Mazda CX-5 2.2 SKYACTIV-D 150 CV AUT 4WD, prueba (Motor y prestaciones)
Al volante del Mazda CX-5 2.2 SKYACTIV-D 150 CV con cambio automático de seis relaciones y tracción integral. Esta versión diesel la ponemos a prueba y te contamos todo sobre el motor, prestaciones y consumo.
Seguimos con las pruebas en Highmotor y seguimos con esta breve comparativa entre dos SUV con mucho que decir. El primero de ellos es todo un veterano en el segmento, el Volkswagen Tiguan, mientras que ahora vamos a hablar de un recién llegado, eso sí, llega pisando fuerte. Nos ponemos al volante del Mazda CX-5 con motor diesel de 150 CV asociado a la caja de cambios automática y con tracción integral.
La tecnología SKYACTIV ya es una vieja conocida de nuestro equipo de pruebas, en dos ocasiones hemos podido profundizar en la nueva apuesta de la firma japonesa. En la teoría vimos que se trata de elevar la eficiencia al nivel máximo, con una serie de múltiples mejoras en motores y en el propio vehículo. Y ahora vamos a ver en la práctica los resultados de esta tecnología aplicada al Mazda CX-5.
No puedo empezar la prueba sin hacer una breve mención a la fuerte apuesta de Mazda por este coche, el CX-5 estrena los nuevos motores SKYACTIV (diesel y gasolina), estrena nueva caja de cambios (manual y automática), supone un hito en reducción de peso (rondando los 1615 kg), apuesta por la seguridad con nuevos equipamientos, nuevo lenguaje de diseño y finalmente nuevos interiores con mayor calidad.
Motor y prestaciones
Ahora sí, arrancamos con la prueba analizando el motor diesel de 2,2 litros con una potencia de 150 CV. El motor cuenta con la tecnología SKYACTIV, es decir, se ha optimizado la combustión buscando la mayor eficiencia y al mismo tiempo una reducción de emisiones y consumo.
En este motor diesel, se ha trabajado para reducir la relación de compresión y así reducir consumos, situándose en 14:1. Además cuenta con un sistema de doble turbo, gracias a un turbocompresor de doble etapa, y también un sistema de alzado variable de válvulas. Todo ello contribuye a la reducción de emisiones y a que el motor ya supere la futura Euro VI.
¿Cómo responde? Lo primero que notamos es un motor suave, con respuesta contundente al pisar el acelerador (no en vano, son 2,2 litros y 150 CV), respuesta que se nota desde las 1.800 vueltas hasta las 4.500 r.p.m. El punto mejorable es la rumorosidad del propulsor, algo elevada a nuestro juicio, eso sí, en el interior el ruido no se nota gracias a una excelente insonorización del habitáculo.
Uno de los puntos fuertes es la nueva caja de cambios automática de seis relaciones. Efectivamente no es tan rápida como la DSG que equipa el VW Tiguan, pero para no ser de doble embrague, consigue un funcionamiento sencillamente excelente. Pocas veces encontramos una caja de cambios que sea tan rápida o que retenga el coche de manera que lo hace esta.
Tras varios años probando coches, y muchos de ellos automáticos, casi todas las cajas pecan en la retención, dejan el coche rodar libremente y no retinen igual que un cambio manual. Eso no pasa en el CX-5, cuando pisamos ligeramente el freno en una cuesta o descenso prolongado, la caja actúa bajando marcha y reteniendo el CX-5.
Hay una ausencia destacada detrás del volante, las levas. Sería un complemento ideal para esta caja automática de seis relaciones.
Comportamiento
En carretera el CX-5 es un coche confortable, cómodo y con una buena insonorización. Pero eso sí, no deja de ser un SUV, es decir, notaremos que su agilidad está comprometida por su tamaño, altura e incluso neumáticos. Como siempre el ESP se encarga de corregir cualquier problema, y como punto positivo no tiene la típica suspensión blanda que suelen tener los modelos de este segmento.
La dirección si que es blanda y no es muy comunicativa, pero cumple correctamente con su cometido. Mientras que el sistema de frenos destaca por el tacto esponjoso del pedal (suele ser habitual en las marcas japonesas), pero más allá de esta anécdota, cumplen con su función sin problemas.
La unidad que probamos disponía de la tracción integral, completamente automática, accionándose cuando nota pérdida de adherencia en alguna de las ruedas. Este sistema de tracción lo hemos probado en campo, arena y zonas con baja adherencia y los resultados han sido positivos, sobretodo en lo rápido que actúa pasando la tracción al resto de ruedas en zonas complicadas.
Para usos más off-road, sería conveniente el uso de neumáticos mixtos (un elemento que si equipa en VW Tiguan), al menos en estas versiones con tracción total, que mejoran mucho el comportamiento y agarre del coche, que ya de por sí, cuenta con un buen sistema de tracción pese a ser completamente automático.
Consumo
Como ya comentamos, la tecnología SKYACTIV busca un ahorro en emisiones y combustible, precisamente en este apartado de consumo es donde se notan las cifras. Un 4×4 automático, con 150 CV y tracción integral, que consume 5,9 litros en autovía. Cifra que sube ligeramente hasta los 6,2 litros en carretera.
En ciclo urbano, con nuestro recorrido habitual de unos 50 km por la ciudad de las cuestas (Vigo) el consumo se situó en los 8 litros a los 100 km. Y el CX-5 también incorpora el sistema Star&Stop de serie, un sistema rápido en combinación con el cambio automático, pero algun fabricante lo supera en este apartado.
Estas cifras mejoran las del Tiguan, que casi en igualdad de condiciones y algo menos de potencia, consume medio litro más en carretera. Aunque las mejores cifras y sobretodo las que más sorprenden, son las del modelo gasolina del Mazda CX-5, del que pudimos hacer una breve toma de contacto hace unos meses.
En la segunda parte seguimos con el análisis al diseño exterior, interior y acabados del Mazda CX-5.
Fotos | Diego G. Moreira
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