¡Cuidado con la lluvia! Cómo actuar en caso de aquaplanning
Uno de los grandes enemigos del conductor es el temido aquaplaning, un efecto que se produce a causa del agua en el asfalto y que provoca muchos accidentes cuando llueve torrencialmente o incluso cuando la calzada está lo suficientemente mojada
Da igual que sea invierno o verano. Las lluvias pueden llegar en cualquier momento y en algunos lugares del país se producen de manera torrencial, con la caída de muchos litros de agua en cuestión de minutos. Esto hace que las carreteras se vean cubiertas de agua, que crean una capa de este líquido que puede provocar uno de los grandes enemigos del conductor: el aquaplanning.
Así se llama al efecto que provoca que los neumáticos dejen de estar en contacto con el asfalto a causa del agua. Las ruedas no son capaces de desalojar el agua bajo ellas y crea un efecto de flotación que lo eleva ligeramente y en consecuencia, se pierde el control del vehículo y puede provocar un serio accidente. Por suerte, se puede contrarrestar este efecto y retomar el control del coche en un momento.
Lo principal para recuperar el control del coche es mantener el control sobre sí mismo y conservar la calma. Si el conductor se pone excesivamente nervioso puede ser difícil actuar y se puede empeorar la situación. También hay algo fundamental que se ha de tener en cuenta: los neumáticos son fundamentales para evitar este problema.
El dibujo de las ruedas ha de estar en perfectas condiciones para que el agua pueda eliminarse sin problemas y se evite el efecto aquaplanning. Pero si aún y con las ruedas en condiciones nos encontramos con esta situación, esta es la manera correcta de actuar.
Si se está circulando por una recta, lo que hay que hacer es reducir la velocidad sin girar la dirección y esperar a que el coche salga del charco que ha provocado el problema. Si se intenta frenar es más fácil perder el control. En este caso hay que evitar girar la dirección, ya que al no hacer contacto con el firme, es más fácil que el coche derive excesivamente y al volver a contactar con el suelo realice un cambio de dirección repentino y descontrolado.
Por ello no hay que reducir la velocidad de forma abrupta, ya que en unos segundos las ruedas volverán a entrar en contacto con el asfalto y se modificará el comportamiento del coche sin previo aviso. Tampoco hay que acelerar para buscar un mayor agarre, por el mismo motivo.
Lo más común es que en un aquaplanning las ruedas que derrapen sean las traseras. Para evitarlo, hay que evitar frenar y girar el volante hacia la misma dirección a la que se dirige el coche, de forma rápida pero sin brusquedad y solo ligeramente, sin realizar un giro demasiado grande.
Si el coche se desplaza por causa de las ruedas delanteras, el giro se ha de realizar en el sentido contrario y dejar tranquilos todos los pedales. En cuanto se recupera el control, cosa que sucede en uno o dos segundos, ya se pueden tomar las medidas necesarias para encarrilar de nuevo la circulación.
Lo ideal para evitar este peligroso efecto es muy sencillo: hay que extremar las precauciones al conducir bajo la lluvia y evitar circular a altas velocidades para permitir que las ruedas puedan eliminar eficientemente el agua bajo ellas. Una correcta presión en los neumáticos también ayuda a mejorar el agarre a la calzada, por lo que hay que tenerla siempre controlada.
Fuente | Producción propia
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