Prueba ¿Puede ser el Mini Clubman Cooper todo un coche familiar?
Sometemos a juicio la capacidad como coche familiar del Mini Clubman Cooper de la versión recientemente descatalogada
No hay nada como tener una idea preconcebida de cómo puede ser un coche para que éste te dé la vuelta a la tortilla y acabes teniendo que claudicar y sucumbir a sus encantos.
He de reconocer que algo así me sucedía con el Mini, pero sobre todo con su variante de carrocería extendida, con el apellido de Clubman. Nunca llegué a entender su propósito, hasta ponerme a los mandos de esta unidad de prensa matriculada en diciembre de 2018 para llevar a cabo la prueba del Mini Clubman Cooper.
Y es que, básicamente, me cuesta entender el aumento considerable del tamaño de los Mini una vez BMW revivió la marca y, con la actual generación me llevé una desilusión probando tanto el Mini como el Mini Cooper. He de reconocerlo. Pero eso es otro tema.
Test: Mini Clubman Cooper 2018
Ahora que el Mini Clubman ha recibido una importante actualización, las unidades en extinción como el de esta prueba que pudieran aún quedar en stock, o bien de particulares que quisieran venderlo, pudieran ver cómo su precio original queda sensiblemente rebajado y alzarse así como una posible opción más asequible para quienes estén pensando en comprar un coche familiar de segunda mano.
Por eso, vamos a someter a la prueba al Mini Clubman Cooper, una prueba para comprobar si es realmente un coche útil para una familia, concretamente, para la mía, compuesta por dos adultos y una niña de cuatro años.
Un Mini Cooper con carrocería tipo ranchera no entraba dentro de mis esquemas como automóvil familiar pero, con un Mini Clubman que veía en el horizonte el final de su comercialización ¿por qué no replantearse la situación?
¿Y qué si el Mini ha crecido? ¿Y si el Mini Cooper puede ser divertido? ¿Y si el Mini Clubman Cooper puede ser un coche familiar y divertido? ¿Y por qué no comprar un Mini Clubman Cooper de ocasión como vehículo para una familia como la mía?
Cómo es el Mini Clubman Cooper
De entrada, mi primera impresión al situarme al volante de esta variante del popular Mini fue estar a bordo de un coche sobrado de lujos. El uso de materiales de alta calidad y de un diseño que no deja ni un elemento sin trabajar al «estilo Mini» ya supone un plus para este coche aunque, su coste original, más de 42.000 euros para el coche de este test, siempre pueda estar en tela de jucio, siempre parece tener motivos con los que justificarlo.
Su habitabilidad es extremadamente holgada, con unos asientos delanteros muy cómodos y unos traseros que, aunque con una banqueta única, resulta también de suma confortabilidad, eso sí, para dos ocupantes.
Pero esta sensación no fue temporal, sino que fue creciendo con el paso de las horas en su interior y de los km y se instaló en mi mente y en mi cuerpo hasta límites que ni yo mismo creía posibles.
Un coche que, gracias a contar con una distancia entre ejes de 2.670 milímetros, algo más de 10 mm respecto del Mini Cooper de 5 puertas, pero 175 más que el Mini Cooper de 3 puertas y también más ancho respectivamente que estos dos versiones que ya había probado, el Mini Cooper Clubman se convierte en un vehículo totalmente diferente a sus hermanos pequeños aun contando con el mismo motor alimentado por gasolina, un bloque 1.499 centímetros cúbicos, de tres cilindros y 136 CV y 220 Nm en todo caso.
Eso sí, no esperes un coche cuyo gasto en carburante se pueda considerar «eco». Este Mini Clubman Cooper marcó en su ordenador de a bordo un consumo medio de 7,7 litros de gasolina de 95 octanos, habiendo sido utilizado en un 60 % del tiempo en vías rápidas y, el resto, en desplazamientos por ciudad, por ejemplo, en los habituales atascos a la hora de entrada al colegio.
Como decía, la carrocería extendida y unos voladizos hacia la zaga que acaban en un cajón de almacenaje que homologa 360 litros, por los 278 del 5 puertas y 211 litros del que tiene 3, se transforma de un coche urbano, casi para uso individual, en un coche con el que poder afrontar el día a día con soltura y largos viajes con toda la parafernalia que unas vacaciones en familia, y su correspondiente atrezo, conlleva.
Y ése sería mi desafío: intentar poner en jaque, en la cuerda floja, cuestionar sí o sí, poner a prueba el Mini Clubman Cooper y sus capacidades como coche familiar. Un reto que empezaba a perder…
Habitabilidad más allá de la estética
Como indicaba, al principio el Mini Clubman Cooper del test me pareció un coche muy «cuqui», sin más. Lo siento, no me venía a la cabeza otro adjetivo, o palabra, para describirlo. Un coche pintón, llamativo, muy Mini para clientes de Mini.
Pero poco a poco fui descubriendo sus bondades. Como por ejemplo, detalles como la funcionalidad de una botonera con un interruptor para el encendido, para los controles de tracción, estabilidad, modos de conducción… que, además de bonitos, eran muy prácticos ya que, una vez aprendidos la ubicación, solo hacía falta un toque para activar o desactivar la función elegida.
Además, el sistema multimedia, a pesar de contar con una pantalla en el centro del salpicadero, ofrece una altísima calidad de imagen que da paso a un menú de seis subcarpetas con las que adaptar a tus gustos y necesidades desde la superficial iluminación ambiental hasta conocer la información del tiempo atmosférico, pero lejos de esto, datos importantes para la conducción y el mantenimiento óptimo como el estado general del coche: desde el nivel del aceite hasta la presión de los neumáticos, además de la conexión a los dispositivos móviles.
Igualmente, el volante, con el compacto conjunto de la esfera del velocímetro, indicador de las revoluciones y del nivel de combustible tras él, muestra una simplicidad tan efectiva que solo se puede felicitar a sus diseñadores, mención de más a que, tanto este cuadro como el volante se regula todo en uno, por lo que el volante, comodísimo y ergonómico volante, nunca oculta al velocímetro puesto que se mueven de forma conjunta.
La guantera entre los asientos esconde el cargador inalámbrico y, bajo éste, un compartimento de suficiente capacidad como para funda de gafas, billetero… y los imprescindibles paquetes de pañuelos o toallitas húmedas que toda familia con peques a su cargo saben de su vital importancia, sobre todo en viajes en coche.
Tras el selector del cambio que acciona la marcha deseada del Mini Clubman Cooper, gestionada gracias a la sensacional transmisión Steptronic, dos portavasos y, quizás, lo menos práctico de todo el coche: una minúscula bandeja tras dos huecos, para bebidas o cenicero, para algo menor que una funda de gafas o unas llaves puesto que no tendría sentido dejar ningún objeto en un lugar tan pequeño.
En las puertas, además de lucir unos paneles diseñados con mucho gusto, los espacios para depositar botellas y objetos hasta un volumen no muy grande aumentan la capacidad de carga, aunque sea de bultos menores pero, no por ello, no resultan útiles. Al contrario.
Como señalaba, el respaldo central de la banqueta trasera, poco más que testimonial o ilusorio, si se piensa en meter a más de dos adultos detrás, contiene una bandeja desplegable que, para los ocupantes de la fila posterior resulta cómoda, si por ejemplo, se trata de nuestra pequeña viajera y sus botellas de agua que hidraten estos días de calor.
Junto a ella, al miembro más joven de la familia, en la otra plaza (real), un adulto puede viajar con suma comodidad porque, gracias a la longitud de este coche, el espacio para las piernas y los pies para quien viaje tras el conductor es más que suficiente, incluso en larga distancias.
¿Y cómo de práctico es el maletero del Mini Clubman Cooper?
Al margen de los datos teóricos, la utilidad de un maletero viene de su diseño y, por ende, facilidad de carga y descarga y, sobre todo, capacidad para colocar los bultos.
Pensando en mí propia familia y en los diferentes coches que he probado y sometido a juicio como «coche familiar», mi modo preferido para juzgar si un coche tiene un buen maletero o no es simular un viaje y disponer en él todo lo imprescindible que llevaría en un viaje para mi familia, esto es, mínimo una maleta de gran tamaño y otra menor, así como otros bultos variados como calzado, neceseres…y un patinete infantil, claro está.
El maletero dispone de un doble fondo que aumenta la disposición a añadir, incluso más objetos pequeños o equipaje menor como podrían ser un par de bolsas de deporte sin llegar a completar. Aún así, bajo la boca de carga esconde una oquedad donde guardar al menos, de cuatro a seis, pares de calzado, dependiendo de la talla, por ejemplo.
Pensando en el día a día, la compra de la semana realizada en el súper de turno no solo viaja cómodamente en el compartimento trasero sino que puede optarse por hacerse la mensual, pensando en llenarlo hasta arriba, hasta la cortina que esconde su contenido, sin tener que volver a pisar el comercio hasta la siguiente paga.
En resumen, el maletero del Mini Clubman Cooper ofrece espacio más que suficiente y satisfactorio como coche familiar.
¿Y, puede ser el coche familiar de una persona a la que le guste conducir?
Como abogaba el anuncio de la casa matriz de Mini, BMW, si «te gusta conducir», el Mini Cooper Clubman te hará disfrutar de buenos ratos al volante.
Como indicaba al principio, la posición y ambiente de conducción es óptima, sin ser ergonómicamente destinada a la conducción espirituosa, es confortable y equilibrada.
Además, gracias a la mencionada caja de cambios automática, responde a la perfección y los modos de conducción, tan solo y de forma muy acertada, tres (Green, Mid y Sport) ofrecen tres comportamientos más que suficientes para afrontar tres formas de conducir: sosegada, estándar y con cierta alegría
A todo ello, las levas tras el volante permiten jugar, cuando es necesario, con las marchas y, a pesar de ser tracción delantera, el aplomo del coche es sobresaliente, además de que su trazada, gracias a una generosa distancia entre ejes, permite controlar la zaga cuando se le busca el límite.
Igualmente, una suspensión consistente pero no rígida ayuda a aumentar la estabilidad. El cortísimo recorrido de un pedal de freno contundente necesita de un breve tiempo de conocimiento y aprendizaje pero que luego se torna como un gran aliado a la hora de morder los discos de freno.
¿Es el Mini Clubman Cooper la opción para una familia capitaneada por un petrolhead?
Sí, sin duda, sí.
Sobre todo si entendemos que este coche necesita satisfacer las necesidades de las rutinas diarias de un conjunto familiar de no más de cuatro personas, de los que, al menos uno con carnet de conducir, necesita y disfruta conduciendo coches que transmitan algo más que el movimiento.
El Mini Clubman Cooper me resultó un coche útil, cómodo, divertido… caro en su adquisición pero con tal arsenal de calidad y lujo que puede entenderse el PVP pero que, como la unidad de este test, puede encontrarse ahora mismo con un precio que descendería, mínimo, un 15-20 por ciento del que marcaba recién salido del concesionario.
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