Estos son cinco coches con motor V10 que merecen un rincón en el hall de la fama
Hoy os traemos 5 coches con motor V10 que merecen entrar en los anales de la historia debido a su exclusiva configuración mecánica.
El sector automovilístico está cediendo ante los eléctricos y el downsizing, dos medidas con las que se busca reducir las emisiones de CO2 y el consumo. Con esta premisa, es normal que estemos siendo testigos de como paulatinamente desaparecen ciertas mecánicas, siendo los motores V10 -en especial los atmosféricos- los que más están sufriendo junto a los V12.
Teniendo en cuenta que nos consideramos unos amantes empedernidos de los coches, hemos decidido hacer una pequeña recopilación de cinco coches con motor V10 que merecen un rincón en el hall de la fama. Y es que esta peculiar configuración no solo destaca por estar sumamente ligada con la Fórmula 1, sino también por ofrecer uno de los sonidos más embriagadores de todos los tiempos.
Audi R8
El Audi R8 fue el primer superdeportivo de Audi y llegó dispuesto a cambiar el panorama del segmento. Al principio, la firma de los cuatro aros apostó por un V8 atmosférico de 4.2 litros, pero rápidamente se añadió a la fórmula un V10 de 5.2 litros dispuesto a dar el do de pecho con una configuración que se encontraba ya por aquel entonces -y por desgracia- en peligro de extinción.
Con su segunda generación en juego, la gente de Audi apostó directamente por el V10 atmosférico de 5.2 litros, que ahora es capaz de erogar 620 CV y 580 Nm de par. Con estas cifras, el superdeportivo alemán garantiza un 0 a 100 en 3,1 segundos y una velocidad máxima de 330 km/h.
Lamborghini Huracán
El primo hermano del Audi R8, el Lamborghini Huracán. Y es que este superdeportivo de origen italiano comparte motor con el alemán ya desde sus inicios, una costumbre que hereda de su predecesor, el Lamborghini Gallardo, modelo que estuvo disponible tanto con un V10 de 5.0 litros como con uno de 5.2 litros.
En la actualidad, el Huracán hace gala una evolución de ese V10 atmosférico de 5.2 litros. De esta manera, nos encontramos con un colosal propulsor de 640 CV de potencia y 600 Nm de par, unas cifras ligeramente superiores a las que declara el R8.
BMW M5 E60
Hubo una época en la que las berlinas deportivas gozaban de una mayor acogida, lo que permitía que marcas como BMW gestasen a modelos como el BMW M5 E60. Y es que esta generación del M5 destacó, principalmente, por llevar en sus entrañas de un motor derivado de la Fórmula 1.
Se trataba de un V10 atmosférico de 5.0 litros que desarrollaba 507 CV y 520 Nm de par. Además de ofrecer un sonido único, el M5 E60 era capaz de cubrir el 0 a 100 en 4,6 segundos y alcanzar una velocidad máxima limitada de 255 km/h.
Porsche Carrera GT
Porsche se enfrascó en la tarea de desarrollar hyperdeportivos con el Porsche 959, al cual sustituyó a principios de siglo uno de los modelos más icónicos de la marca alemana, el Porsche Carrera GT. Este y al igual que otros vehículos que hacen uso de un V10, extrajo su motor de la Fórmula 1 para convertirse en un auténtico coche de carreras pero con licencia para circular por la vía pública.
Su motor era un V10 -también atmosférico- de 5.7 litros que producía 612 CV y 590 Nm de par. Estas cifras se gestionaban por medio de un cambio manual de seis relaciones y garantizaban un 0 a 100 en 3,8 segundos y una velocidad máxima de 329 km/h.
Lexus LFA
Llegó un momento en el que, cansado de aguantar la hegemonía de los superdeportivos europeos, Lexus decidió dar constancia de su capacidad para crear vehículos del tal talante. De este objetivo nació el Lexus LFA, un superdeportivo con todas las de la ley que consiguió arremeter contra sus principales rivales del otro lado del charco.
El LFA recurría a un motor atmosférico V10 cuya melodía estaba afinada por cortesía de Yamaha, consiguiendo así uno de los sonidos más espectaculares de este siglo. Se trataba de un motor de 4.8 litros que producía 560 CV y 480 Nm de par, cifras con las que el superdeportivo japonés alcanzaba los 100 km/h en 3,7 segundos y una velocidad máxima de 297 km/h.
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