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Cuba: el museo rodante de coches, que aún trabajan para la revolución
A fuerza de la revolución, todo cubano que tiene la suerte de tener coche se ha convertido en mecánico y restaurador al mismo tiempo y de los más competentes que pudieras encontrar en todo el mundo. Aproximadamente la mitad del parque automotor de la isla de Cuba, es anterior a 1959, el año en que […]
A fuerza de la revolución, todo cubano que tiene la suerte de tener coche se ha convertido en mecánico y restaurador al mismo tiempo y de los más competentes que pudieras encontrar en todo el mundo. Aproximadamente la mitad del parque automotor de la isla de Cuba, es anterior a 1959, el año en que los comunistas llegaron al poder. Y 51 años después, los coches de Cuba no solamente han dado un servicio excepcional a base de la imaginación de sus dueños, quienes los mantienen como pueden. Además, han dado un gran servicio a la revolución, o al menos a los primitivos postulados de la revolución.
Studebaker, Nash Rambler, Kaiser, De Soto, Ford, Chevrolet, Dodge, Plymouth, Buick, Pontiac… y una larga lista; todas las marcas imaginables de los años 40´s y 50´s, más algunos modelos europeos de la misma época, todos son mantenidos de manera increíble, la mayoría de ellos convertidos a diésel con motores Perkins adaptados.
Por más que ciertos coleccionistas sueñen con que el embargo comercial a Cuba se levante algún día y puedan echarle mano a estos coches, la verdad es que no habría demasiado que valga la pena. Todos ellos han sido convertidos, modificados o cambiados a… lo que la necesidad demandara en el momento. Casi todos han sido repintados, hace tiempo que ya no tienen sus motores originales, ni sus instalaciones eléctricas originales. Además en la mayoría de los casos, los repuestos que se necesitaron para reparaciones fueron hechos casi artesanalmente y de una calidad no muy buena. Estos coches exteriormente son una cosa, pero por dentro son otra muy distinta.
A pesar de las dificultades que pasan los cubanos para mantener estos coches, su única propiedad, no escatiman esfuerzos para mostrar con orgullo al mundo sus obras de arte moderno. La valoración de estos vehículos es mayor al de otros países porque detrás de éstos existe toda una historia familiar enriquecida cuando menos desde hace 40 años. Parte de la historia de Cuba está puesta sobre sus viejos coches. Cuba es, en definitiva, un museo rodante.
Fotos | Flickr
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