Por esto, el Mercedes Clase G es el mejor 4×4 fuera del asfalto
No hay otro igual: el nuevo Mercedes Clase G sigue siendo el mejor todoterreno del mundo cuando se acaba la carretera y toca superar obstáculos. Estas son sus razones.
Más lujoso, más deportivo, más seguro y más dinámico que nunca. El nuevo Mercedes Clase G tenía que reinventarse… sin perder su esencia. Esa que le ha convertido en todo un icono, y que permite a Mercedes ofrecer un todoterreno con un precio desde 127.450 euros en el caso del G 500, y que llega a los 173.750 para el Mercedes AMG G 63.
Estamos ante el todoterreno más caro –y con diferencia– si buscamos rivales de tamaño y potencia similar al Clase G. Ninguno de ellos se acerca, ni por asomo, a la capacidad de seguir avanzando que ofrece el 4×4 de Mercedes cuando se acaba “lo negro”. Esto es lo que hace posible que el Mercedes Clase G siga siendo el rey fuera del asfalto.
Carrocería de largueros y travesaños
De lo poco que podemos decir que no cambia respecto al concepto del Mercedes Clase G original de 1979: el bastidor de travesaños.
Con la llegada de los SUV se perdió esta característica y son ya muy pocos los todoterreno que podemos considerar “puros” que apuestan por esta solución, mucho más robusta que una carrocería autoportante. Y no solo a la hora de mantener la rigidez a la que se somete el bastidor en conducción extrema fuera del asfalto, también por la mayor protección que aporta a sistemas como el propulsor, el depósito de combustible o el escape. Mercedes dice haber aumentado la rigidez a la torsión del bastidor en un 55 por ciento respecto a la generación anterior.
Otros detalles a tener en cuenta son los revestimientos especiales de las puertas y el portón, con una lámina de protección especial interna para evitar que penetre agua al habitáculo cuando se realizan vadeos.
Cotas 4×4 y recorrido de suspensión
Uno de los objetivos en el desarrollo del nuevo Clase G era conseguir el mejor nivel de refinamiento, eficacia, seguridad y comportamiento dinámico en carretera… sin mermar las capacidades off-road. Dos facetas totalmente contrapuestas, pues para lo segundo hace falta justo lo que no viene nada bien para lo primero: una gran altura libre al suelo y generosos recorridos de suspensión.
Mercedes lo ha solucionado con una nueva suspensión independiente en el eje delantero y con un eje rígido trasero que añade cuatro brazos longitudinales en cada rueda para mejorar el confort. Sobre las cotas que se consiguen, aquí van las cifras. Sólo te diré una cosa: no busques un 4×4 que supere las cotas 4×4 del Mercedes Clase G… salvo que sea con suspensión neumática que permita elevar la altura de la carrocería.
- Hasta un 100% de capacidad ascensional, si hay adherencia suficiente
- Altura libre al suelo de 241 mm (+6 mm)
- Profundidad de vadeo en agua y barro: 70 cm (+10 cm)
- Inclinación lateral de hasta 35 grados (+ 7 grados)
- Ángulos de ataque y salida: 30/31 grados (+ 1 grado)
- Ángulo de rampa: 26 grados (+ 1 grado)
Tracción 4×4 con reductora: como tiene que ser
Al menos, en un 4×4. Porque en un SUV prima la ligereza, y se supone que no vas a meterte en complicaciones. Pero un Clase G es otra cosa.
La tracción total es permanente, con una caja de transferencia anclada al cambio automático 9G-TRONIC. Inicialmente, reparte la fuerza del motor en una proporción 40/60 los ejes delantero y trasero. En parado, o en marcha hasta una velocidad de 40 km/h, se puede pasar de largas a cortas al conectar una reductora con una desmultiplicación de 2,93:1, mucho más corta que en la generación anterior. Así no hay pendiente que se resista. Circulando con la reductora acoplada, se puede pasar a marchas largas sin necesidad de detenerse, a velocidades de hasta 70 km/h.
Aquí no acaba la cosa: el embrague multidisco del diferencial central funciona como un autoblocante automático. Mediante los interruptores correspondientes se puede bloquear el diferencial central, el del eje delantero y el del eje trasero con un efecto de bloqueo del 100%, tanto en marchas largas como en cortas. Y puede hacerse con el vehículo en movimiento. Con todos los diferenciales bloqueados, basta con que una de las cuatro ruedas del Mercedes Clase G cuente con adherencia para que el 4×4 siga avanzando.
El “G-Mode”: un botón mágico
La electrónica cobra protagonismo, y en el Mercedes Clase G no podía ser menos. El programa “G-Mode” para conducción todoterreno se encarga de adaptar la amortiguación regulable, la dirección, la respuesta al acelerador, el funcionamiento del cambio de marchas y los controles de estabilidad y tracción. Se conecta por defecto si el conductor activa alguno de los bloqueos de diferencial disponibles, o se acopla la reductora.
Motor V8 biturbo: fuerza bruta
En conducción 4×4 es necesario contar con un motor que proporcione mucho empuje, que lo haga desde bajas vueltas, y que mantenga un margen de utilización lo más amplio posible.
Nada de esto le falta al Mercedes Clase G, que se ofrece de momento en dos versiones, ambas con el motor V8 biturbo de 4 litros, el G 500 ofrece 422 CV y, lo que es más importante, un par máximo de 610 Nm entre 2.000 y 4.750 rpm. El Mercedes AMG G 63 se va a los 585 CV, con un par máximo de 850 Nm desde 2.500 rpm. No son cifras que tengan que ver con la conducción 4×4, pero aquí quedan: con este motor, el Clase G acelera de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos, y puede alcanzar los 240 km/h de velocidad máxima (autolimitada).
La cámara todoterreno del Clase G
Aunque a pesar del precio del coche es una opción que cuesta casi 2.000 euros, el Clase G cuenta con un paquete de aparcamiento con cámara 360 grados que incluye una cámara desarrollada especialmente para la conducción 4×4. Esta cámara permite al conductor controlar lo que sucede en la zona delantera del vehículo circulando en zonas de baja visibilidad, a velocidades de hasta 25 km/h.
En la vista todoterreno, la pantalla del sistema multimedia muestra además una representación del Mercedes Clase G y el funcionamiento de sus diferenciales y la caja de transferencia, además de mostrar datos como la altitud, la inclinación longitudinal y transversal de la carrocería, el ángulo que se gira el volante y el reparto de la fuerza del motor a las ruedas en cada momento.
La prueba de la verdad
De nada sirve todo lo que diseñan los ingenieros si en la práctica el resultado no es el esperado. Y el Mercedes Clase G se somete a un examen en el que solo vale la matrícula de honor: la pista de torturas de Schöckl, en la ciudad ausstriaca de Graz. Incluye una ruta de casi 6 kilómetros de longitud en un monte a más de 1.400 metros de altitud, en la que el Clase G debe superar todo tipo de obstáculos, con pendientes de hasta el 60 por ciento, y tramos con inclinación lateral del 40 por ciento.
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