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Salón de Ginebra 2012: Bentley
La marca británica muestra su primer intento serio de añadir un SUV a su gama con el EXP 9 F. El Continental GTC recibe el nuevo V8 y el Mulsanne se viste de Mulliner.
Pobre Continental. La de alegrías que le ha dado a la marca de Crewe para que en una de sus puestas de gala importantes le pongan al lado un polémico prototipo que le arrebate el protagonismo. Mezcla de sensaciones es lo que se llevan los asistentes al Salón de Ginebra del stand de Bentley, que con tres primicias, y más de la mitad ni siquiera son nuevas generaciones, dará que hablar durante semanas.
Aunque a muchos les pese, el momento del SUV también ha llegado a esta legendaria firma. Sin embargo, no hay que apresurarse a hacer predicciones pesimistas porque el EXP 9 F que vemos en la feria es tan solo un concepto. Es decir, basta con que el personal de Bentley recoja las impresiones para que lo devuelva a la mesa de diseño. Y da mucho para comentar.
Este mastodonte, destinado a satisfacer los estrambóticos caprichos de los ricos árabes, indios, chinos y demás países emergentes, ofrece sentimientos encontrados según por donde se mire. El frontal asegura que sí, que es un Bentley de pura cepa con su gigantesca calandra cromada coronada por la B alada, así como el doble faro heredado del Mulsanne y compañía.
De perfil la imagen es más robusta y cuadrada gracias a la alta cintura, aunque es inevitable que los ojos acaben en las hipnóticas llantas de 23 pulgadas. La zaga es bastante más comedida que otras esquinas, con pilotos parecidos a los del nuevo Continental, aunque resulta confusa la forma de abrir el maletero, cuya boca peca de estrecha.
Curiosamente es en el habitáculo donde el EXP 9 F cobra más sentido. Diseño, distribución y materiales son totalmente normales en Bentley, quien no escatima para nada en lujo en todos sus rincones. No es de extrañar, pues el presidente de Bentley, Wolfgang Duerheimer, ha declarado en su presentación que cuando llegue al mercado tiene la misión de inaugurar una categoría de SUV más alta que ninguna otra. El prototipo guarda bajo el capó el conocido 6.0 W12, pero Duerheimer no descarta considerar un sistema híbrido en el futuro. A ver en qué queda la cosa.
Volviendo al Continental y al mundo real, el GTC estrena el nuevo motor de ocho cilindros en uve de cuatro litros. Las modificaciones en su diseño son idénticas a la de la variante cerrada: paragolpes delantero con entradas de aire ensanchadas, deflector frontal más agresivo, llantas nuevas y doble salida de escape a cada lado.
Para diferenciarlo por dentro hay que fijarse en su tapicería bi-tono (aunque luego el cliente puede hacer con ella lo que le dé la gana), su madera de eucalipto oscurecida exclusiva o su nueva consola central más sencilla. El motor tampoco cambia y mantiene sus 507 CV y 660 Nm de par máximo entre las 1.700 y 5.000 rpm. Unido a una tranmisión automática de ocho relaciones, el nuevo GTC acelera de 0 a 100 km/h en cinco segundos y alcanza los 301 km/h. Según Bentley, con este bloque se reducen los consumos y emisiones de CO2 en un 40%, con una autonomía de 800 kilómetros.
Finalmente, la tercera primicia es el Mulsanne con el paquete Mulliner Driving Specification. Dejando a un lado los rasgos exteriores característicos como las llantas exclusivas de 21 pulgadas o las entradas de aire cromadas adicionales, se ofrecen extras únicos como la suspensión y dirección deportivas, interior con incrustaciones de diamantes e interminables opciones de pieles, maderas y cualquier elemento del interior al gusto de su exquisito propietario.
Fotos | Highmotor
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