Prueba: Jeep Wrangler Rubicon, el todoterreno amo y señor del off-road
Subirse a bordo y poner a prueba un Jeep Wrangler Rubicon es la mejor forma de entender por qué es el todoterreno de referencia
Hay coches que son icónicos en sus segmentos y marcas que son reconocidas por su prestigio en según qué desempeños. Por eso, utilizar la palabra Jeep es sinónimo de aventura, rudeza, diversión, riesgo… pero sobre todo, se asocia al significado más puro del concepto «todoterreno».
Incluso, quienes no han podido disfrutar de conducir o subirse a un Jeep Wrangler entienden que se trata de un vehículo con el que los límites solo los impone la naturaleza y, generalmente, la única que realmente se los pone, es la fuerza que evita que salgamos flotando y, a la vez, que pongamos los pies en el suelo, la gravedad.
Pero, habiendo utilizado uno de estos todoterrenos para lanzarse a la aventura, es muy fácil distorsionar la realidad, infravalorar los desafíos y sentirse invencible a sus mandos. Porque casi que el único límite real en situaciones off-road que existe, cuando uno se pone a los mandos de un Jeep Wrangler Rubicon, lo fija la cordura.
Nacido para usarse fuera del asfalto
Para este test dispongo de una unidad muy especial, se trata de la prueba del Jeep Wrangler Rubicon, un todoterreno CON capacidad para 4 personas y de tres puertas que, como casi todo lo prescindible de este coche, se pueden quitar.
Cuenta con el bloque CRD 2.2 litros de 200 CV a 3.500 rpm y un par motor de 450 Nm desde las 2.000 vueltas, una caja de cambios automática de 8 velocidades, tracción a las cuatro ruedas, reductora y unas capacidades increíbles para afrontar cualquier obstáculo fuera del asfalto.
Porque, para el apartado del comportamiento en la prueba del Jeep Wrangler Rubicon sobre asfalto, la conclusión es que este coche ha sido concebido por completo para ser manejado fuera del negro pavimento.
Por su arquitectura, es un coche complejo de manejar en situaciones como las que viví en carretera durante su conducción: lluvia intensa acompañada de fuerte viento lateral, una combinación que, junto con las ruedas para actividades off-road, convertían a este todoterreno sobre el asfalto en todo un oso con patines.
La flotabilidad de su dirección, una elevada posición de conducción junto con una reducida luna delantera y una relación de marchas orientadas al uso en campo, hacen de este vehículo un verdadero desafío para quien no tenga la costumbre de cogerlo a diario para sus rutinas, algo que realmente, además, puede ser costoso si se atiende al consumo obtenido cuando circulamos con él en horas punta y vía urbana, próximo a los 12 litros de gasóleo cada 100 km.
Pero, seamos realistas, nadie en su sano juicio optaría por comprar un Jeep Wrangler Rubicon, cuyo precio parte desde 58.900 euros para ir a hacer la compra, entre otros motivos, por la reducida capacidad de su maletero… Y si lo hace, cuenta con mi venia porque no se aburrirá.
Sea como fuere, quiero dejar constancia de que, a pesar de que haya abordado la prueba del Jeep Wrangler Rubicon en carretera o vía asfaltada, lo que realmente importa de este coche es su comportamiento como todoterreno en situaciones offroad.
El Jeep Wrangler Rubicon te obliga a salir del asfalto
Gracias a su arquitectura, elaborada alrededor de chasis de travesaños, de doble viga, a la generosa altura libre al suelo y a la de vadeo, además de unos optimizados ángulos de todo terreno, junto a una suspensión de ejes rígidos, la desconexión de la estabilizadora delantera y los bloqueos de los diferenciales, es su conjunto lo que hace de este coche EL TODOTERRENO.
Exceptuando el asfalto, es una maravilla afrontar cualquier tipo de superficie con el Jeep Wrangler Rubicon. Salvo por la ausencia de nieve, durante su conducción sobre tierra, grava y rocas, barro e, incluso, pasos de agua, la sensación de no tener límites más allá de los físicos, provoca una creencia empoderada cuando uno toma su volante y apunta hacia donde uno quiere dirigirse con este vehículo.
Superar todo tipo de inclinaciones, en ascenso o descenso, es tan sencillo como situar la mirada sobre los puntos de tránsito, orientar el volante hacia ellos, acelerar y el coche superará la subida de forma tan exitosa como el descenso.
El equilibrio de los sistemas disponibles para la práctica del off-road, tanto de exigencias bajas como extremas, hace que siempre se encuentre una configuración para cada momento.
Las bajadas provocan unas sensaciones propias de un estado de enamoramiento, o lo que, espero se me permita la licencia, mariposillas en el estómago, al poner el morro de este coche en una inclinación ilógica para alguien que no está habituado a hacer actividades off-road y no solo no acabar rodando colina abajo, sino que transita con una tranquilidad pasmosa.
La subida por paredes de inclinación que se aproxima al ángulo recto también son mérito del binomio coche-neumáticos y es que, los BF Goodrich Mud-Terrain son los mejores aliados de este coche.
Pero es esa capacidad tan ilimitada la que provoca mayor adicción a rodar con este coche por donde quiera que uno desee gracias al sistema Command-trac que actúa sobre la motricidad en modo 4WD, la reductora y los bloqueos de diferencial.
Tanto es así que, tras unos kilómetros recorriendo sin complicación caminos rotos quise ver hasta qué punto este coche es capaz de salir de situaciones farragosas.
Por eso, me dirigí hacia una zona pantanosa donde el coche empezó a hundirse hasta cubrir el flanco de la goma y llegar el fango hasta el aro de la chapa de la llanta.
Vista la situación, la calma es la primera norma al volante de un todoterreno en plena acción. Por ello, la evaluación de la situación y el conocimiento de este coche resultan fundamentales para salir airoso, o mejor dicho, victorioso de entuertos que uno mismo se busca para disfrutar y poner a prueba el Jeep Wrangler Rubicon.
Es cuestión de ajustar la configuración adecuada del coche y acelerar para dejar atrás lo que podría ser una complicación.
Un coche de referencia que, aún incluyendo nuevos recursos o tecnologías, avanza sin perder un ápice de carácter desafiante y victorioso, que justifica de sobra su coste siempre y cuando su uso sea buscando la diversión y la aventura puesto que, entonces, quien lo conduzca podrá afirmar que este coche no tiene precio ya que su compra significa invertir en felicidad y diversión.
Vídeo de la prueba del Jeep Wrangler Rubicon:
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