Prueba: Subaru Forester 2.0 de gasolina y GLP
Conducimos el Subaru Forester en su versión como coche bi-fuel, gasolina y GLP, un 4×4 versátil y con carisma
Conducir, tras un tiempo sin estar en su interior, una unidad del actual Subaru Forester es similar a reencontrarse con ese viejo amigo con el que compartiste tantos buenos y variados momentos, aventuras y desventuras superadas siempre con un gran recuerdo, aquel al que el suceder de los años le moldea el aspecto y mejora en su comportamiento.
Un compañero de viaje al que el paso del tiempo hace recuperar esa creencia de que el buen vino, con los años, mejora. Algo que no es así, pero que, para el caso del Subaru Forester de esta prueba, sí que se cumple.
La genética del Subaru Forester
Y es que, en cada nueva generación o actualización, el Subaru Forester no hace sino potenciar lo que hace que se mantenga como referente entre los todocaminos con actitudes de todoterreno y su capacidad para adaptarse al tráfico urbano sobre el negro asfalto.
La unidad de la prueba es un Subaru Forester con motor bóxer, atmosférico de 2.0 litros, híbrido bi-fuel, ya que funciona tan bien con gasolina como con GLP. Un coche que, ante todo, hace fiel a un modelo y a una marca. El precio del Subaru Forester, parte desde 27.900, según los precios actuales en campaña, a los que añadir 1.750 € por la adaptación a GLP. La unidad de prueba, con instalación del kit de GLP, acabado Executive y pintura metalizada, supondría un desembolso de 35.450 euros.
De entrada, la última actualización del Subaru Forester fue sutil, retoques estéticos exteriores y una mejora de la calidad con sistemas multimedia actualizados, sobre todo en cuanto a conectividad con los teléfonos móviles, y un acabado más completo para la unidad de test.
La configuración de su habitáculo permite, por un lado, un uso diario y familiar del todocamino de Subaru. Ya sea sobre asfalto o fuera de él, los asientos, sobre todo los delanteros, ofrecen un ajuste correcto aunque se pueda echar en falta, sobre superficies bacheadas, un agarre lumbar más sólido.
La comodidad de sus cinco plazas homologadas, el espacio disponible y la libertad de movimientos en cualquiera de ellas se agradece, más cuando en segmentos donde la introducción de los SUV crea falsas esperanzas en cuanto al confort y al espacio disponible de estos vehículos tan de moda.
Por eso el Subaru Forester merece por méritos propios considerarse al margen de modas y destacarse como un coche muy a tener en cuenta cuando lo que se busca es un equilibrio entre habitabilidad y funcionalidad.
La conducción del Subaru Forester GLP
La configuración de cilindros opuestos asociado a la tracción integral Symetrical All Wheel Drive, ambos, sello inconfundible de Subaru, se asocia desde hace ya más de un lustro al cambio automático mediante convertidor de par. Una caja de cambios, que si bien no siempre es un acierto para según qué modelo y motor de Subaru, en este caso resulta muy agradable que tome el control de la marcha utilizada, merced también a la disposición de las levas tras el volante que, en momentos como reducciones o adelantamientos, resulta muy útil accionar.
En este caso, Subaru ofrece la posibilidad de utilizar a decisión del conductor, mediante el accionamiento mediante un simple botón, el gas licuado del petróleo o GLP. Esta dualidad tiene como pega la eliminación la rueda de repuesto del maletero, ubicación donde se instala el depósito, pero que, en contrapunto, amplía la autonomía del vehículo respecto del uso exclusivo de gasolina. En mi caso, más de 440 km recorridos usando en exclusiva el gas.
Teniendo en cuenta el precio de 0,73 euros por litro de gas y el consumo medio marcado de 8,2 litros/100 km, sitúa en un coste inferior a 6 euros cada centenar de kilómetros circulados con el Subaru Forester con GLP. Además, gracias a contar con su clasificación como coche con etiquetado ECO de la DGT, he podido recorrer libremente zonas restringidas al tráfico para otros vehículos como Madrid Central.
Por su parte, en viajes por vías rápidas o circulando por el tráfico urbano, la comodidad del Subaru Forester es tal que recuerda a las de los monovolúmenes que exportan confort y una posición elevada en su conducción.
Un vehículo que se conduce con mucho gusto ya que, además, su motor, a pesar de que debido a la transmisión CVT Lineartronic necesita de un cierto aprendizaje y anticipación para optimizar salidas desde parado, es suave, progresivo y, aunque sin derrochar potencia, aprovecha bien los 150 CV y 198 Nm de par.
En movimiento, el modo Intelligent se apodera de su conducción estándar y solo se recurre a la configuración Sport, para momentos puntuales, en los que es conveniente también actuar sobre la caja de cambios, como mencionaba anteriormente. Entonces dispone de una entrega de par a régimen más bajo.
Las ayudas a la conducción, fundamentalmente, la intervención del sistema de evaluación de riesgo de colisión EyesSight funciona a las mil maravillas cuando se combina con la programación de velocidad de crucero.
En situaciones de tráfico denso, la eficacia de este dúo se comprueba y permite confiar en él, sobre todo, cuando las distancias a recorrer son considerables, quedando la acción del conductor, prácticamente, para la supervisión de la correcta adecuación de la velocidad y del control del volante, a pesar de que también disponga de asistente de salidas de carril con corrección de las mismas.
El lado más campero del Subaru Forester
Pero es saliendo de las calzadas asfaltadas donde merece la pena darse el capricho de conducir el Subaru Forester. Un vehículo que justifica su naturaleza como todocamino, alejado de una moda de los SUV pero sin llegar a las exigencias propias de un todoterreno, por eso este coche me agrada en cuanto su equilibrio.
Un vehículo capaz de ser un familiar apto para largas distancias, recorridos urbanos y salidas esporádicas fuera de la gran ciudad donde el desafío lo ponga el estado del terreno, un terreno, por cierto, que, por muy complicado que esté, el Subaru Forester es capaz de afrontar gracias al apoyo de asistentes como el X-Mode. Un programa off-road que adapta el buen hacer del conjunto motriz y mecánico para salir airoso de situaciones donde otros difícilmente entrarían al trapo.
También hay que tener en cuenta que la unidad de prueba del Subaru Forester contaba con unos neumáticos Yokohama Geolandar, ruedas específicas para SUV con cualidades para el tráfico sobre asfalto y fuera de él. Sin ser ruedas A/T, sí que resultan un buen compañero para vehículos como este todocamino de Subaru al que le gusta desafiarse a sí mismo cada generación enfrentándose a terrenos complejos.
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