Ante la inminente llegada de un temporal… ¿es mejor renunciar a viajar?

Aunque parece que lo peor del invierno ya ha pasado y tenemos frente a nosotros la anhelada primavera, la climatología todavía puede darnos un buen susto. Ya conoces ese acertado refrán: «Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo», un dicho que nos recuerda que el tiempo sigue siendo inestable y cualquier día podemos levantarnos con la amenaza de una buena tormenta o una nevada. Y ante esa situación… ¿debemos proseguir con los planes de ese viaje previsto?

La presencia de las nubes no debe de asustarnos. Llevando los niveles del motor correctamente y la presión adecuada en los neumáticos, no hay ningún problema normalmente. Pero puede suceder que esas nubes escondan una tremenda tormenta, tanto de agua como de granizo o nieve. Entonces es cuando se debe entrar a valorar si es necesario realizar ese viaje o si es mejor no hacerlo y dejarlo para otra ocasión más propicia.

Si el riesgo es muy elevado, es mejor no hacer ese viaje y primar la seguridad sobre cualquier otro tipo de consideraciones. Mejor retrasar el trayecto uno o dos días que quedarse bloqueado en carretera o incluso sufrir un accidente o cualquier tipo de percance. Ante la posibilidad de hacer el viaje, hay que tener en cuenta si se está equipado para conducir por superficies heladas, mojadas o con nieve. El uso de cadenas puede ser necesario en varios puertos de montaña, así que hay que ir preparado para ello.

En el caso de contar con neumáticos para invierno, que vienen identificados con el símbolo de tres picos de montaña y el de hielo, no son necesarias las cadenas, ya que están preparados para la circulación en esas duras condiciones. No es normal que los conductores españoles utilicen ese tipo de neumáticos, pero es mejor asegurarse de que contamos con todo lo necesario para ir por la nieve totalmente seguros.

Si hemos pasado la noche en un lugar donde ha nevado y tenemos que iniciar la marcha, hay que recordar eliminar la nieve de la forma más completa posible. En el caso del parabrisas y los faros, hay que buscar contar siempre con la mayor visibilidad posible y esto solo se logra eliminando la nieve o la placa de hielo que pudiera haber en estos lugares. Obviamente, con el calor del motor y de la fricción del aire, se acabarán soltando, las placas, pero es mejor no iniciar la marcha hasta que todo ofrezca la mayor visibilidad posible.

Si quedan restos de nieve en el capó, por ejemplo. la velocidad hará que esas gotas acaben impactando en el parabrisas y causen una pérdida de visibilidad, algo que no es en absoluto aconsejable. La nieve del techo es otro factor de riesgo, aunque en este caso no para nosotros sino para los vehículos que circulen detrás, ya que al desprenderse puede impactar sobre su parabrisas y crear el riesgo de un accidente.

Si pese al mal tiempo sigues pensando en hacer ese viaje, has de recordar que pese a llevar cadenas o neumáticos de invierno, la carretera cubierta de hielo o nieve es traicionera y puede traerte un buen susto. Hay que conducir mucho más despacio de lo que harías normalmente y sobre todo, extremando la precaución. Sobre todo, hay que conducir de manera muy cuidadosa y sin realizar maniobras bruscas.

Hay maneras de impedir que el vaho enturbie los cristales, así que hay que tener en cuenta también esto. Bajar ligeramente las ventanillas para renovar el aire y evitar ese molesto vaho puede ser una muy buena idea, aunque se cuele un poco de aire frío del exterior. No bajemos la guardia por tener ahí delante la primavera y recordemos que ante una tormenta de agua o nieve, hay que extremar siempre la seguridad para evitar sustos, accidentes y complicaciones en el trayecto. Y si se puede evitar conducir en esas condiciones tan adversas, mejor hacerlo.

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