4C Alfa Romeo Deportivos Pruebas
Contacto: Alfa Romeo 4C, información técnica e impresiones de conducción
Después de un repaso profundo del análisis tanto exterior como interior del Alfa Romeo 4C, llega el momento de hablar exhaustivamente de sus entresijos mecánicos y de las sensaciones que transmite al volante este pequeño deportivo italiano con alma de supercoche.
En la primera parte de esta prueba, os hemos contado todos los detalles relativos al diseño tanto exterior como interior del Alfa Romeo 4C.
En este segundo artículo, desgranaremos todos los secretos técnicos que esconde este pequeño deportivo, y os contaremos como funcionan cuando los ponemos sobre el asfalto. ¡Arrancamos!
Detalles técnicos
Tal y como os adelantábamos en la primera parte, la base de este Alfa Romeo es su bastidor central construido en fibra de carbono. A éste se le acoplan, atornillados, otros dos sub-bastidores en las partes delantera y trasera. Este conjunto compone la estructura primaria del 4C. Posteriormente, se le añade una barra antivuelco justo detrás de las cabezas de los ocupantes, a la que se le acopla parte de la estructura del techo. El peso del vehículo se distribuye en un 38% en la parte delantera, y el restante 62% en la parte trasera.
Otro de los puntos clave dentro de este vehículo tan especial es su motor. Hablamos del «corazón» -o cuore, como dicen los italianos- del Alfa. Se trata de un propulsor de 1.748 cc de cubicaje, con una estructura de 4 cilindros en línea. Su relación de compresión no es especialmente alta (9,5:1), lo que habla en favor de su actual rendimiento y de una posible potenciación en un futuro no muy lejano.
Con una presión de soplado máximo de su turbo de 1,5 bares (incluye la presión atmosférica), el Alfa Romeo 4C pone a nuestra disposición 240 CV y 350 NM, cifras que permiten disfrutar a este pequeño deportivo de una de las relaciones peso/potencia más favorables del mercado, con un ratio de 3,83 kg/CV. Para que nos pongamos en situación, esta cifra mejora a la que arroja el todopoderoso Audi R8 V8.
El motor está montado justo detrás del habitáculo, en posición central-trasera. Está acoplado a una caja de cambios de doble embrague TCT con seis relaciones capaz de realizar las transiciones entre marchas de forma virtualmente inmediata. Se han eliminado diversas funcionalidades presentes en otros modelos como el botón de Parking o la función «creeping», que permitía al coche comenzar a moverse sólo con soltar el freno, emulando el funcionamiento de una transmisión automática de convertidor de par.
Ya contábamos en el primer artículo, que este Alfa disfruta de un diseño en el que se dan la mano belleza e ingeniería. Es el caso de las dos entradas de aire que encontramos en los laterales del vehículo. Ambas sirven para refrigerar al motor, siendo una de ellas la entrada de aire del intercooler, y la otra un conducto de refrigeración dinámica del turbo.
La alimentación del propulsor se realiza mediante un sistema de inyección directa que funciona en un rango de presiones que varía entre los 20 y los 200 bares. Otras «delicatessen» de este motor son, por ejemplo, el bloque completamente fabricado en aluminio, así como un termostato controlado electrónicamente o un sistema de bomba eléctrica para seguir refrigerando el turbocompresor incluso después de haber parado el motor.
La dirección no cuenta con ningún tipo de asistencia, lo que implica ventajas e inconvenientes de los que luego hablaremos. En cuanto a la suspensión, en el eje delantero el Alfa cuenta con un esquema de triángulos superpuestos, similar al que encontramos en los F1, mientras que en la parte trasera es un sistema Multilink que, además, nos permite ajustar de forma individual tanto la caída como la convergencia.
Impresiones de conducción
Llega el momento de ponerse tras el volante para comprobar si toda esa teoría que os he explicado ahí arriba se traduce en una conducción apasionante, tal y como Alfa Romeo sugiere. La respuesta es un «sí» bien rotundo. Alfa Romeo ha puesto en la carretera uno de los vehículos más apasionantes, eficaces y deportivos de cuantos se pueden encontrar en la actualidad.
Absolutamente todos los sistemas del coche transmiten al conductor grandes dosis de deportividad, implicando al piloto en cada movimiento. Para empezar, el propulsor es un auténtico torpedo. Basta con pulsar la leva izquierda un par de veces para pasar de conducir suavemente a notar como el cuello y la espalda se hunden en el respaldo de los asientos.
El sonido es también digno de mención, porque el Alfa Romeo no deja indiferente a aquellos que lo oigan desde fuera (con toda una sinfonía de gorgoteos, petardeos y resonancias varias). Igualmente lo disfrutarán los ocupantes del vehículo, que serán capaces, afinando la oreja, de distinguir el sonido de la inyección, de la bomba de alta presión o de la válvula de descarga del turbo.
La suspensión es extremadamente dura, si bien no se hace muy incómoda una vez en marcha. La dirección es también uno de los puntos más destacables del conjunto, puesto que, gracias a la ausencia de los filtros mecánicos y electrónicos a los que estamos acostumbrados en los vehículos actuales, nos transmite cada palmo del terreno por el que pisan las ruedas con total veracidad. Es muy directa, ligeramente dura de mover en parado, pero muy fácil de controlar en movimiento. Conviene, no obstante, sujetar firmemente el volante en caso de pisar imperfecciones, puesto que la falta de peso en el eje delantero puede hacer que nos desviemos de nuestra trayectoria.
El equipo de frenos, formado por discos ventilados y perforados delante de 305 mm y pinzas fijas Brembo de 4 pistones, consiguen detener el coche con una facilidad encomiable (algo que no sorprende dado el bajo peso que hay que parar). Tienen además un tacto muy agradable, ya que no están muy asistidos y dejan modular la frenada de forma muy precisa. El umbral de actuación del ABS está tarado de forma que no entra a no ser que sea estrictamente necesario, evitando alargar la frenada más de lo necesario.
En definitiva, el Alfa Romeo 4C es uno de esos deportivos que nos retrotraen en el tiempo, que busca el rendimiento mediante la reducción de peso, eliminando todo lo superfluo que filtra las sensaciones deportivas, algo que, lamentablemente, se pierde cada día un poquito más.
Fuente | Highmotor y Alfa Romeo
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