Fiat Bravo 2.0 M-Jet 165 CV Super Sport, prueba (parte I)
Fiat ha sufrido durante los 2-3 últimos años una gran revolución en cuanto a cambio de imagen y apuesta por nuevos mercados. El logotipo ha dejado de ser azul para cobrar más vida con un tono rojo, se ha vuelto a la denominación Bravo que sustituye al modelo Stilo que sustituyó a los anteriores Bravo […]
Fiat ha sufrido durante los 2-3 últimos años una gran revolución en cuanto a cambio de imagen y apuesta por nuevos mercados. El logotipo ha dejado de ser azul para cobrar más vida con un tono rojo, se ha vuelto a la denominación Bravo que sustituye al modelo Stilo que sustituyó a los anteriores Bravo y se ha definido un poco más cada modelo para un perfil de público más segmentado.
Así, el nuevo Bravo poco tiene que ver con su antepasado del que hereda poco más que el tamaño y la plataforma. Como veremos a lo largo de la prueba, he podido suponer que el público objetivo es una pareja o familia joven con hijos pequeños o con intención y que nada tiene que ver con la gente joven que se compraba un Stilo de 3 puertas con un aire deportivo. Aun así, hay muchas mejoras que descubriremos poco a poco a lo largo de la prueba con respecto al modelo que sustituye.
Motor y prestaciones
Los nuevos motores de Fiat en general han conseguido ser mucho más fiables y alargar el mantenimiento en las revisiones. Nuestro coche tenía el nuevo motor diésel 2.0 MultiJet que entrega 165 CV denominado Super Sport y que se puede diferenciar en el coche por la coloración roja de la letra «B» en la parte trasera. Es la motorización más potente que se puede encontrar en este modelo. Al igual que en los primeros motores, la marca sigue apostando por una progresión continuada a medida que se acelera perjudicando en ese caso el push que puedan tener otras marcas alemanas del grupo VAG. Su cifra oficial de 0 a 100 es de 8,2 segundos con una velocidad punta de 215 km/h y un par máximo de 360 Nm a 1.750 vueltas.
Dispone de una caja de cambios manual de 6 velocidades que viene muy bien para desahogo en autopista con un tacto realmente agradable, tanto de la palanca en cuero como a la hora del cambio de marchas con un recorrido algo más largo que en el Stilo. Sube fácilmente de vueltas gracias a su desarrollo y su par que lo otorga a un régimen muy bajo, permitiendo tener un margen óptimo entre 1.200 y casi 3.000 rpm. Más no es aconsejable ni por potencia ni por consumo.
Hemos notado el motor mucho menos ruidoso y que vibra mucho menos. Aunque no podríamos compararlo con un motor con ya 50.000 km del antiguo Stilo, sí que notamos con casi 15.000 que esto se cumple y con bastante mejoría que era un claro inconveniente en el Stilo. Por contra, cuando abrimos el motor nos encontramos una desagradable sorpresa: la sujeción del capó no se realiza mediante muelles hidráulicos como en el anterior modelo, sino que es necesario una varilla manual. Tampoco es fácil encontrar la maneta para abrirlo, sino que hay que meter la mano y ensuciarse con la chapa interior. Las amortiguaciones también son más blandas que en el modelo anterior, para favorecer un viaje más confortable.
Aunque hablaremos de su equipamiento en la tercera parte, de serie se ofrece el cruise control que cada vez me voy acostumbrando a él y cuando cojo (incluso el mío) uno que no tiene, lo echo bastante de menos. Si se sabe utilizar es muy cómodo, como todo. Los consumos no se ven muy afectados por la utilización del cruise y aumenta ligeramente el consumo en 0,1 litros con respecto al obtenido de modo manual, una cifra casi despreciable. Su autonomía con datos oficiales y teniendo en cuenta sus 58 litros de capacidad del depósito de combustible llega a los 1.300 kilómetros.
El consumo oficial extraurbano es de 4,3 l/100 km, una décima menos que lo que obtuvimos nosotros en el recorrido (4,4 l/100) aunque en ligera subida, por lo que podíamos haber alcanzado e incluso superado la cifra oficial siempre a un ritmo medio de unos 90 km/h. Si lo subimos hasta límites legales, el consumo es cercano a 7 litros cada 100 km (6,8 l/100 sin cruise) y aunque es ligeramente inferior que el Stilo, es alto para un diésel de estas características. Sin ir más lejos, el Mondeo 2.2 TDCi de 175 CV con un peso mayor, gasta 2 litros menos cada 100 km a velocidades similares.
En el siguiente capítulo desgranaremos todo lo mejor y peor del diseño exterior e interior. Los pros y los contras y porqué nos parece que ha cambiado su público objetivo, centrando el Punto en una persona más joven y dedicando el Bravo a más de una persona joven.
Fotos | Javi Vicente
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