Así preparan Mercedes y Bosch la conducción totalmente autónoma
La conducción totalmente autónoma está más cerca de lo que parece. Mercedes-Benz y Bosch trabajan ya con la tecnología necesaria para alcanzar los niveles de seguridad necesarios para que sea una realidad.
Para ofrecer una conducción completamente autónoma en el futuro, el coche tendrá que ser capaz de ver tal y como lo haría un conductor. Y precisamente en eso trabajan Mercedes-Benz y Bosch, en conseguir un grupo de sensores cuya información combinada permita reproducir un modelo del entorno que cumpla con los requisitos de seguridad que se marcan ambos fabricantes.
¿Cuáles son las claves para que la conducción autónoma de nivel 5, aquella en la que las que el vehículo asume la conducción de forma completamente automatizada en cualquier situación, aunque el conductor pueda tomar el control en cualquier momento? Aquí van algunas de las más importantes.
Sensores que todo lo ven
La primera clave de la conducción autónoma es generar ese entorno del vehículo para que pueda ser interpretado y que sea el coche el que pueda tomar decisiones: cuándo girar, frenar, acelerar… Para ello, es necesario combinar las propiedades de diferentes tipos de sensores.
- Sensores de radar. Se encargan de detectar objetos y de medir su posición y su velocidad respecto a la del vehículo. Lo hacen comparando la amplitud y la fase de las señales de radar que emite el sensor, que rebotan en los objetos del entorno. Tienen un alcance de unos 250 metros, con un ángulo de 360 grados.
- Sensores ultrasónicos. Se basan en la técnica del sonar (la que utilizan los murciélagos, o los submarinos), enviando impulsos ultrasónicos que rebotan en los obstáculos. Sirven para reconocer el entorno cercano, hasta unos 6 metros, y se utilizan en maniobras a baja velocidad, por ejemplo, al aparcar.
- Sensores de video: La cámara de video estereoscópica Bosch que ya utiliza Mercedes en sus vehículos proporciona un rango de medición de más de 50 metros. Registra los objetos, reconoce espacios vacíos y puede reconocer incluso peatones parcialmente oscurecidos, o interpretar letras y números en las señales de tráfico.
- Sensor Lidar: Bosch trabaja con este tipo de sensores en sus prototipos de coches autónomos como complemento a los sensores anteriores. Emiten haces de luz láser infrarroja, que se reflejan en los objetos y vuelven a la lente del radar, lo que permite determinar en tiempo real la distancia entre cada punto en el que incide la luz láser, y el sensor situado en el vehículo. La primera marca en utilizar un sensor de este tipo en un coche de producción ha sido Audi en su Audi A8.
Sistemas duplicados para una mayor seguridad
Otra cuestión importante relacionada con la seguridad es la posibilidad de fallo. Y para ello, los requisitos que han de marcar los fabricantes, como hace Daimler AG, parecen claros: contar con sistemas duplicados en todos aquellos actuadores que controlan funciones como la dirección, la aceleración y la frenada.
Esto quiere decir, en el caso de Mercedes-Benz, que sus coches autónomos contarán no solo con dos motores para la dirección, sino también una electrónica de control duplicada. Y lo mismo con los frenos. A través del sistema iBooster de freno electromecánico desarrollado por Bosch, y junto al sistema ESP, se asegura la capacidad de realizar una detención de forma segura incluso si falla un componente individual.
Inteligencia artificial y redes neuronales
Dos términos que parecen sacados de una consulta médica de un neurólogo, pero a los que tendremos que ir acostumbrándonos. El responsable del área de semántica de imágenes de Daimler AG sobre esta materia aclara algunos conceptos. Por ejemplo, indica que cuando se habla de la utilización de inteligencia artificial o aprendizaje profundo en automóviles, no quiere decir que los coches vayan a desarrollar una conciencia propia.
No se trata de máquinas capaces de pensar. El concepto “inteligencia artificial” o “aprendizaje de máquinas” hace referencia a una programación muy compleja que permite utilizar, procesar e interpretar todos los datos que reciben los sensores de los que hemos hablado. Programas tan sofisticados que pueden parecer inteligentes. Aplicado al automóvil, se trata de que el sistema sea capaz de saber lo que está bien o está mal, de lo que es correcto o incorrecto, porque el programador se lo ha marcado así, en base a la evaluación de muchas situaciones de tráfico.
Los ordenadores de un sistema de conducción autónoma en un vehículo podrían aprender individualmente modificando sus algoritmos, pero este no es el objetivo final, pues los ingenieros no podrían reproducir un posible error de comportamiento. La idea es desarrollar programas de aprendizaje que puedan aplicarse a todos los vehículos, y reproducirlos de forma que todos conduzcan utilizando la misma lógica. Los programadores pueden hacer que un vehículo autónomo sea capaz de interpretar el movimiento posterior que puede realizar un peatón o un ciclista. O si lo que se cruza por delante del vehículo es una pelota tras la cual puede ir un niño… o una piedra, o simplemente una bola de papel arrugada movida por el viento.
Una vez se consiga el objetivo de que los vehículos puedan responder al instante de la forma correcta incluso en las situaciones más complejas, y actuar en consecuencia, la ventaja de estos sistemas está en que las máquinas y los sistemas encargados de la conducción autónoma, ni se cansan ni pierden la concentración.
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