Amnistía Internacional reta a la industria automovilística
Según Amnistía Internacional, la sostenibilidad de la industria automovilística no solo pasa por la fabricación de coches eléctricos
La organización internacional Amnistía Internacional pone en tela de juicio la ética aplicada por la industria de las tecnologías relacionadas con las baterías eléctricas y, de forma más concreta, con el sector automovilístico, respecto del origen y fabricación de los acumuladores que utilizan los coches híbridos y eléctricos.
La controversia sitúa como foco principal el origen del material primordial con el que se fabrican las baterías, el cobalto extraído en la República Democrática del Congo.
Allí, como diferentes organizaciones y medios han denunciado, la minería encargada de extraer este material trabaja en unas condiciones que quedan lejos de ser éticas y seguras. Así, por ejemplo, el trabajo infantil no solo es una realidad sino que las condiciones laboral de los pequeños y su alta tasa de mortalidad en las propias minas clama una acción global al respecto.
Partiendo de puntos como éste respecto de la violación sistemática de los derechos de los trabajadores y continuando con otros motivos, como la trata del cobalto una vez es extraído de las minas por parte de empresas que podrían describirse como mafias, en el que Amnistía Internacional exige a la industria vinculada con la fabricación de las baterías eléctricas un acuerdo internacional sobre la claridad y ética en el origen de los acumuladores que se construyen con el mencionado cobalto.
Igualmente, la localización de minas de cobalto, el manganeso y el litio, la dificultad y el coste para su extracción y los problemas geopolíticos que circundan su obtención, fija su mirada en los fondos marinos donde ya se han llevado a cabo prospecciones minera en los lechos de cara a posibles nuevos puntos de extracción, pone en alto riesgo la biodiversidad marina.
La amplitud de la denuncia de Amnistía Internacional
Además, dado que la fabricación de estas baterías se ubica en países como China, Corea del Sur y Japón, naciones que siguen apostando por la producción de electricidad a partir de combustibles fósiles, respecto de la fabricación de los acumuladores, resulta paradójico que, para su construcción, se expulsen altas cantidades de gases de efecto invernadero como consecuencia del uso de electricidad en las cadenas de montaje.
Por otro lado, aunque la legislación nacional de cada país es distinta, en líneas generales, Amnistía Internacional denuncia la falta de claridad sobre el destino final de las baterías que ya han terminado si ciclo de vida útil.
Según la organización, piden un acuerdo global para que la eliminación, procesado y reciclaje de baterías se realice de forma responsable evitando el vertido incontrolado de sustancias tóxicas que contaminan tierra, aire y agua.
La batería responsable según Amnistía Internacional
Es por estos motivos por los que Amnistía Internacional aboga por la producción de la batería responsable: un acumulador fabricado a partir de una extracción tanto ecológica como respetuosa con los Derechos Humanos, cuyo uso sea bajo el pretexto de la eliminación de la «huella del carbono» generado por las diferentes industrias y que, una vez finalice el uso de los acumuladores, su eliminación, procesamiento y reciclaje se haga de la manera más sostenible y respetuosa.
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