Averías que no verás en un coche eléctrico
Las averías de los coches eléctricos existen, pero seguro que nunca será una de éstas
Muchas veces hablamos de coches sin reparar lo diferentes que son entre sí. Ya no solo hay que diferencia entre entre los coches diésel o gasolina, ya es obligatorio conocer cómo son los coches eléctricos, híbridos, híbridos enchufables, «mild-hybrid»… si no queremos quedarnos desfasados.
Por eso y, ante las dudas que generan los grandes protagonistas del futuro a medio plazo de la industria del automóvil, hay que tener en cuenta cuáles son las averías que un coche eléctrico nunca tendrá.
Carburante equivocado
Por muy obvio que parezca, nunca verás dentro de las averías de un coche eléctrico una causada por un repostaje equivocado. Obviamente porque los vehículos que consumen energía eléctrica no necesitan ni el gasóleo ni la gasolina para que sus motores trabajen.
Pero no son pocos los usuarios de automóviles con motores de combustión los que, ya sea por despiste, desconocimiento o vaya Usted a saber el motivo, han equivocado el boquerel del surtidor y han acabado repostando el carburante equivocado provocando, cuanto menos, el vaciado del depósito de un coche de gasolina con gasóleo o, directamente, gripando los inyectores, la bomba o incluso el motor de gasoil al que se le ha repostado gasolina. Averías de lo más costosas.
ITV desfavorable por gases de escape
Sí, los gases nocivos son uno de los mayores problemas de los motores de combustión. Por eso los eléctricos, en primera instancia, parecen la solución a los «malos humos» que envuelven las ciudades. Esos gases tóxicos emitidos en unas cotas fuera de los márgenes legales supone uno de los fallos más comunes al pasar la ITV.
Ya no solo nunca habrá averías de un coche eléctrico por emisiones de gases nocivas sino que estos coches no deben pasar este punto de control de la nueva ITV. Un suplicio menos del que preocuparse.
Rotura del sistema de escape
Desde su combustión, los gases de escape recorren casi la longitud del automóvil ya que, desde los colectores de escape, pasando por el catalizador y la cola de escape, los diferentes tramos que componen el sistema de escape están expuestos. Las temperaturas extremas soportadas, la oxidación, los golpes o el deterioro natural por las condiciones ambientales provocan daños menores o graves en estos elementos individuales.
La rotura de alguno o varios de los colectores o la perforación de los distintos tramos del tubo de escape provocaría fugas, algunas veces incluso podrían pasar al interior del habitáculo.
De ser detectados no solo serían una evaluación de la ITV desfavorable sino que se expulsarían de forma incorrecta esos gases al entorno o, como indicábamos, directamente podrían respirarse dentro del coche con el peligro que esto supone.
Ya no solo por evitar los «malos humos» o poder lucir la etiqueta de la DGT Cero, sino porque ningún taller recibirá el aviso por avería de un coche eléctrico debido a la rotura o deterioro del escape.
Fallo en la válvula EGR o filtro de partículas
La válvula EGR es un dispositivo anticontaminación cuyo objetivo es reducir el impacto de los óxidos nitrosos, reincorporándolos al circuito de lubricación del coche con motor de combustión. También para reducir las emisiones se utilizan filtros de partículas, que no se llevan nada bien con determinados tipos de utilización del coche, pues requieren que el motor alcance cierta temperatura para regenerarse.
Estos dispositivos pueden fallar por falta de mantenimiento o porque, directamente, se dañen, provocando un comportamiento errático del motor (tirones, falta de potencia, consumo elevado, producción excesiva de humo…). En los coches con motor diésel, sobre todo si se utilizan durante mucho tiempo en ciudad y no salen a carretera, dan muchos problemas, por acumulación de la carbonilla que se produce durante la combustión.
En los coches eléctricos no hay lugar a sistemas de descontaminación de los gases de escape, por lo que las averías en la EGR o el filtro de partículas nunca te darán quebraderos de cabeza.
Sustitución del kit de embrague
Los coches tradicionales necesitan diferentes velocidades para que el motor gire entre un umbral de revoluciones y el embrague hace de gestor de las velocidades. Algo parecido ocurre al engranar la marcha atrás: por su naturaleza, los motores de combustión solo pueden girar en un sentido, por lo que, para ir hacia atrás debe utilizarse el embrague.
Los coches eléctricos no tienen caja de cambios con diferentes velocidades. Gracias a la alta capacidad de giro, alrededor de las 12.000 rpm, la electricidad genera un trabajo que permite que desde que se enciende el motor hasta que se pisa a fondo el acelerador, la energía se utiliza de forma continua sin interrupciones, evitando una costosa sustitución por avería en un coche eléctrico.
Es cierto que ya hay fabricantes de cajas de cambio que han propuesto cajas de cambio para coches eléctricos de dos y cuatro velocidades… pero, en todo caso, se trata propuestas que aún no han sido generalizadas en modelos de producción. La equivalencia en coches con motor de combustión serían los modelos con cambio automático.
Cambio de bujías o bujías de precalentamiento
Los motores de gasolina necesitan un detonante para producir la combustión del carburante. Las bujías provocan esa chispa eléctrica que permite tanto el arrancado inicial como la quema continua del combustible. Una o varías bujías dañadas o averiadas impedirán, como poco, el consumo correcto de gasolina y, en el peor de los caso, impediría el funcionamiento del motor.
Por otro lado, los coches diésel necesitan unas bujías especiales que aporten una temperatura ideal en las cámaras de combustión antes y después de arrancar el motor, se conocen como bujías de precalentamiento. Estos dispositivos deben sustituirse hacia los 120.000 km pero, en caso de que se deterioren o averíen impedirían arrancar el coche.
Por carecer de combustible fósil que quemar, en el mantenimiento de los coches eléctricos jamas aparecerá un apartado para la sustitución de las bujías o bujías de calentamiento.
Correa de distribución
Otro de los «clásicos» que hay que tener en cuenta a la hora de elegir un coche con motor de combustión es si la distribución es por cadena (normalmente sin mantenimiento) o por correa. En este último caso, hay que respetar los intervalos de cambio o sustitución marcados por el fabricante. A menudo no se tiene en cuenta este factor a la hora de la compra de un coche, cuando no es una operación menor: cambiar la correa de la distribución puede suponer entre 1.000 y más de 2.000 euros, según el vehículo.
Ese es uno de los motivos por el que muchos usuarios alargan los plazos… hasta que pasa lo que pasa. Y una rotura de la correa de la distribución puede causar una de las averías más caras en un motor de combustión. Los motores eléctricos «pasan» de correas, pues no hay distribución que valga.
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