A prueba BMW Serie 4 Coupé 420i: a por la excelencia
En esta ocasión nos hemos puesto a los mandos del BMW Serie 4 Coupé en su variante 420i para responder a una pregunta: ¿merece la pena frente a su sucesor?
Sí, lo sabemos, y entendemos porque os estáis preguntando que qué diantres hacemos probando el BMW Serie 4 si se encuentra en su ciclo final de vida. La respuesta es sencilla y, a nuestro parecer, muy lógica. Y es que hemos querido comprobar cuánto merece la pena hacernos -aún que estamos a tiempo- con esta generación de uno de los deportivos más carismáticos de BMW; o, por el contrario, olvidarnos de este y esperar al nuevo y a sus innovaciones.
Para responder a esta pregunta y salir de dudas, hemos decidido convivir durante una semana con el BMW Serie 4 en su variante 420i con cambio automático ZF de ocho velocidades y acabado Luxury. Estos han sido los argumentos del coupé germano para convencernos de que lanzarnos a por él es una buena idea pero, ¿lo habrá conseguido? Vamos a descubrirlo.
Sutil, elegante y embriagador
Siempre que voy a recoger un coche de prensa, una hambrienta curiosidad comienza a recorrer mi ser y solo puede ser saciada tras conocer las características del coche que me va a acompañar. Mientras esperaba en las instalaciones de BMW España a que me entregasen el Serie 4, tenía el presentimiento de que el acabado M iba a ser el encargado de cubrir sus carnes; pero, para mi sorpresa -y alegría-, dicha tarea la ejecutó el acabado Luxury.
Independientemente del nivel de equipamiento que tenga el coupé bávaro, a rasgos generales nos encontramos con un coche estilizado y elegante. El frontal se mantiene fiel a sus principios al estar gobernado por los característicos riñones de BMW, los cuales se enfatizan de la mano de dos sutiles pero imponentes faros con tecnología LED.
El lateral del Serie 4 saca músculo con una estética muy estilizada y con unas líneas que dan fluidez a su diseño sin ser abruptas en ningún momento. Las llantas de 19 pulgadas -1.361 euros- se encargan de continuar arrojando dosis de elegancia al conjunto, pero es la zaga la que pone la guinda final de la mano de dos pilotos -también con tecnología LED- alargados y estilizados y de una doble salida de escape de verdad de la buena.
Calidad, calidad y más calidad en el habitáculo
Es cierto que la estética del Serie 4 es continuista y se mantiene dentro de los estándares de diseño de la marca -los cuales siguen al pie de la letra los modelos actuales-, algo que le ayuda a evitar que el paso del tiempo le afecte demasiado. Sin embargo, no tenía la misma sensación con su interior, zona que me esperaba algo obsoleta y vetusta. Nada más lejos de la realidad.
BMW ha jugado con los restylings de uno de sus coupés por excelencia para evitar que los años lo castiguen demasiado. Nada más entrar nos recibe un volante demasiado grande en un principio -te acostumbras rápido- pero con un tacto muy agradable y que ya adelanta el nivel de acabados que presenta el resto del interior del Serie 4.
Detrás de este se inscribe un cuadro de mandos digital de 10,25 pulgadas -296 euros- que, sin ofrecer tanta información ni personalización como el de su competencia, cuenta con unos gráficos fluidos y con un diseño capaz de brindarnos un maridaje exquisito entre lo clásico y lo moderno. El salpicadero se encuentra gobernado por una pantalla opcional de 8,8 pulgadas con la que no nos costará familiarizarnos gracias a una distribución de los menús muy intuitiva y un comportamiento rápido.
Su manejo podrá llevarse a cabo de forma táctil o mediante un mando satélite situado en la consola central. Debido a la lejanía de la pantalla respecto a los asientos delanteros, nos será más sencillo hacer uso de este último, ya que de lo contrario tendremos que estirarnos demasiado para poder llevar a cabo diferentes funciones.
Por otra parte y algo que personalmente agradezco, es que BMW haya mantenido intactos los mandos físicos en el Serie 4. Y es que la casa germana no ha querido pasarse de minimalista ni con este modelo ni con ninguno de los más modernos, los cuales se siguen manteniendo fieles a las ruedecitas y botones de toda la vida, senda que muy probablemente seguirá el próximo Serie 4.
Gracias a esa fidelidad por parte de los integrantes de la casa alemana, el actual Serie 4 no se muestra atrasado respecto a ellos; al contrario, su sobriedad es sello de identidad y la carencia de elementos superfluos y de una desmesurada ornamentación hace que sentirse cómodo a los mandos del coupé de BMW sea mucho más sencillo. Al igual que lo hace su nivel de acabados, el cual está a la altura de un coche cuyo precio de partida -en el caso de nuestra unidad de pruebas- es de 48.000 euros.
Toda zona palpable se encuentra recubierta de materiales blandos y de primera calidad, tales como el cuero o inserciones de madera, dejando los plásticos duros para aquellos lugares más recónditos y que no frecuentaremos demasiado con nuestras manos. A esta aura de lujo y exclusividad se le suman dos cómodos asientos que recogen muy bien el cuerpo. Aunque no son tan cómodas ni sus largas y pesadas puertas -las cuales tendremos que abrir con cuidado- ni el acceso a las plazas posteriores.
Una vez superado el enredoso proceso de colocar nuestras posaderas en la segunda fila de asientos -mal endémico de los coupés-, nos toparemos con un sorprendente espacio para las piernas. Aunque cuidado si con la sorpresa subimos muy rápido la cabeza, ya que en seguida nos encontraremos con la luna posterior a causa de la prominente caída del elegante techo del Serie 4 Coupé, que se encarga de ofrecer un espacio libre algo más reducido.
Por último pero no por ello menos importante, hablaros del maletero, el cual declara 445 litros en esta variante del BMW Serie 4. Es un espacio de carga más que suficiente para el equipaje de dos o incluso tres personas, siendo el único inconveniente una boca de carga con unas dimensiones algo complejas, aunque estas se ven compensadas por una generosa profundidad.
Un comportamiento con mucha personalidad
Pero ya basta de hablar de obviedades. Llegó el momento de pulsar el botón «Engine Start» y de centrarme en uno de los puntos más interesante de esta prueba que hoy nos ocupa: cómo es conducir el BMW Serie 4 Coupé. Antes de entrar en materia me veo en la obligación de presentaros al que ha sido el encargado de dar vida a este coupé alemán arropado por la denominación 420i, un cuatro cilindros de 2.0 litros twinturbo capaz de erogar 184 CV y 290 Nm de par, cifras que se envían al eje posterior.
Se trata de un motor de carácter noble y muy predispuesto a llevarnos de A a B con la mayor comodidad posible. Los 290 Nm de par hacen acto de presencia a tan solo 1.350 vueltas, y se mantienen en pleno frenesí hasta bien entradas las 4.600 vueltas. Gracias a esto, podremos sentir un imponente empuje en los primeros compases del tacómetro, pero será a medio camino del mismo donde sintamos un comportamiento muy lineal por parte del motor capaz de restarle deportividad a un conjunto que, por lo demás, promete mucho en este aspecto.
Pero no quiero que me malinterpretéis, ya que el 420i tiene fuerza más que suficiente para desplazarse con diligencia, pero no esperéis un comportamiento deportivo por su parte y menos con el acabado Luxury, nivel de equipamiento que busca realzar el lado más burgués del Serie 4. No obstante, la casa germana ha dejado latente su ADN incluso en esta variante más modesta, lo que nos permite experimentar cómo otros elementos mecánicos sí que cuentan con un carácter más rebelde.
Por autopista y circulando a ritmos tranquilos, el BMW Serie 4 se siente como pez en el agua gracias a esa innegable faceta -más presente en su hermano mayor, el Serie 8- de GT. Pese a que el tarado de su suspensión es duro y algo seco, en los modos de conducción más permisivos las imperfecciones del asfalto se absorberán con diligencia, y un sublime aislamiento acústico se encargará de ahondar aún más a sus pasajeros en esa atmósfera de confort. En dicho terreno es sencillo ver reflejado un consumo de 6,9/7 litros a los 100 km.
En ciudad, las dimensiones más bien voluminosas -4,64 metros de largo, 1,82 de ancho y 1,37 de alto- del Serie 4 provocarán que pasar por ciertos lugares algo angostos no sea la mejor idea. A esto tampoco ayuda su dirección, la cual se presenta pesada y no con demasiadas vueltas entre tope y tope, lo que dificultará maniobrar en parkings o zonas estrechas. No obstante, una sorprendente buena visibilidad posterior y las diferentes ayudas al estacionamiento -y a la conducción- facilitarán algo las cosas. En el mundo urbano la media de consumo subió hasta los 10,5 litros a los 100 km.
Pero, ¿qué pasa cuando le damos rienda suelta a un coche con ciertas pretensiones deportivas? Bien, es cierto que esta variante no es la aliada perfecta para efectuar una conducción algo alegre, pero nos encontramos con una serie de elementos que nos alientan a realizarla. Sí, la dirección es dura hasta en el modo Confort, pero es comunicativa y precisa como pocas, lo que se traduce en una excelente conexión con lo qué está sucediendo en el asfalto.
La suspensión dura y seca, que transmite a veces con demasiada intensidad y los rotos y badenes del asfalto, ayuda a que los balanceos de la carrocería en zonas reviradas se reduzcan considerablemente. No obstante, las cifras que nos ofrece la variante 420i y su peso -el cual se hace notar en curvas muy cerradas- no harán que la zaga se desplace a placer como sí ocurre en otros modelos de propulsión más potentes, pero sus prestaciones son más que suficientes para ayudarnos a jugar con ella y así redondear algo más la trazada.
Por último, hablaros del cambio automático, una caja de ocho velocidades ZF de tipo convertidor de par. Se trata de una transmisión suave y rápida a la hora de realizar los cambios incluso cuando le exigimos, pero algo brusca en arrancadas y en transiciones entre marcha y marcha a baja velocidad. En modo secuencial nos encontramos con un comportamiento muy semejante, respondiendo prácticamente al instante después de haber accionado la leva.
Conclusión
BMW se ha encargado de dejar un legado muy importante de la mano de este Serie 4, un modelo que, pese a sus años en el mercado, consigue mantener el tipo y la compostura ante las adversidades. Se trata de un coche con una estética bastante atemporal gracias a un lenguaje de diseño moderno pero continuista que se sigue apreciando en los modelos actuales; y, pese a que no cuenta con la tecnología que encontramos en el actual Serie 3, presenta las suficientes soluciones como para evitar que lo catalogue de obsoleto.
Entonces, ¿qué respuesta tiene la pregunta del principio? BMW pretende revolucionar el sector de los coupés con el nuevo Serie 4, un vehículo que se mantendrá fiel a la filosofía de esta generación pero con ciertos matices dispuestos a marcar un antes y un después. Si eres un fiel amante de la marca, quieres hacerte con un coche moderno pese al claro avance del resto de la gama y capaz de aguantar el paso del tiempo con diligencia y con un marcado carácter deportivo independientemente del motor que se encuentre en sus entrañas, el Serie 4 actual es tu coche.
Es cierto que la unidad que me acompañó durante una semana elevaba la factura final hasta los 67.000 euros, pero estamos hablando de un coche que se encuentra en su ciclo final de vida y del que será sencillo encontrar unidades en stock con un precio mucho más competitivo. Con esta premisa, os recomiendo que si os estáis planteando el Serie 4 como vuestro futuro coche, no dudéis demasiado y aprovechéis la transición de generaciones para conseguir una buena oferta.
Deja un comentario