. De hecho, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha asegurado que los vehículos movidos por combustibles fósiles “tienen los días contados” en nuestro país.
No hay duda que los vehículos con motor de gasolina o diésel contaminan, especialmente los vehículos más antiguos. Aunque también es verdad que los vehículos más modernos, incluidos los camiones de segunda mano, cuentan con la tecnología necesaria para reducir su huella ecológica lo máximo posible, pero nunca es suficiente para cumplir con las restrictivas normativas anticontaminación.
En España circulan unos 30 millones de vehículos entre turismos, furgonetas, camiones y autobuses, según los datos de Urban Science y Aniacam. Esta cifra convierte al parque español en uno de los focos más importantes de contaminación atmosférica en Europa, como refleja la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). La agencia reguladora de la Unión Europea (UE) señala que las furgonetas liberan 158 gramos de CO2 por pasajero y kilómetros, 104 gramos de CO2 los turismos, 72 gramos de CO2 las motocicletas y 68 gramos de CO2 los autobuses. A pesar de ello, el transporte de mercancías por carretera trabaja desde hace años para cumplir con los objetivos establecidos por la UE y reducir su impacto medioambiental, ya que es consciente de la importancia de rebajar la huella de contaminación.
Hoy en día, más del 70% de las mercancías que se desplazan en la UE lo hace por carretera. Esto provoca un gran impacto medioambiental, debido principalmente a las emisiones de gases de efecto invernadero. Un nivel de contaminación atmosférica que se ha ido reduciendo progresivamente desde que el 1 de octubre de 1990 se puso en marcha la primera normativa europea sobre emisiones contaminantes, conocida como Euro I. Desde 1990 hasta hoy, estas normativas han provocado que el transporte haya reducido en un 98% las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y en un 95% las de hidrocarburos no quemados (HC). Mientras que el monóxido de carbono ha bajado en un 89%.
En los últimos tiempos, el gas natural licuado (GNL) se ha presentado como una alternativa al gasóleo para el sector del transporte de mercancías por carretera, ya que se afirmaba que reducía las emisiones de CO2 entre un 10 y un 15%. Sin embargo, un nuevo estudio de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente, comúnmente denominada Transporte & Environment, muestra que los camiones de GNL producen entre 2 y 3,5 veces más de NOx que los camiones que funcionan con combustible diésel, siendo cinco veces peores para la contaminación atmosférica. Esto supone una nueva problemática para reducir la huella ecológica, ya que los vehículos electrónicos pesados aún se encuentran en su fase de desarrollo y no son una alternativa real en la actualidad. Hasta la llegada de los camiones eléctricos o los camiones híbridos, los actuales motores diésel se presentan como la solución más eficiente y limpia.
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