La historia del Audi quattro, el comienzo de una exitosa estirpe
El Audi quattro es uno de los modelos más laureados y respetados de la historia de la automoción y cumple 40 años, motivo por el que vamos a hacer un repaso a su exitosa historia
Fue en el año 1980 cuando la marca de los aros llevó al Salón del Automóvil de Ginebra el Audi quattro. No estamos hablando de un modelo cualquiera, y es que cuarenta años después, se puede considerar como una de las grandes revoluciones en el seno del fabricante de Ingolstadt.
De hecho, la tecnología que estrenó este fascinante Coupé se ha extendido ya a prácticamente toda la gama actual de la marca, habiéndola probado en modelos como el Audi S6 o el Audi e-tron. En los 40 años de vida de esta tecnología, han vendido nada menos que 10,5 millones de coches con tracción quattro y, durante el pasado año, casi la mitad de los coches vendidos por la marca contaban con este sistema.
Para celebrar el 40 aniversario del Audi quattro, vamos a contaros toda su historia, y es que sin duda es uno de esos coches de culto que cualquier apasionado a las cuatro ruedas tendría en el garaje si pudiera.
La historia del Audi quattro nació gracias a un vehículo militar
La idea de instalar este concepto de transmisión reservado en ese momento a camiones y vehículos todoterreno surgió en el invierno de 1976. Se estaban realizando las pruebas del Volkswagen Iltis que se destinaría al ejército alemán en Escandinavia.
A su vez, Audi estaba desarrollando un vehículo deportivo utilizando como base el Audi 80 que tenía bajo su capó el motor turbo de cinco cilindros que montaba el Audi 200. La capacidad de tracción del vehículo militar de Volkswagen hizo que los ingenieros de la marca se plantearan utilizar dicho sistema motriz en su deportivo.
De esta manera, durante la primavera de 1977 comenzó la andadura del proyecto 262 con Walter Treser a los mandos. No fue hasta principios de 1978 cuando se pudo ver el primer prototipo experimental que equipaba un básico sistema de ejes solidarios.
Con este, impresionó a todos en las primeras pruebas realizadas en los Alpes austriacos. De hecho, se pudieron sacar dos conclusiones, una positiva y otra negativa: la parte buena es que la tracción integral era muy superior a las demás en pavimentos deslizantes. Por otro lado, la parte negativa era que sometía a la transmisión a torsiones muy elevadas cuando se trazaban curvas muy cerradas en superficies secas.
El sistema de tracción integral quattro no fue fácil de instalar
Por ello, los responsables del proyecto vieron necesario el desarrollo de esta tecnología para hacerlo más compacto y ligero, añadiéndole además un diferencial central –no te pierdas el reportaje donde te explicamos cómo funciona un diferencial autoblocante-. Para subsanar los problemas de tamaño y peso que provocaba añadir una transmisión pensada para los vehículos todoterreno, los técnicos recurrieron a una disposición de ejes huecos concéntricos.
El eje primario se encargaba de repartir la fuerza desde el diferencial central al delantero pasando por el interior del eje secundario, que a su vez era hueco y llevaba la potencia desde el cambio al diferencial central. Gracias a esto, el tamaño de la caja de cambios podía ser prácticamente igual al de un vehículo de tracción delantera.
Los tres diferenciales funcionaban libremente, por lo que para asegurar que la transmisión de potencia fuera idónea en cualquier situación, el conductor tenía unos mandos colocados en la consola central con los que podía bloquear los diferenciales central y trasero.
Y nació el Audi quattro
Con este esquema nació el Audi quattro de producción en 1980, una variante del Audi Coupé con tracción total permanente y un motor sobrealimentado que sentó cátedra sobre lo que era un buen comportamiento dinámico.
Bajo su capó, tenía un motor de cinco cilindros y 2.144 cc animado por un turbocompresor que soplaba a 0,85 bares. Con esto, desarrollaba 200 CV de potencia, por lo que era capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 7,1 segundos y alcanzaba una velocidad máxima de 220 km/h, unas cifras muy buenas incluso para los estándares actuales.
El Audi quattro llegó a los concesionarios alemanes con un precio de venta de 49.900 marcos, lo que al cambio serían algo más de 25.500 euros. Además, tenía un buen equipamiento de serie, puesto que incluía asientos deportivos, faros antiniebla o llantas de aleación.
Fue en 1983 cuando la marca presentó en el Salón de Frankfurt el Audi Sport quattro, una evolución del Audi quattro convencional para mantener el estrellato en competición que había conseguido la primera versión.
214 unidades de su evolución para homologar el salvaje Grupo B
Para ser admitido en el brutal y ya extinto Grupo B del Campeonato del Mundo de Rallyes, el reglamento dictaminaba que se tenían que fabricar en serie un mínimo de 200 unidades limitando la cilindrada de su motor a 2.133 cc.
Los ingenieros de la marca se pusieron manos a la obra, por lo que acortaron la distancia entre ejes y desarrollaron una nueva versión del motor de cinco cilindros que desarrollaba ya 306 CV de potencia. Con esta cifra, consiguió convertirse en el primer superdeportivo de la marca y en el coche en serie más potente fabricado en Alemania, siendo apodado como “Shorty” por su menor longitud.
La marca acabó produciendo 214 unidades del Audi Sport quattro y se pusieron a la venta por un precio que alcanzaba los 200.000 marcos, es decir, algo más de 100.000 euros. A día de hoy, ha conseguido convertirse en un modelo muy buscado por los coleccionistas, y es que su precio en las subastas ya ronda el medio millón de euros.
El Audi quattro se convirtió en una leyenda de los rallyes
Audi entró en el mundo de los rallyes en el año 1978, aunque por ese momento sólo podía poner modelos de tracción delantera. El reglamento del Mundial de Rallyes prohibía la utilización de vehículos de tracción total y la marca de los aros todavía no tenía desarrollado el Audi quattro.
Sin embargo, la Federación de Alemania, impulsada por las ganas que tenía Audi de demostrar de lo que era capaz su creación, solicitó a la FIA la autorización para que este tipo de vehículos pudiera competir.
La FIA acabó aprobando este decreto en su reglamento, por lo que el Audi quattro comenzó a forjar su leyenda en el Rally de Montecarlo de 1981 con Hannu Mikkola al volante. Los trazados monegascos estaban repletos de nieve, por lo que el coche de la marca de los aros se sentía como en casa llevándose los primeros tramos cronometrados. Sin embargo, su juventud le costó caro y debido a un problema en el alternador, tuvo que abandonar la prueba.
Tan sólo tardó un año en ganar el campeonato de constructores
No tardó demasiado en redimirse, por lo que en la siguiente prueba, el Rally de Suecia, consiguió llevarse la victoria. En 1982, Audi ya se llevó el Campeonato del Mundo de constructores y en 1984 consiguieron el doblete, llevándose el de pilotos y el de constructores.
Fue en 1984 cuando el modelo evolucionó a Sport quattro que, gracias a las 214 unidades de calle producidas, consiguió un buen número de éxitos gracias a su batalla corta. En 1985 fue un paso más allá gracias al Audi Sport quattro S1, que ya contaba con 476 CV para un conjunto que apenas pesaba 1.090 kilogramos, lo que le permitía acelerar de 0 a 100 km/h en 3,1 segundos.
Esta última versión fue la que le hizo llegar al Olimpo de los coches de competición gracias a su victoria en una de las pruebas más importantes del mundo: la subida al Pikes Peak de Colorado, con nada menos que Walther Röhrl al volante.
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